Capítulo 4: Espejismos

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        No puedo salir —le insisto a Vin mientras saco algo de mi ropa que el castaño había guardado en un bolso.

 —Soy experto en huidas. Salir de esta pequeña casa sin rastro no es ningún problema.

 Vin me arrebata mi blusa rosa de las manos y la vuelve a meter en el bolso plateado. Lo fulmino con la mirada.

 —Me odian en esta colonia. Si me ven caminar por la calle, ¿crees que me dejarán ir sin más?

 —Soy experto en huidas—repite exasperado, mirándome—. Esconderte de vecinos cascarrabias es pan comido.

 Suelto un bufido y aparto la vista. Esta faceta de él me está fastidiando.

 —No dejaré a mis padres.

 —Dejarlos te beneficiará a ti y a ellos. De hecho, más a ellos que a ti.

 No puedo creerlo. Doy un manotazo en brazo e inmediatamente suelta el bolso ya lleno.

 —¡¿De qué forma les beneficiaría?!—Exclamo alzando los brazos— ¡Papá colapsara si no me encuentra!

            —Tú padre colapsara de todos modos. —Lo fulmino con la mirada—. ¿Qué? No me mires así. ¿Prefieres que colapse porque su hija fue poseída, o que lo haga porque escapó en una cita romántica con su sacerdote?

 Paso de fulminarlo a mirarlo interesada.

 —¿Dijiste poseída?

 Vin rueda los ojos y suspira cansado.

 —Aún hay mucho que explicar. Te lo diré en el camino.

 Me cruzo de brazos  mientras frunzo el ceño.

 — ¿Cómo esperas que te acompañe a quién sabe dónde a hacer quién sabe qué, si no me explicas que está pasando?

            —Para eso está la confianza.

 —No confío en ti, Vin—replico. Me ignora y toma de nuevo la bolsa. Pasea la mirada por la habitación y se detiene en el buró café que sostiene una lámpara, al lado del derecho de la cama. Abre el primer cajón y mira con interés mientras rebusca entre los papeles y objetos de éste. Frunce el ceño al no encontrar lo que buscaba y vuelve a cerrar el cajón— ¿Qué buscas?—Vuelve a ignorarme y se encamina al otro buró del lado izquierdo.

 Vin gruñe en respuesta. Abre el cajón mientras me da la espalda y no puedo evitar mirar la cicatriz en su nuca que recorre hasta su cuello. Parece como una mordida, lo cual es completamente inusual. ¿Quién mordería a alguien en la nuca?

 El castaño cierra el cajón frustrado mientras se pasa la mano por el cabello. Vuelve a observar detenidamente la habitación aburrida y al detenerse en el espejo largo, abre los ojos como platos.  Camina apresurado  hacia el espejo y toma su marco por ambos lados con ambas manos.

 Después de observar detenidamente el vidrio del espejo, Vin da vuelta a éste e inspecciona la tabla que sostiene al espejo. Pareciera que busca una abertura, y al no encontrarla suelta un suspiro frustrado y vuelve a observar el espejo. Interesada, observo como el chico se mira cada sección de mi espejo.

 —Si buscas marihuana, de una vez te digo que no la hay —comento.

 —Que graciosa —dice Vin aun observando el vidrio que lo refleja—. No, niñata; busco algo que no entenderías.

 —¿Cómo sabes que no lo entendería si no me dices qué es?—pregunto con voz alta para que me escuche mejor. Vin me mira entrecerrando los ojos.

Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora