Creí que La Casa del Infierno era realmente la casa vieja que vi por fuera, como Milas dio a suponer. Pero estaba tan equivocada.
Milas, después de soltar un palabrerío sobre la alegría que renacerá entre los bendecidos, se dedica a conducirnos a Carter, Vin y a mí al sótano de la vieja casa. Y vaya sótano tan profundo. Bajamos por unas interminables escaleras hasta llegar a un pequeño cuarto habitado sólo por objetos antiguos y sábanas moribundas.
Me parece imposible que esa es la sede de los traidores, pero antes de que suelte algún comentario irónico Milas se encamina hacia un armario roto e incompleto y con sus delgados brazos lo mueve hacia la derecha, dejando a plena vista una puerta de hierro enorme.
Luego, el hombre limpia su mano derecha en el taparrabos para después recargarla sobre la puerta y decir unas palabras incomprensibles para mi oído humano. La puerta cruje y se escuchan golpeteos fuertes dentro de ésta, como abriendo varios cerrojos interiores. Ese método me recuerda al de los cazadores, aunque sin sangre, claro está.
Milas nos mira por detrás del hombro mientras la puerta hace sus aberturas. Nos sonríe con cierta emoción en sus ojos brillosos.
—Les va a encantar este lugar. Hay mucha comida y juegos de cartas, aunque quizá en un principio les incomode que haya tantas bestias rondando, pero se acostumbrarán. Pero tengan cuidado con las Lexies, pueden ser muy peligrosas—dice Milas,
Es curioso cómo al decir unas pocas palabras de Sademira toda la actitud de Milas cambió. Creo que aquí le tienen mucho aprecio.
Me adoran, y también te adorarán a ti, dice la bruja en pensamientos. Ahora su voz no me resulta tan incómoda como antes.
¿Por qué?, cuestiono de la misma forma. Es más fácil pensarlo que decirlo.
Ya verás. Luego no dice nada más, porque la puerta ha terminado su ciclo y, con lentitud, se abre verticalmente, dejando poco a poco una vista del interior detrás de ella.
Me quedo anonadada. Pensé que sería un simple cuarto con más puertas y pasillos, como sería en la Guarida, pero es más que eso.
Es casi como un laberinto. El área, del tamaño de una cancha de fútbol, está rodeada de muros que empiezan y terminan en el mismo lugar, dando un aspecto de pasillos cortos y confusos. Es piso es oscuro y tiene una gran distancia con el techo, que parece interminable. Y la gente, hay montones de ella corriendo de un lado a otro, vestidos de negro y repletos de collares y sortijas.
También están las bestias, muchas y sueltas. Desde demonios hasta vinculados circulan por ahí, con libertad. Como si fueran tratados como iguales.
Me apresuro a pasar por delante de la entrada, para tener una mejor vista del lugar. Y vaya que la tengo. Parece como un hormiguero, o como una torre alta de varias pisos donde el área es circular y puertas con ventanas rodean la sala principal. También hay indicios de pasillos entre puertas en la planta baja. La gente—traidora—camina delante de mí con sus ropas oscuras, algunos algo sucios, otros manchados de lo que parece sangre. Pero no parecen incomodarse por la presencia cercana de las bestias.
Y a mí tampoco me incomodan. Cuando me adentro a La Casa del Infierno detrás de Milas, los monstruos no me parecen tan horrendos. Un demonio terrestre trepa por los muros que rodean el salón principal, algunas lémures recorren entre las sombras los terrenos del lugar y una larva se agarra de la pierna de un hombre que camina apresurado, pero si el traidor se da cuenta de que una bestia cuelga de su pierna, no lo demuestra.
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Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)
ParanormalCada persona tiene su oscuridad interior, pero... ¿Qué pasaría si fuera más literal? Cassie Valverde ha pasado gran parte de su vida conteniendo una oscura entidad que intenta salir, alguien que se ha unido a ella de una manera que nunca creyó posib...