La gente grita, la gente llora, insulta y murmura a mis espaldas. Me apartan de sus hijos y evitan mi mirada una vez me acerco. Pero no es porque sea fea físicamente, ni porque me vista de forma extraña. Es por mi mirada, porque estoy maldita y ellos de inmediato lo saben nada más verme a los ojos. Es por lo que escuchan de mí, por los rumores que no me dejan y por lo que han visto que no pueden olvidar.
Aunque no lo saben todo.
Mis padres se han encargado de que el verdadero problema quede oculto, cada vez que cambio, que mi cuerpo toma otra forma y ella toma mi mente, me mantienen encerrada en el sótano, bajo llave y bañada en agua bendita. Por el momento eso es suficiente, pero en un momento dado necesitarán más que eso.
Lily siempre dice que en cierta forma soy afortunada; si lo dejo pasar, puedo descansar un momento de mi misma y de los demás. Y lo sería, sino fuera porque la persona que toma mi cuerpo no es ningún santo. Además, nunca estoy verdaderamente fuera de mi cuerpo. Me quedo muy dentro, escondida en algún lugar, justo como está ahora mismo mi cambiante, y puedo escuchar todo. Eso es aún peor.
—Cassie, espera en tu habitación hasta que la cene este lista—dice papá con cariño. Papá es el más cariñoso de mis padres. Mamá también puede serlo, pero es más realista, sabe que en algún momento dejaré de ser yo y no quiere sufrir demasiado. A muchos les molestaría eso, pero yo lo entiendo. Aunque sería más como mi papá: aprovecharía al máximo a mi hija antes de que sea demasiado tarde.
—Te quiero, papá—susurro cuando me acerco a abrazarlo y después subo rápido a mi habitación, sin esperar a que me conteste. A veces no quiero oír cuando me dicen cariños, porque eso significa que me seguirán queriendo aunque no esté, querrán mi cuerpo y eso es justo lo que no quiero. Es como si mi cambiante obtuviera su cariño sin merecerlo.
Ahora me siento realmente sola. A pesar de que tengo a mis padres y a Lily, no es suficiente. Puedo sincerarme con ellos, y sé que son de extrema confianza, pero hay veces en las que desearía tener a más personas, justo como antes. Aunque algunas sean hipócritas, deseo divertirme y olvidar todo al menos un momento. No me duele lo que piensen de mi o si me odien, lo que me duele es que por su odio no puedo hacer lo que quiera. Me prohíben disfrutar de mi vida, eso es lo que me lastima.
Después de un rato, mamá entra en la habitación con una cacerola de papas freídas y una Lily un tanto preocupada.
—Cassie, deberías estar alerta en todo momento. No queremos que unos vecinos enfermos mentales vengan y te cuelguen. —A pesar de que Lily quiso decirlo en broma, su rostro reflejo una aflicción exagerada.
—Como si hubiera forma de entrar en esta casa irrompible—bromeo.
Mamá se ha quedado parada en el marco de la puerta con una sonrisa en el rostro, mientras Lily y yo charlamos del nuevo comercial estúpidamente ridículo que ha salido en la televisión. Quizá se esté burlando de nuestra tonta conversación de comerciales, o quizá sea que le alegra que al menos una vez en el día puedo comportarme como alguien normal con la gente.
Lily me cuenta de unos chicos que conoció hoy en clase, justo después del receso. Está muy emocionada al respecto.
—He hablado un poco con ellos, y son realmente amables—comenta mi pelirroja amiga con cariño—. Hubiera sido genial que los conocieras.
—Podría haber sido agradable. —No puedo evitar decirlo con tristeza. Si nadie hubiera sabido jamás mi secreto, justo ahora estaría charlando como una adolescente normal, sin tener que restringirme de muchas cosas que son muy normales para otros.
¡Si tan solo hubiera cerrado la ventana del cuarto antes del cambio! Otra persona en mi caso culparía a mi padre por enviarme a mi habitación en vez de encerrarme en el sótano, pero sé que no fue culpa de él. No es culpa suya que su hija de vez en cuando no sea su hija, tampoco que me sienta sola a pesar de que me da todo su cariño.
Como si Lily hubiese leído mis pensamientos, toma mi mano, que hasta hace un momento acariciaba el borde de la cama, y dice con comprensión y cariño:
—No te sientas mal, Cassie. Me tienes ahora, estoy contigo.
Yo también estoy con ella, pero no de la misma forma, estoy ausente. Es tan repentino que ni siquiera me doy cuenta del sentimiento. Es casi como si estuviera aquí, pero no al mismo tiempo. Luego me brotan pensamientos ajenos. Son fugaces, como solo pocas palabras de una frase completa.
Él. Amuleto. Sangre.
Jamás me había pasado algo como eso. Normalmente cuando no era yo, la mujer, la cambiante, hablaba a través de mí con otra voz, como la suya.
Pero ahora es como si estuviera hablando dentro de mí. Dentro mi cabeza. Parece que sus pensamientos se están entrelazando con los míos. Su voz retumba fuertemente por todo mi cerebro. Solo puedo escucharla a ella, pero débilmente oigo la voz preocupada de Lily a mi lado.
Cierro mis ojos y los vuelvo a abrir en un segundo. Estoy de rodillas en el suelo, con mis dos manos en mi cabeza, por un momento no recuerdo porque me sostengo la cabeza, hasta que me llega un zumbido detonante que me da dolor. Un temblor sacude mi cuerpo y un ardor me recorre por todo el cuerpo.
Luego se detiene. Casi como si se hubiera apagado un interruptor en mi cabeza. Pero vuelve, con la voz más calmada y maliciosa he escuchado en mi vida:
Estoy contigo
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Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)
ParanormalCada persona tiene su oscuridad interior, pero... ¿Qué pasaría si fuera más literal? Cassie Valverde ha pasado gran parte de su vida conteniendo una oscura entidad que intenta salir, alguien que se ha unido a ella de una manera que nunca creyó posib...