Capítulo 6: Cambios

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        No puedo respirar. Mi cuerpo está temblando incontrolado y las sacudidas en el carro no ayudan mucho. Mis entrañas se contraen. Suelto un quejido de dolor y poso mis manos sobre mi estómago. Cierro los ojos, adolorida.

        —¡Sujétate bien! —grita Vin en mi oído, mientras intenta separar el auto lo más posible de la camioneta, que vuelve a atacar con más fuerza. Mi cabeza rebota ante el golpe. Dolor recorre  de mi cuello hasta mi espalda.

        Otro choque. Esta vez mi cuerpo entero se sacude. Vin no está mejor, Su cabeza se ha estrellado contra la ventana, dejando el vidrio como una enorme telaraña. Sangre recorre hasta su mejilla. Vin acelera, intentando recorrer una gran distancia, pero la camioneta se aproxima rápido hasta nosotros. Me entra pánico.

        —Retrocede—digo agitada. El dolor se ha extendido por todo mi cuerpo, y estoy segura de que no es por la sacudida.

        —¿Qué?

        —Haz lo que te digo.

         Vin no dice nada, en cambio mueve la palanca y retrocede a rápida velocidad, dejando la camioneta delante.

         —¿Ahora qué? —pregunta respirando apresuradamente. Todavía conduce hacia atrás.

        —Detente. —Cuando lo hace, me apresuro a decir—: Espera a que se dé la vuelta hacia nosotros. —Efectivamente, la camioneta se cruza al otro carril para conducir directo—. Ahora acelera.

        Vin no espera más instrucciones, pisa con fuerza el acelerador y nos conduce a velocidad ilegal por la carretera. Para cuando la camioneta vuelve a su posición inicial y se quita de confusión, nosotros ya estamos a distancia considerable. Suspiro de alivio.

         —No bajes la guardia. En cualquier momento pueden alcanzarnos—dice Vin ya más calmado. Su cabello castaño está considerablemente alborotado.

         —No devolviste el golpe, ¿Por qué?

        —No tenía sentido. El golpea, yo golpeo, ¿cuál es el punto?

        —Tienes razón. — Me alegra saber que no es un matón al que le encante la pelea.

        —Gracias por tu ayuda hace unos minutos—murmura.

        —Era sólo lógica—contesto a modo de respuesta.

        Mis estómago se revuelve y pronto empiezo a sentir picazón en la piel. Me tiemblan los labios. <<Ahora no>>, pienso. No estoy lista. Obligo a mi mente y cuerpo a resistir más. Subo las piernas al asiento y las junto a mi pecho, rodeándolas con mis brazos. La vista se me nubla y rogo a Dios que no empiece a llorar.

        Pero lo hago. Los ojos me duelen ya que no lloro lágrimas, sino sangre. Escondo mi rostro entre mis piernas. No quiero que Vin me observe.

        —Detén el auto—ordeno con voz más gruesa.

        —¿Qué? —Escucho que pregunta Vin, confundido. Agradezco no tener que ver su rostro. Estoy sintiendo más fuerte el cambio.

        —¡He dicho que detengas el auto! —exclamo, esta vez con más fuerza. El carro se sacude, gracias a mí. Quiero decir, a ella. Estoy perdiendo el control.

        —No puedo hacerlo, Cassie. Se están acercando cada vez más—dice angustiado. Quiero ver cómo está reaccionando, pero temo de mi rostro. —¿Qué te sucede?

        Casi deseo que se porte grosero como hace unas horas, sería mucho más fácil.

        —Seguro que ya lo sabes. —Por su repentino silencio, sospecho que ya se hace una idea.

Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora