Capítulo 29: La Llamarada de Lucifer

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Después de que Zacarías me exigiera mi participación en sus rituales y planes, Qito vuelve a practicar ataques conmigo. Sólo fue una hora de golpes limpios y me sorprende que al terminar el combate, es Vin el que entra en la sala. Se dirige directo al área de armas y coge dos espadas largas  con ambas manos. Me lanza uno que a duras penas logro sujetar sin cortarme las manos.

            Qito observa sentado en una banca en el fondo, cerca de las paredes cuadradas.

            —Lucha como normalmente lo haces, pero usa tus dones para combatir —dice el castaño. Juega con su arma como luciéndose. Presumido.

            —¿Y tú desde cuándo eres mi entrenador?

            —Desde ahora. —Sonríe con orgullo. Me emociona que vuelva a ser más alegre, más despreocupado que hace varios días.

            —No tengo dones, lo siento. —Me encojo de hombros.

            —¡Claro que los tienes, dramática! —grita Qito.

            Vin ríe entre dientes.

            —Todos los guardianes tenemos dones, es parte de nuestra naturaleza —asegura Vin. Sujeto la espada con nerviosismo.

            —Todavía no soy cien por ciento guardiana. —Y ni pienso serlo—. Además, ¿tú desde cuándo recibiste tus dones? Tan sólo llevas un día y medio de ser aceptado aquí.

            Vin hace una mueca y Qito resopla desde el fondo, pero se recupera rápidamente.

            —Anoche Zacarías me ofreció algunos dones de un demonio —explica.

            —Ah.

            No digo más, pero porque Vin se apresura a atacar con su espada y un segundo antes logro hacer defensa. Las hojas afiladas chocan y un estridente sonido resuena en la habitación. Vin es más rápido y más fuerte que antes, seguro por lo que le dio el demonio. Pero yo aún no sé cómo usar mis dones y muy difícilmente me salvo de terminar degollada.

            Vin logra hacer un débil corte en mi muslo derecho, lo que hace que me tambalee por el dolor. Cuando caigo de rodillas, el chico pone la cuchilla casi tocando mi cuello, pero sin hacerme daño.

            —Tienes que ser más rápida, Cassie. Si fuera un combate real ya estuvieras muerta.

            —Y más que muerta, ¡putrefacta! —comenta Qito de nuevo entre gritos.

            —¡Tú cállate! —le espeto divertida. El chico sentado me saca la lengua con rebeldía.

            Vin me ayuda a levantarme del suelo con su brazo y revisa mi herida. Chasquea la lengua.

            —Descansa un poco mientras sana. Espero que al volver puedas hacerme aunque sea un rasguño.

            —Que masoquista —digo.

            Vin me rodea los ojos. Mientras espero sentada a un lado de Qito, una voz llega a mi mente:

            Piensa en fuego mientras peleas. Piensa en mí.

            No quiero pensar en ti, respondo mentalmente.

            Al pasar diez minutos, la herida ha sanado la mayor parte y ya no duele tanto. Vin me hace señas para que me levante y lo hago con pereza. Tomo el machete con fuerza entre mis manos, pero aún siento como si fuera a resbalarse de mis dedos. Vin empieza de nuevo con el ataque, esta vez con más concentración que antes.

Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora