Capítulo 13: La Cárcel de las Bestias

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        Esperé cincuenta minutos a que la reunión en la que se encontraba Vin, finalizara. Para cuando eso pasó, estaba sentada en el suelo al estilo indio, con la cabeza recargada en la pared y mirando paulatinamente el reloj de colgaba de un listón en la pared contigua. Observo a los cazadores salir por la puerta, sin molestarse en mirar siquiera abajo.

        Vin sale apresurado, y antes de que se escape, sujeto su tobillo con mi puño y lo detengo. El pobre chico salta asustado, zafando con rapidez su pierna secuestrada.

        Lo miro riendo a carcajadas.

        —¿Asustado, Vin?

        —Cállate, niña. —El castaño me levanta del suelo con su brazo, intentando débilmente ocultar su enojo. Me divierte molestarlo. Quizá deba hacerlo más seguido.

        Vin me sujeta del brazo mientras recorremos los pasillos, esquivando a varios cazadores que pasan por un lado. Me está molestando que me mantengan siempre agarrada.

        —Suéltame ya—digo, apartando mi brazo de un manotazo—. No soy prisionera, ¿o sí?

        Vincent hace una mueca.

        —No, pero…Olvídalo. Sólo mantente cerca de mí.

        —¿Qué otra cosa haría?

        —Cállate.

        —Me estás silenciando mucho, Vicente. No me gusta ser tu perra.

        Oh, como me encanta molestarlo.

        —Esto es serio, Cassandra. A donde vamos no puedes ponerte chistosita, es importante —afirma Vin, con fastidio en el rostro—. Y mi nombre, es Vincent, no Vicente.

        —¿En serio? Creí que era Vin Diesel.

        —¡Cassandra!

        —Está bien, ya.

        Con una sonrisa en la cara, sigo a Vin por los pasillos de la Guarida, que pronto se tornan más oscuros y silenciosos. Las paredes de cemento se cambian por unas rocosas y deformadas, dando paso hasta una reja enorme en el último pasillo. La entrada al final está resguardada por diversos candados sujetos por cadenas que rodean las rejas parecidas a una prisión.

                    Detrás de la reja, sólo hay negro. No se puede distinguir nada dentro de la prisión. Vin me hace un ademán para acercarme, y pronto me conduce hasta tocar las cadenas oxidadas. Presiento que cosas malas están dentro. Ojala me hubiera quedado más tiempo fastidiando a Vin.

            —Este no es un lugar para juegos, Cassandra. Sólo hago esto porque necesitas comprender más lo que sucede antes de que sea demasiado tarde—dice mientras saca un manojo de llaves prensado a una cadena, en su cuello. Se nota debajo una cadena más reluciente, cubierta por su camiseta, pero no hace ademán de mostrarla—. No debería de mostrártelo, pero sé que si no lo hago no te tomarás esto tan en serio.

                —¿Qué hay dentro?

                —Algunas cosas. Pero no le cuentes a nadie, si un líder llega a descubrir que entraste aquí seguro me torturarán.

                Trago saliva. Todo el buen humor que tenía se ha ido por los suelos.

                —Entonces me callo.

Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora