Capítulo 24: Jan y Tara

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Después de que Zacarías me dedicara una sonrisa complaciente, un muchacho moreno y alto entra en la sala, vestido con ropas negras y un recipiente redondo en las manos. Zacarías se incorpora de la silla y le ofrece un estrechamiento de manos amistoso. El chico luce un poco confundido al principio, pero luego de un apretón en el hombro por parte de Zacarías, parece entender algo.

            Zacarías me mira con ojos brillosos.

            —Cassandra, este es Jan, un fiel guerrero de esta jerarquía—dice al tiempo que da palmadas en la espalda de Jan—. Él te dará un pequeño recorrido y algunas de las reglas del lugar. Nada drástico, tranquila. Aquí no somos como los cazadores—prosigue entre risas.

            El chico me da una sonrisa ladeada con cierto nerviosismo.

            —Bien—contesto y doy un asentimiento al chico para empezar a avanzar hacia la puerta. Jan me sigue con pasos apresurados.

            Salimos del cuarto, cerrando la puerta detrás de nosotros. Jan es quien me guía ahora y hace bastante recorrido hasta que se asegura que estamos muy lejos de Zacarías. Dobla en un pasillo ancho.

            —Lamento si no me presenté bien, soy Janara Baltraz, mucho gusto. —Estrecho la mano con él y luego dice con más confianza—. Trabajo en el área de Ejército y Protección de Bestias de aquí. Estoy en un alto puesto, así que tienes suerte de que yo te escolte.

            —¿Ejército y Protección de Bestias?—inquiero incrédula—¿Acaso necesitan a alguien que las defienda?

            Jan me mira con los ojos muy abiertos, más incrédulo que yo.

            —Por supuesto que sí. Verás, los cazadores se han vuelto más fuertes las últimas décadas y las bestias por alguna razón han perdido parte de su poder. Por eso nos hemos nombrado Los Guardianes, cuidamos que las bestias no se extingan.

            Doy un traspié con un escalón al inicio de una escalera, pero me recupero de inmediato y sigo a Jan subiendo por la escalera de mármol.

            —Pero… ¿por qué las protegen?

            —Ya te dije, evitamos que las eliminen por completo.

            —¿Pero cuál es la razón por la que no quieren que mueran?

            Jan piensa un momento, con la mirada perdida mientras avanzamos. Antes de llegar al último escalón que da vista a una puerta de metal larga, me da una respuesta:

            —El Infierno.

            —¿Qué?

            —Las protegemos por el Infierno. No pueden volver a él, por eso se quedan aquí, en esta dimensión. Para cuando puedan volver a ingresar, esperemos que haya suficientes para que Lucifer no se moleste con nosotros.

            Frunzo el ceño cuando le miro.

            —¿Por qué no pueden regresar?

            Jan me dirige una mirada extraña.

            —Porque no pueden volver sin un líder. Eso es lo que dictó el Señor de las Sombras.

            Cuando trato de preguntarle otra cosa, me calla con una mano extendida cerca de mi rostro y se dirige a la puerta de metal que está frente a nosotros. Jan toca tres veces con los nudillos, luego deja pasar varios segundos y da otros dos toques más. La puerta se abre de improvisto, con un ruido sonoro.

Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora