Capítulo 47

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Rubeus Hagrid.

—¿Abrax, están dando la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas en el patio?— Pregunto al rubio, que se mantuvo callado durante todo el camino.

Al no oir una contestación, me giro viendo que el rubio seguía con el hechizo lanzado por Tom, sus labios seguían pegados.
Me mira con desesperación y no puedo evitar apretar mis labios en una mueca, no me había percatado que seguía hechizado y sus labios comenzaban a tornarse de un color azulado.

Saco mi varita y hago unos movimientos sutiles de muñeca con la varita, mientras murmuró el hechizo.

Abrax suelta una bocanada de aire y mueve sus labios haciendo varias muecas con ellos, comienza a decir las vocales, abre su boca exageradamente y se masaje sus pómulos.

— ¿¡Podéis dejar de utilizar hechizos para que deje de hablar!?— Grita mientras, toca sus pómulos— Esto no debe de ser bueno para mí hermoso rostro, además podéis dañar mi cutis.

Elevo las cejas, sorprendida por su contestación aunque hayan pasado meses, su personalidad inmadura y egocéntrica siguen siendo su principal esencia.

— Suelen dar la clase cerca del Bosque Prohibido, un poco antes de cruzar el límite.— Contesta el rubio a mí pregunta.

Divisamos a los lejos varios estudiantes, alrededor de un hombre alto, encorvado y con un aspecto dejado. A medida que nos fuimos acercarnos, observamos como los estudiantes toman apuntes de lo que explica el susodicho.
Decidimos no interrumpir la clase, esperando debajo de un arbol.

—¿Te marcharás después de esto?

Me pilla desprevenida su pregunta, no entendía porqué tenía tanto interés repentino en mí, hace tan solo unos minutos parecería que me odiaba con toda su alma.

— Quiero terminar mis estudios en Ilvemorny.— Contesto engiendome de hombros.— Allí me siento tranquila y despejada, estando aquí...— No encuentro las palabras exactas para no herir sus sentimientos Estando en América descubrí que parte de mi malestar y el porqué alimenté mi odio era por ellos. Tom, Abrax, Diana.

La toxicidad en mi relación con Tom, mis problemas emocionales conmigo misma, mis inseguridades y problemas familiares, hicieron de mí una persona oscura, alimentada de odio.

—¿Y crees que Tom te va a dejar marchar tan fácilmente?

— Ya contaba con eso.— Susurro.— Me fui una vez y volverá a pasar.

—¿Y crees que yo te voy a dejar marchar?

Miro fijamente a los ojos casi grises del rubio, se lame los labios nerviosamente, aparta algunos mechones de su pelo platino que cae por su frente.

— ¿A qué te refieres? Hace un momento me odiabas.

— ¿Cómo voy a odiar a mí mejor amiga?— Pregunta con una sonrisa de oreja a oreja.— Estaba enfadado, pero no quiero perderte, ya perdí a tu hermana. Te necesito a mi lado, eres mi apoyo, como el de Tom, como el de Rose, como el de tu hermana. Tú nos sostenías a todos.— No sé qué decir, atónita por sus repentinas palabras, no soy capaz de fórmula ninguna frase coherente en mi cabeza.— El profesor Kettleburn ha terminado la clase.— Anuncia el rubio al ver que no iba a responder.

Miro al círculo de alumnos que se dispersan en un gran revuelo, aprovechamos para llegar hasta el hombre. El profesor Kettleburn, tiene un aspecto desaliñado, sus ropas parecen viejas y su cara es alargada y delgada que parece que no haya comido en semananas, apesta a ajo.

Noto como mi barriga se revuelve por el olor e intento evitar por todos los medios que me dé alguna arcada, para no faltarle el respeto al hombre. Abrax, se tapa la nariz al acercarse y lo miro con los ojos muy abiertos.

Freak ( Tom Riddle y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora