Freak ( Tom Riddle y tú)

Capítulo 50

Until we meet again, dear.

Querida Venus:

Mi punto fuerte no es expresar mis sentimientos, ni siquiera sé cómo decirte esto en persona, por eso decidí enviarte esta carta. Puedes llamarme cobarde, lo entendería.
Pero es más fácil decirte un hasta que nos volvamos a ver, que un adiós enfrente tuya.

De hecho, después de leer esta carta, no espero una respuesta de tí y aunque la tuviese no abriría la carta.

Tras la carta recibida sobre mi tío Gaunt, no pude resistir la tentación de buscar información, de saber toda la historia completa de mi familia, de saber el porqué mi padre a pesar de la poción que le administró mi madre, nunca me buscó. Quiero comenzar una vida sabiendo mis raíces.

Lo siento, por no hacerte caso; por prometerte un viaje e intentarlo de nuevo.

Pero me toca ser egoísta a mí.
Tú curaste tus heridas, ahora me toca a mí curar las mías.

Espero con todo mi corazón que te vaya bien, que triunfes en tus sueños y que rehagas tu vida.

No te pido que me esperes, pero cuando me sienta preparado, prometo buscarte de nuevo.

Hasta que nos volvamos a ver.

Tom Riddle.

La carta de Tom fue breve y concisa.

Cuando la recibí me quedé  destrozada, una vez más volvíamos a ser unos infelices por nuestras historias pasadas.

Pasaron días, semanas y meses, hasta que logré comprender que era el turno de Tom, de buscar su propia felicidad, si eso era lo que pretendía.
Una parte de mí solo rezaba porque fuese por eso y que no albergase odio dentro de su corazón, porque sino Tom Riddle, era peligroso, y buscaría sed de venganza.
A mí pesar, sabía que él tenía razón, yo le abandoné para dejar de ser la persona llena de odio, de recelo y con furia, había crecido con esos sentimientos que me impedían ser feliz. Sumándole estar en una relación con un chico estupendo pero que nos perjudicacábamos mutuamente.

De vez en cuando volvía a releer la carta, aferrándose a esas últimas palabras,  algún día nos volviéramos a ver.

Seis años, habían pasado.

Lo último que supe de él, me lo contó mi padre, ya que le pedí desesperadamente que hablase con tío Albus.
Tom, al año de graduarse, acudió al colegio a solicitar el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras y le rechazaron.
Preferí no volver a saber nada más de su vida, ni siquiera le preguntaba a mí buen amigo Abrax, era consciente de que se mantenían en constante contacto. Incluso llegué a pensar que habría salido del país. Desde la muerte de Myrtle y todo aclarado, la prensa rosa nunca volvió a escribir de nosotros, por lo que también había desaparecido del ojo público.

— Tía Vee, vamos a llegar tarde.— Unas pequeñas manos agitan la manga de mi chaqueta y mis pensamientos se esfuman.

Aunque la carta de Tom llegó a afectarme de una manera estrepitosa, ese mismo año, mi hermana anunció su casamiento y trajo consigo un embarazo.
Diana viajó a Francia y se enamoró perdidamente de un muggle. Su relación fue muy rápida, al poco de cumplir un año de novios se casaron y al siguiente tuvieron una pequeña niña.
Diana trabajaba cómo bruja de Bienvenida en el Hospital de San Mungo, mientras que su marido trabajaba en el banco del Mundo muggle.
Su relación fue tornándose a constantes peleas, gritos, insultos e incluso maltratos por parte de ambos. Los vecinos llamaron a asuntos sociales y mi padre se quedó con la custodia de Juno.
Yo me ocupaba de ella mientras él atendía a su clientela habitual en Cabeza de Puerco.