Treinta y seis

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Marco me miro sin decir nada, su mirada se desvío con un leve sonrojo en sus mejillas y recordé que seguía desnudo. Me cubrí con mis manos mi miembro expuesto, el rostro de Marco estaba avergonzado mientras tiraba de la sábana y se cubría a el mismo.

No pude evitar mirarlo de más, su piel se veía suave, había hecho ejercicio, su cuerpo delineaba perfectamente sus músculos sin llegar a ser exagerados. Retire mi mirada de inmediato, sintiendo como la sangre se iba a mi parte baja.

-Ejem...- Aclare mi garganta, sin saber que decir

-¿Recuerdas... algo de anoche?- Pregunto con una mueca de dolor

-No, ni si quiera recuerdo cómo llegamos- Dije sincero- Talvez deberías beber algo, no te ves bien

-Me duele la cabeza- Dijo sin mirarme- Puedes usar la ducha primero

-Si, umm, cierra los ojos

-Si, si, no miraré- Se cubrió los ojos con sus manos, mientras yo casi corrí buscando el baño

Al llegar me encerré y respire con dificultad, con ganas de golpearme, pero me dolía la cabeza y no sufriría de más. Abrí el agua fría, pensé que eso me ayudaría a calmar mi mente mientras trataba de recordar algo. Algunas imágenes venían a mi mente, nada claro. Recordaba cuando me baje del taxi y le pagué con un billete grande, después entramos tropezando a su apartamento.

-Maldita sea, ¿Por qué no puedo hacer nada bien?- Me recrimine

-Jean- Marco tocó la puerta- Dejaré una bata aquí. Tu ropa se está lavando

-Gracias

Sus pasos de alejaron, mientras terminaba de bañarme. Unos minutos después salí, envuelto en la bata color azul oscuro. Marco no estaba, así que no queriendo incomodarlo, me senté en la cocina mientras lo esperaba. Mis pensamientos de nuevo tratando de recordar que había pasado, mire en dirección a la sala y recordé que estuvimos ahí sentados.

Entonces como si hubiera recibido un golpe, abrí la boca queriendo gritar al recordar. ¡Le había dicho a Marco lo que sucedió!. Agarre mi cabeza con fuerza cuando está comenzó a doler otra vez, todo lo sucedido la noche anterior regreso a mi. Quería salir corriendo, mi vida había acabado.

Los pasos de Marco se escucharon, también se había bañado pero en otro baño del apartamento. El vestía ropa casual. Una camiseta blanca y unos shorts cortos. Su cabello húmedo estaba mojando su camisa, desvíe la mirada al darme cuenta.

-Creo que ya recordé algo...- Dijo jugando con sus dedos- Y quiero disculparme, al parecer yo fui quien te quito la ropa...

-¿Qué?- Pregunté sorprendido, no recordaba eso

Con un suspiro, se tocó la frente

-Cuando nos acostamos, después de vomitar... Tu ropa estaba manchada así que te la quite pero por alguna razón también... Me quite la mía...- Mordió sus labios, recordaba muy bien esa expresión. Cada vez que estaba avergonzado la hacía, y sus mejillas se sonrojaban haciendo sus pecas resaltar- Después de eso nos dormimos, no sucedió nada

-Eso... Es un alivio- Aunque mi corazón se sintió un poco decepcionado

-Lo siento mucho- Dijo de nuevo- Tu ropa tardará un poco en secarse, ¿Quieres comer algo?

-Yo... ¿No recuerdas nada más?- Pregunté sintiendo mis manos temblar

El se quedó en silencio, su mirada fija en algún punto en el suelo. No quería presionarlo, además no sabía que iba a hacer si me decía que si.

Camino por la cocina, sirvió un vaso de agua y bebió una pastillas guardadas en uno de los cajones. Se giro y me las entrego, con un nuevo vaso en la mano. Las bebí aún sin escuchar su respuesta. Entendí que no quería hablar del tema, por eso no volví a decir nada.

Comimos en silencio, aunque no tenía muchas hambre así que termine rápido. No dejaba de mover mis piernas mientras Marco se ponía de pie para limpiar la cocina. El silencio era incómodo, pesado, quería irme de una vez y nunca volver a verlo. Sin importar lo que me había dicho a mi mismo antes, no iba a ser capaz de soportar mirarlo y no besarlo. Esto era todo.

Se escuchó el ruido de la lavadora, había terminado de secar mi ropa así que me puse de pie de inmediato, pensando en tomar mi ropa aún húmeda e irme de ahí.

-Dijiste que me amabas- La voz de Marco hizo que me detuviera, estaba de espaldas a mi- Dijiste muchas cosas

-Lo recuerdas...

-Si, lo recuerdo todo. Yo no estaba tan ebrio, así que...

-Lo siento, por decir todas esas cosas- Dije apretando mis manos en puños- No fue mi intención presionarte

-¿Recuerdas lo que te dije?- Pregunto, sus pasos acercándose me asustaron un poco

-Yo... Si lo recuerdo- Dije casi temblando- Pero no quiero pensar en eso...

-¿Por qué?- Pregunto con la voz quebrada

-No es justo para ti, no quiero lastimarte de nuevo- Dije abriendo mi corazón- Haz logrado mucho sin mi, debes seguir así, sin importar lo mucho que te ame

-¿Por qué decides por mi?, ¿Acaso sigo siendo tan débil?- Pregunto con la voz temblando- Se que te deje, me equivoqué en eso, pero no puedo dejar de amarte. No es tan simple, y aunque estuve con otros, tu nunca saliste de mi mente. Siempre estás ahí metido, sin importar lo que haga. ¡No puedo olvidarte, carajo!

Lo mire fijamente, sus manos cubrían su rostro mientras sus hombros se sacudían, quería tocarlo. Abrazarlo y nunca volver a soltarlo en lo que me restaba de vida, pero no sabía si era lo correcto, si de nuevo iba a equivocarme. Tenía miedo de tenerlo y perderlo nuevamente. No me sentía tan fuerte para soportarlo

-Marco...- Pronuncie su nombre después de mucho tiempo, cada letra aún más hermosa que la otra

-No quiero Jean. No quiero que te alejes de mi- Sollozo- ¿Por qué no puedo amarte sin preocuparme?. Siempre hay algo que lo impide, ¿Tan malo es lo que siento por ti?

-No, no es así, no es tu culpa- Dije tratando de calmarlo- Los dos nos equivocamos...

-Si lo nuestro no funciona, ¿Por qué tuve que conocerte?

Sus palabras me golpearon, tenía tanta razón en ellas, que me dolió escucharlo. Sin poder reprimirlo más, envolví mis brazos a su alrededor, apretando mi agarre, sus manos se aferraron a mi espalda, mientras lloraba suavemente.

Estuvimos mucho tiempo así, simplemente abrazados, ambos llorabamos. Sentía mis lágrimas resbalar por mis mejillas, sus dedos se aferraban a mi espalda, casi clavándose en mi piel.

Después de mucho tiempo por fin lo tenía en mis brazos, de nuevo sentía su calor contra el mío, podía recordar la manera en que su cuerpo siempre encajo con el mío, como si siempre me hubiera pertenecido.

-Tienes que vestirte- Dijo con la voz apagada, se escuchaba ronca después de haber llorado

-Puedo esperar un poco más- Dije sin querer soltarlo, abrazándolo más a mí

El asintió, moví mis manos para limpiar sus ojos, lo mire detenidamente, mis dedos se movieron por si solos, acariciando cada pequeño espacio en su rostro. Me regaló una pequeña sonrisa, mi corazón se detuvo por un momento y no pude evitar besar su frente. Riendo lo deje ir, y camine buscando mi ropa.

Mientras sacaba mi ropa, sus pasos se escucharon detrás de mi

-Busque ropa para ti, vístete mientras termina de secarse- Dijo entregándomela

-Gracias, pero estaba pensando que era hora de irme

-¡No!- Dijo y después de sonrojarse y aclarar su garganta se corrigió- Puedes quedarte más tiempo...

-Me quedaré- Dije en voz baja, Marco me sonrió

Tiro de mi mano y lo seguí sin pensar en nada más que el

Amargo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora