Doce

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Era medio día cuando por fin me levanté, había dormido muchas horas y al levantarme sentí todo mi cuerpo adolorido. Camine directo al baño, lave mi rostro y me mire en el espejo.

El reflejo de un hombre pálido y acabado me saludo, no me había rasurado en semanas, tenía una barba sucia y asquerosa. Aún así no hice nada por quitarla, simplemente salí sin mirarme de nuevo, buscando algo que beber.

Marco no estaba, pero las botellas de alcohol si. Tomé una para empezar a beber, pero la encontré vacía, al igual que las demás. Me di cuenta que todo en mi casa estaba funcionando de nuevo, al agua, el gas. Había comida en la estufa, y varios botes con agua y jugo en el refrigerador.

Por alguna razón, ver todo eso solo me hizo enojarme, no quería que Marco me tuviera lástima, que estuviera detrás de mi como si necesitará de el.

Baje a la tienda de nuevo, compre las primeras botellas de whisky que encontré y me puse a beber, era lo único que necesitaba.

Me acabe una botella entera, abrí una nueva pero antes de beber de nuevo la puerta se abrió. La mirada de Marco sobre mi fue de decepción total, y lo entendía, ¿Que más puedes pensar de un hombre sentado en la esquina del suelo con botellas de licor a su alrededor?. Yo pensaría que es patético, un inútil, ¿Cuántas veces no pensé eso de otros cuando los veía borrachos en las fiestas, o cuando caminaba por la calle?. Y ahora había acabado de esa manera, como un imbecil

–Esto es un problema– Escuché decir a Marco

–¿Cómo entraste?– Le pregunté con las palabras arrastrándose en mi lengua

–Tengo tus llaves, y no pienso devolverlas– Dijo caminando a la cocina– No has comido nada y estás bebiendo

–¿Algún problema?– Pregunté casi gritando– ¡Déjame en paz!

–Lo haré, no voy a molestarte– Dijo con un suspiro y después camino hacia mi– Pero no más licor

Entonces se inclino y se llevó las botellas, quise levantarme para quitárselas pero mis pies se enredaron y caí al suelo. Se acercó a mi y empezó a revisar mi ropa, sacando mi billetera y las tarjetas que tenía. Lo empuje para evitarlo pero estaba mareado, no tenía fuerza en los brazos.

–Dame eso– Le pedí

–No, me lo llevaré– Dijo autoritario– Vendre a verte todos los días para traerte comida.

–Ya te dije que no quiero, solo déjame, no quiero nada

Me levanto del suelo con fuerza y me llevo casi arrastrado hasta el baño donde me hizo meterme en la bañera y abrió el agua fria. Me dejó ahí por varios minutos, mientras mi cuerpo comenzaba a temblar por el frío.

–Hora de salir– Me quitó la ropa, excepto por la ropa interior y me envolvió con toallas– Vamos Jean

–La extraño Marco– Dije riendo– La extraño mucho

–Todos lo hacemos– Respondió en voz baja mientras me sacaba

Como dijo, Marco vino a mi casa todos los días después del trabajo, y aunque estaba dejando de beber, la abstinencia era horrible. Me ponía de mal humor, estaba irritable. La comida termino muchas veces en el suelo o con insultos despectivos hacia Marco. Lo saque de mi casa en muchas ocasiones, aún así el siguió viniendo sin falta. Limpiaba el desastre que hacía, llenaba de comida la alacena y se encargaba de hacer que estuviera limpio.

Particularmente hoy, estaba enojado. Habían pasado tres semanas y quería beber algo. Ya era tarde y Marco no había llegado a mi casa, por alguna razón eso me hizo enojarme más. Me senté en el sillón y comencé a patear la mesa delante de mi, hasta que termine por romperla. Fue cuando la puerta se abrió y el llegó, estaba hablando por teléfono

–Ya te dije que me des un poco más de tiempo– Dijo suspirando– Matt, por favor, entiende que no es por eso

Matt, el grandioso Matt estaba hablando con el. Me levanté con fuerza y quite el teléfono de sus manos, lanzandolo por la habitación. No sabía si se rompió, solo quería que dejara de hablar con ese imbecil

–¿Que mierda?– Hablo Marco– ¡¿Que te pasa?!

–Sabes que no lo soporto, no hables con el estando aquí

–¡Era mi teléfono Jean!

–¡No me importa!– Dije apretando los puños– ¿Por qué llegas tarde?, Tengo hambre, preparara algo de comer

–No voy a preparar nada, vete a la mierda Jean– Dijo dejando las bolsa en el suelo y buscando su celular– ¿Matt?

Al parecer el teléfono no se había roto, y la llamada seguía conectada

–No es nada, ¿Pero puedes venir por mi?– Empezó a caminar hacia la puerta– Hoy no se siente bien, es todo

–No te vas a ir, ¿No escuchaste lo que dije?– De nuevo me acerque a el para quitarle el teléfono

–¡Juro que voy a golpearte!– Me grito– Estoy harto de tu maldita actitud, así que me iré por hoy

–¡Lo escuché!, Te vas a ir con tu precioso novio, seguramente solo quieres cojer porque aquí no hay nadie para hacerlo– Empecé a hablar sin pensar, simplemente tratando de herirlo– Siempre has preferido una verga en lugar de a tus amigos, siempre haces lo mismo maldito gay– Apretó el teléfono con fuerza, sus ojos empezaron a temblar.

Eso era lo que quería, que se enojara conmigo, que se fuera de una vez, que me dejara como hicieron todos. No quería su lástima, no quería su ayuda. Quería morir

–¡Lárgate de una vez!– Dije con fuerza– ¡Nunca quise que vinieras, estaba completamente bien antes de que llegarás!. ¡Maldito marica!

El golpe me tiro al suelo, solo fue uno pero sentí que todo mi cuerpo se estremecio de dolor. Me queje y lo mire, todo su cuerpo estaba temblando mientras me miraba.

–No voy a decirte nada, porque se que todo es producto de tu enojo, y vendré de nuevo mañana, un poco más calmado– Se dio la vuelta para salir pero me levanté y lo empuje por la espalda, cayendo al suelo con el– ¡Sueltame Jean!

No lo escuché, empecé a tirar golpes hacia el mientras el hacia lo mismo. El se defendía y yo solo quería golpearlo, se levantó del suelo y de nuevo lo empuje, cayendo sobre uno de los muebles y tirando todo al suelo, rompiendo más cosas, haciendo un desastre

Marco quedó sobre mi, su mano izquierda sujeto mi cuello con fuerza y levanto la derecha, listo para dejar caer un golpe sobre mi cara. Nunca había visto sus venas tan marcadas, sus ojos tan enojados. Bajo el brazo y cerré los ojos, pero el golpe nunca llegó. Solo el ruido del suelo ser golpeado me hizo abrir los ojos, y unas gotas cayeron sobre mi rostro.

El sollozo de Marco se hizo más fuerte, el dolor se reflejaba en el, mientras seguía llorando. Fue cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, Marco se sentó a un lado, mientras su cuerpo se sacudió con fuerza y limpiaba sus ojos con enojo.

–Eres un maldito imbecil– Empezó a decir– Eres tan insoportable, tan odioso. Aún así trato de soportarte, trato de no decir nada, porque se que estás sufriendo, pero yo también lo hago, yo también perdí algo, no solo tu. Eres tan egoísta que piensas que solo tú debes morir, ¿Pero y nosotros?, ¿Cómo crees que se siente Eren?, ¿Armin?, ¿Sus padres?. Todos nos sentimos una mierda, pero el único que tiene derecho a sufrir, ¿Eres tú?

Alguien empezó a tocar la puerta con fuerza, Marco se levantó y limpio su rostro para poder abrir. La silueta de Matt entro con prisa al departamento, miro alrededor, sacando sus conclusiones de inmediato y se tiro sobre mi.

–¡Pedazo de mierda!– Grito cuando me sujeto, aunque Marco intervino de inmediato para detenerlo

–¡Estoy bien, sueltalo!– Le dijo empujandolo– Ya basta, solo vámonos. ¡Por favor Matt!

Lo hizo, me soltó pero antes de irse me insulto de nuevo. Los vi salir juntos, Marco no volvió a mirarme en ningún momento, y la puerta se cerró detrás de ellos mientras yo me quedaba en el suelo, como el patético hombre que era.

Amargo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora