Trece

424 69 19
                                    

Marco siguio viniendo, todos los días sin falta, solo que yo no lo veía. Cada vez que despertaba, había comida guardada en el refrigerador, la casa estaba limpia, y mi ropa lavada. Yo permanecía encerrado en mi habitación, y solo salía cuando lo necesitaba.

A veces escuchaba llegar a Marco, el ponía un poco de música a bajo volumen y hacía los quehaceres. No me hablaba, nunca me molestó o me pidió algo. Hacía las cosas sin importar todo lo que le había dicho.

Hoy llegó temprano, aunque alguien entro con el. Abrí un poco la puerta de la habitación y escuché lo que estaban diciendo.

–Tienes que dejar de hacerlo– Dijo Matt– Ya paso mucho tiempo, el mismo te dijo que no te quiere aquí, ¿Por qué seguir cuidándolo?

–Es mi amigo...– La voz de Marco sonaba baja, así que me costaba un poco escucharlo

–Un amigo no te dice esas cosas, entiendelo de una vez– Dijo molesto

–No tenías que venir conmigo– Hablo Marco de nuevo– Se que estás preocupado pero no lo he visto de nuevo, no tienes que esperarme siempre

Matt no respondió, salí de la habitación haciendo silencio y me senté en el pasillo, mientras seguía escuchando lo que hablaban. No me mencionaron de nuevo.

De pronto hubo un silencio, y la voz de Matt se hizo pesada

–¿Ya lo pensaste?– Escuché que dijo, Marco no respondió– Marco, respondé

–Todavía no– Dijo con la voz en un susurro– Solo dame un poco más de tiempo, por favor

–No voy a esperar siempre– Dijo con molestia– Siempre haces lo mismo

–Ya lo sé Matt, pero que quede claro que nunca te pedí que me esperaras, te dije lo que sentía y tú aún así aceptaste, ahora no quiero que me recrimines por eso

–Entonces me hubieras dicho desde el principio, que no querías nada de mi

El silencio cayó en la habitación y Marco suspiro, no entendía muy bien de que hablaban, pero en algún momento me puse de pie. Marco volvió a hablar, está vez más tranquilo

–Lo siento– Entonces escuché pasos, me asome un poco, los vi envueltos en un abrazo. Matt estaba sentado en la orilla del sillón y Marco lo envolvió en sus brazos– No tienes que seguir esperando Matt, te quiero, pero no lo suficiente. No puedo darte lo que tú quieres, no puedo... Amarte como mereces– Termino de decir con lo ojos cerrados– Es hora de que terminemos esto, no podemos seguir así.

–Esta bien, lo entiendo– Dijo soltandose del abrazo y mirándolo– Es por el, ¿Verdad?

–No Matt, no es así...

–¿Estás seguro?– Pregunto cabizbajo– Siempre lo supe Marco, no tienes que mentirme ahora. Sabía lo que hacía– Dijo acariciando su mejilla– Siempre ha sido y será el, ¿Verdad?

–Matt...

Era un momento íntimo entre ellos, me sentí incómodo al estar espiandolos así que decidí irme, pero mi pie tropezó he hice ruido. Ambos miraron en mi dirección y enseguida se separaron, Matt se puso de pie y se movió, como si protegiera a Marco de mi mirada.

–Estabamos por irnos, no tienes que decir nada– Hablo Matt, tomando la mano de Marco– Vámonos

Marco asintió, pero su mirada nunca se dirigió a mi. Recogió sus cosas y ambos salieron del apartamento, sin decir nada. Tampoco pude detenerlos, entendía muy bien como se sentían después de todo lo que sucedió.

Me sentí avergonzado, era un ser humano despreciable. Estaba tan encerrado en mi dolor que lastime a las personas que más me querían, a la única persona que aún estaba conmigo. Me sentí patetico, me sentí una mierda. Tenía más ganas de morir.

Al día siguiente Marco llegó solo. Cuando abrió la puerta y me vio en el sillón se asusto un poco, por supuesto que no esperaba verme. Era la primera vez que cruzábamos miradas, mi pecho se apretó cuando bajo la cabeza y entro sin decirme nada. Fue directo a la cocina, y dejo algunos botes con comida dentro.

Fue incómodo, nunca había sido así entre nosotros. Quería hablarle, decirle algo, solo decir su nombre, pero tenía miedo, era un cobarde. Me puse de pie y me acerque a el, sus movimientos se detuvieron cuando me escucho, me habló de espaldas a mi

–Escucha, no quiero pelear contigo– Dijo suspirando– Solo déjame terminar y me iré, no tienes que decirlo

Me dolió escucharlo, porque todo lo que decía era mi culpa. Yo había provocado que se sintiera de esa manera y que mi amistad con el hubiera terminado así. Me sentí tan culpable, tan imbecil. No respondí nada, el seguía sin moverse

–¿Quieres que me vaya ahora?– Pregunto de nuevo, la voz no me salía, el me respondió con la voz quebrada– Está bien, me iré

Lágrimas de vergüenza se arremolinaron en mis ojos, y un sollozo escapó de mi pecho. El por fin me miro, sorprendido por mi reacción

–¿Jean?, ¿Que sucede?– Negué con la cabeza, mientras seguía llorando

Había llorado antes, pero siempre fue producto del alcohol en mi sistema, la mayoría de las veces no recordaba nada, pero ahora estaba consiente, en todos mis sentidos, y por fin pude llorar como quería. Saque todo el dolor que había estado dentro de mi durante los últimos meses, todo lo que había reprimido.

Sentí sus brazos envolverme, mientras caía al suelo, aferrándome a el. Me abrazo con fuerza, no siguió preguntando nada, solo me sostuvo.

Cuando me calme un poco, me entrego un pedazo de papel de cocina para que limpiará mi rostro. El no hablo para nada durante el tiempo que llore. Mire su camisa, estaba completamente húmeda y pude ver un rastro de mocos.

–Lo siento– Dije limpiando su camisa

–No te preocupes– Se limito a decir

–Perdoname Marco– Dije por fin mirándolo– Perdoname por todo, por favor. Se que es difícil, pero estoy arrepentido por todo, no debí tratarte de esa manera, no debí decir nada de lo que dije, es solo que yo me sentía tan mal, aunque eso no lo justifica, lo sé...

–Cállate Jean– Dijo agarrando mis hombros– Todo está bien, todo está bien

–Pero Marco...

–Todo está bien, lo único que quiero, es recuperar a mi amigo– Dijo acariciando mi cabello– Siempre estaré aquí, no importa lo que pase

De nuevo empecé a llorar, me sentía demasiado culpable y sentía que no merecía nada de el. No merecía que estuviera a mi lado. Aún así el nunca me abandono, siempre se preocupo por mi. No sabía cómo iba a pagarle todo lo que había hecho.

Después de llorar por un rato más, nos levantamos del suelo y me sirvió de comer. Le pedí que me acompañará, así que se sentó conmigo y comimos juntos. A pesar de que estábamos hablando como antes, me di cuenta que todo lo que decía era con cuidado. No menciono a nadie, hablaba de cosas sin sentido, lo hacía para no lastimarme.

Cuando termino de comer, el continuo limpiando, trate de ayudarlo pero me dijo que no había problema y que podía quedarme sentado. Se burló un poco de mi aspecto de vagabundo y después se fue, diciendo que tenía que trabajar al día siguiente.

Me quedé solo de nuevo, y aunque antes no me hubiera dado cuenta, ahora sí lo hacía.

Odiaba estar solo

Amargo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora