Quince

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Me estaba mirando en el espejo, acababa de terminar de ducharme. Sujete mi barbilla, que estaba cubierta de una incontrolable masa de pelo. Mi cabello también estaba demasiado largo. Suspiré, debía empezar a cambiar mi aspecto para seguir adelante.

Marco me había apoyado demasiado, debía demostrarle que su esfuerzo estaba funcionando, así que tome las tijeras y comencé a cortar la larga barba. Me llevo bastante tiempo, nunca había estado tan larga y después de cortarla debía rasurarme.

Por fin vi mi rostro limpio después de tres meses, parecía un poco más humano.

-¿Jean?- Escuché la voz de Marco llamarme

-Aqui estoy- Respondí y escuché sus pasos acercarse

-¿Quieres comer espagueti...?, ¡Wow!- Dijo con sorpresa al verme- Te ves tan diferente

-Creí que ya era hora- Respondí con una sonrisa- Solo falta el cabello

-¿Quieres que lo haga por ti?- Pregunto con una pequeña sonrisa en los labios- Recuerdo qué siempre tenía que cortarlo antes

-Si, estaría bien- Respondí recordando.

Antes de estar con Mikasa, Marco se encargaba de cortar mi cabello. Tenía un pequeño problema dejando que otros tocaran mi cabello, así que después de mudarme con Mikasa, ella se encargo de cortarlo siempre.

El acercó un banco donde me senté, no teníamos algo para cubrirme pero no importaba, podía bañarme de nuevo. Marco cepillo mi cabello con suavidad, mientras veía su reflejo en el espejo. Sus ojos no miraban a otra parte que no fuera mi cabello, estaba concentrado mientras hacía cada corte. Me sentí relajado, cerré los ojos mientras esperaba que terminara, solo disfrutando.

Después de un rato, sus dedos se enterraron en mi cabello, y acaricio con suavidad, sentí sus dedos recorrer mi mandíbula, hasta llegar a mi mejilla. El toque era tan suave, tan delicado, que no quise abrir los ojos, solo quería sentir el calor que dejaba a su paso. Deje salir un suspiro y de pronto el sonido de las tijeras cayendo al suelo me hizo abrirlos. Marco las estaba recogiendo, se movió demasiado rápido y entonces se quejo de dolor.

-Maldicion- Dijo llevando su mano al lavabo

-¿Te cortaste?- Pregunté mirando su mano

-Si, al tratar de recogerlas las agarré por el filo- Respondió con la voz temblorosa- Soy tan estúpido- Reflexionó en voz baja

-Fue un accidente, déjame verlo- Pedí tratando de tomar su mano, pero el se negó rápidamente

-No, estoy bien, solo necesito poner una bandita- Dijo negando con fuerza- No te preocupes, todo está bien

No dije nada más, el no me miraba mientras lo veía moverse para envolver su dedo. Cuando termino por fin me miro, se veía más tranquilo.

-¿Que te parece?- Me preguntó sobre mi cabello, lo había olvidado

-Es perfecto, me gusta- Respondí mirandome al espejo- Gracias

-De nada, ahora iré a preparar la comida

-¿Puedes cocinar?- Pregunté preocupado

-Solo es un pequeño corte- Respondió- Mejor enjuagate y limpia todo esto

-Bien, saldré en un momento

-Si, si- Camino alejándose de mi

Me sentí nervioso por alguna razón. Cuando me quedé solo, recordé como estaba tocando mi rostro y no pude evitar llevar mi mano a mi mejilla. Su toque se había sentido demasiado bien.

No queriendo pensar mucho en eso, hice lo que me había dicho y después salí para verlo. Estaba hablando por teléfono con alguien, su voz se escuchaba un poco quebrada.

-No puedo hacerlo, es difícil- Escuché que dijo- Yo... No sé...

Fue en ese momento que se dio la vuelta y la sorpresa en sus ojos se reflejo de inmediato

-¿Terminaste?- Me preguntó sin soltar el teléfono

-Ya está todo listo, ¿Te ayudo a preparar algo mientras sigues hablando?

-No, no te preocupes- Después hablo a la persona en el teléfono- Te llamaré más tarde, ¿Bien?

Después de colgar fue a la cocina, mientras esperaba que me dijera algo. Desvió el tema, hablando de otras cosas pero esa conversación estaba muy grabada dentro de mi. ¿Que era difícil?, ¿No podía decirme?

Tampoco quería presionarlo, así que no pregunté nada para no incomodarlo.

Desde ese día, Marco comenzó a portarse un poco extraño. Estaba nervioso alrededor mío, lo que me hacía ponerme nervioso a mi. Imaginaba que tal vez ya no quería vivir conmigo, o que había hecho algo para enojarlo.

Unos días después, Marco llegó enojado e insultando. Yo estaba viendo televisión cuando lo escuché entrar.

-¿Que sucede?- Le pregunté apagando la televisión

-¡Es un idiota!, ¡Eso sucede!

-¿Quién?

-¡Matt!, El es un imbecil, se supone que ya habíamos hablado y llegado a una solución y ahora me llama para vernos

-¿Y no es bueno?

-¡No!

-¿Pero por qué?- Estaba mucho más confundido que cuando llegó

No entendía la razón de su molestia, o porque era malo que quisiera verlo. Eran novios, iban a casarse, ¿No se amaban?

-Bien, hoy voy a beber- Declaro sacando unas latas de cerveza de una bolsa que no había visto

-Marco...

-No, tu no lo harás, voy a beber solo

Dicho eso, camino directo al baño donde se encerró con el alcohol comprado.

La confusión en mi cerebro era enorme, empezando por el tono tan infantil en el que Marco estaba hablando. Tampoco tenía muchas ganas de beber, así que no me importaba que lo hiciera en el departamento pero estaba preocupado, por él.

Después de un rato me acerque al baño, se escuchaban algunos sollozos y maldije a Matt y a toda su familia y ancestros. Con cuidado me senté en la puerta, escuchando como lloraba y bebía.

-¡¿Cómo se atreve a decirme eso?!- Escuché que se quejaba- ¡El sabe muy bien como me siento!, Es tan difícil, estar con él es difícil pero aún así quiere que vaya y le diga las cosas- Una pausa, seguramente bebía- ¡¿Cómo voy a decirle algo?!

Más palabras incoherentes se escuchaban, era gracioso pero la preocupación era más, así que toque la puerta y se quedó en silencio.

-¿Marco?- Pregunté con suavidad- ¿Puedes abrir la puerta?

-No quiero- Sus palabras ya se escuchaban raras

Estaba seguro que no había cenado nada y había tomado alrededor de 4 o 5 latas. El nunca tuvo resistencia.

-Abreme por favor, necesito hablar contigo- Pedí tocando de nuevo, casi lo estaba imaginando con el ceño fruncido y haciendo una mueca

Aguante la risa y escuché latas moverse por el suelo. Me aleje un poco de la puerta y espere que saliera

Amargo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora