Treinta y siete

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Las horas pasaron sin darnos cuenta. Ignoramos por completo las llamadas y mensajes que llegaban a nuestros teléfonos, hasta el punto de apagarlos. Estábamos demasiado inmersos en nosotros, en el ahora.

Hablamos sobre nuestro pasado, de nosotros, pedimos perdón por los errores cometidos y prometimos olvidarnos de eso. Ya no volver a lastimarnos

Permanecimos abrazados, solo disfrutando de la calma y tranquilidad. Sus dedos acariciaron mi cabello, mientras descansaba sobre su pecho, mi mano se aferraba a el, sin querer soltarlo

-¿Crees que se enojen?- Pregunto de pronto Marco, con la voz somnolienta

-No lo creo, cuando mucho solo nos golpearan- Respondí moviendo mi cuerpo para quedar a su altura- Recibiré los golpes por ti

-Eso sería injusto, ambos lo merecemos- Sus manos enseguida rodearon mi rostro, acariciando mis mejillas- Tienes los ojos rojos

-Los tuyos están hinchados- Puse mi frente sobre la suya, tome una de sus manos y la apreté entre nosotros, besando sus dedos

-Estaremos juntos ahora, ¿Verdad?- Pregunto son un leve temblor en la voz

-Estaremos juntos, te lo prometo

-¿Me amas?

-Te amo, con cada pedazo de mi ser- Volví a besar su mano, el sonrió- ¿Me amas?

-Nunca he dejado de hacerlo- Respondió con nuevas lágrimas en sus ojos

Estas nuevas lágrimas eran de felicidad, de amor. Daban un nuevo comienzo entre nosotros, dónde está vez seríamos libres de mentiras, malos entendidos, libres de cualquier duda. Yo lo amaba, el me amaba, nada iba a impedir que por fin fuéramos felices, no iba a dejar que de nuevo se fuera de mi lado.

-Debemos llamar a Armin- Dijo Marco en voz baja- Debe estar preocupado

-Dejalo llorar un poco- Respondí aferrándome de nuevo a el, ocultando mi rostro en su pecho

-Jean, no hagas eso- Se quejo con voz risueña- Me da cosquillas

En lugar de responder, de nuevo lo moleste, moviendo mis manos, tocando su cadera. El empezó a reír, mi toque se hizo más intenso y roce sus muslos. Su risa se cortó abruptamente, cuando un suave jadeo salió de sus labios. Nos congelamos, ninguno de los dos había pensado en cruzar la línea, pero el desarrollo de la situación hizo que mi mente se desviará a cosas más eróticas.

Marco se sonrojo, sus ojos se desviaron, sus labios entrecerrados soltaron un suspiro y mi mano se movió para acariciar su pierna, la línea donde terminaba su short me permitió meter mi mano, acariciando su muslo, llegando más adentro de su ropa. Cerro los ojos mientras sus dedos se acercaron a sus labios, casi mordiendolos. Mi respiración se hizo pesada, la sangre calentándose. Me acerque a el, quería morder sus labios, lamerlos hasta dejarlos hinchados, a punto de sangrar.

Pero la puerta sonó con fuertes golpes, casi desesperados. La burbuja de lujuria a nuestro alrededor se reventó, y Marco se levantó de la cama.

-Te dije que Armin estaba preocupado- Dijo arreglando su ropa- Solo el vendría hasta aquí

No dije nada, lo observé salir de la habitación, parte de su cuello estaba teñido de un leve sonrojo, al igual que sus orejas. Sonriendo de lado, maldije a Armin por romper mi burbuja.

Pase las manos sobre mi cabello para peinarlo un poco y salí de la habitación, Marco ya estaba abriendo la puerta y un apresurado Armin entro.

-¡¿Por qué no contestas?!, ¡Estaba muy preocupado!- Casi grito- Llevo horas llamándote, no hemos podido contactar con Jean... ¡¿POR QUÉ ESTÁS AQUÍ??

Amargo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora