El ascenso del ángel caído

280 52 60
                                    


D'Angelo apretó fuertemente su mandíbula y golpeó la pared del avión, estaba furioso por no poder bajar y ayudar a sus compañeros de equipo, sentía que la decisión de su capitán era una exageración, no había nadie más allí, podían darse el lujo de arriesgarse, pero había sido claro.

Sintió entonces una filosa cuchilla sobre su cuello, detrás de él había aparecido el capitán y no parecía que daría a torcer su decisión.

—Veo como Ishida y tú se retuercen, molestos, por no poder bajar ¿Te parece que mi orden es una mierda?

—No he dicho eso, capitán.

—Si ellos lo logran, bien, si no, yo mismo bajaré y los mataré a los dos antes de irnos de acá. Pregúntale a tu compañera que tanto habla la razón de eso y luego, no mires atrás.

Tragó saliva, la voz del capitán era fría y filosa, de un momento a otro no sintió escuchar al capitán Müller, sino al ángel de la muerte del que tanto le habían hablado en el campamento, sabía que podía ser estricto con las órdenes, pero de allí a amenazarlo de esa manera era algo que no esperaba.

Desapareció y apareció en una esquina del avión, D'Angelo tragó saliva y vio a su lado como Ishida lo miraba aterrorizado, pese a que a él no le habían puesto un cuchillo en el cuello sintió igual aquella presión de la temible mirada del capitán. Brown se acercó a él y habló casi igual o peor que él.

—Ellos decidieron desobedecer una orden directa, lo que les pase es consecuencia de ellos.

—¿Pero por qué? Somos más, podríamos terminar eso rápidamente.

—No lo sabes, en la guerra todo es incierto, y si ellos tomaron una decisión de ser quienes pelearan, son ellos los que deben cargar con el problema, no Ishida o tú— Comentó mientras se sentaba a un lado de dónde él estaba— Tú ves que abajo hay dos compañeros en peligro ¿Sabes cómo lo ve el capitán? O mejor ¿Cómo lo ve alguien como yo?

—Eres una torturadora...entonces

—Vaya, eres de hablar mucho, pero te cuesta si se trata de "muerte" y "compañeros" en una misma oración, curioso— Dijo ella mientras se acomodaba en el lugar, como si afuera no hubiese una feroz batalla— Verás, el capitán dice que si ellos fallan él iría por ellos para matarlos, porque si quedan vivos pasan a convertirse en prisioneros de guerra de Quimera, y ellos seguro tienen gente como yo, no tan talentosa claramente, que los hará pasar por un infierno para extraerles cualquier información, así sea el color del esmalte que llevaba hoy la coronel.

—¿El color de...

—Un aguamarina por cierto ¡No le quedaba mal! Aunque lo cierto es que puede parecer una estupidez, pero la información es muy valiosa, hasta el más pequeño detalle puede ser útil, si Ishida y tú bajan, para el capitán no son dos soldados ayudando, sino dos personas más que podrían perjudicar al resto si son capturados, así que Uraraka y Bakugou son ya un problema para el capitán que, si no lo resuelven ellos, él lo hará a su manera ¿Entiendes ahora?

D'Angelo podía entender lo que le decía su compañera, pero no estaba de acuerdo con ello, sin embargo, ya le había dejado claro su capitán que no le permitiría bajar, Bakugou y Uraraka ya habían hecho su elección.

Miró a Ishida y este negó con la cabeza, parecía tan frustrado como él, pero estaban de manos atadas, solo podían quedarse allí y esperar el resultado de esa batalla tan larga y extensa que duraría tan solo unos pocos minutos.

Y luego...no mirar atrás.

Bakugou estaba realmente molesto, no podía acercarse para nada a su enemigo, las púas estaban siendo un gran problema, por lo que tendría que quedarse a cierta distancia, el otro inconveniente es que ella tampoco les daba tiempo para descansar, apenas esquivaban un ataque venía otro tras ellos y para empeorar, la velocidad de Uraraka había disminuido a raíz de esa herida que se había hecho protegiéndolo a él de un ataque letal.

Sin lugar para los débiles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora