—¿Qué el ministro de defensa qué?— Gritó la coronel pensando que había escuchado mal.
—Ya te lo dije, está en una depósito a unas cuadras de aquí, no te preocupes no dirá nada— Dijo Lucky caminando como si aquello fuese una conversación normal, sin implicaciones políticas internacionales— Tranquila, ha sido fácil, no tengo ni un rasguño.
—Más que tu salud, me preocupa la de él ¿Cómo diste con su ubicación en ese corto tiempo mientras yo dormía?
—Es sencillo, a ver mi querida y amargada coronel— Indicó mientras se colocaba a un lado de ella— ¿Qué es lo que le gusta a todo político corrupto?
—El dinero— Respondió dando un paso a un lado, tratando, inútilmente, de crear distancia.
—¡Correcto! Pero hay algo más ¡Y son las prostitutas! —Dijo alegremente andando a un lado de ella— Aunque debo decir, que siempre se cumple que mientras más corrupto, más gustos diferentes tienen— Indicó en referencia a las preferencias del político.
La coronel no quería saber ese tipo de información y su expresión se lo hizo entender a Brown, que solo se río al verla, honestamente quería matarla y dejarla en alguna catatumba de París en donde no la encontraran jamás, esa chiquilla enana no solo se atrevía a desafiarla, sino que le jodía paciencia y encima no seguía órdenes. Luego de que la misión terminara, se aseguraría de hablar seriamente con ella, aunque estaba más que segura que el 99% de lo que diría terminaría en algún rincón olvidado de la mente de ella.
Su exigencia tenía un motivo, no era solo por ser su superior, sino porque sabía lo que ocurría cuando te salías del plan o cuando ibas por tu cuenta, esa individualidad podía costarle a alguien la vida, e incluso, a muchos.
—Sabes, me hubiera gustado regalarte algo más bonito, como un ramo de girasoles y rosas, pero supongo que un imbécil con información secreta del gobierno es algo bueno para empezar ¿No?— Dijo abriendo las puertas.
Apenas pasaron por la puerta, la coronel notó que el quirk de Brown estaba activado, así que no importaba si aquel sujeto gritaba, nadie iba a escucharlo sin importar qué, entraron y vio que a un lado, lejos de la mirada de aquel tipo, se encontraba lo que parecía ser el chofer de este.
—Brown, tú y yo sabemos que no debe haber...
—Tranquila, entiendo que este sujeto tiene algo muy sucio que decir, podía dejar durmiendo a su chofer, pero ¿No te parece mejor que alguien más escuche esto?— Indicó mientras se acercaba al chofer, asegurándose que no pudiera escuchar nada, ya que estaba en una segunda burbuja de su quirk— Él no puede vernos y no nos escuchará hasta que yo lo permita, al igual que el idiota que vinimos a interrogar. He preparado todo, ya revisé el perímetro, me aseguré que no pasáramos por el lente de alguna cámara, en cuanto a los celulares de ambos, no hay problema, no nos van a rastrear. Ya tengo todo listo para que cuando hable quede todo registrado, es más, hace unos minutos estaba lloriqueando pidiéndole a Dios ¿No te parece miserable?
—¿Está todo listo para el interrogatorio?
—Es lo que dije
—¿Y eso de andarme agarrando del brazo y jalándome de una calle a otra sin sentido era para evitar las cámaras?
—Eso y que hace frío, el calor humano siempre es más reconfortante ¿No lo cree?
Schlange sabía que esa chica era buena como interrogadora, pero no se imaginó que fuese tan buena cuidando los detalles, y eso que lo hacía mientras mostraba esa actitud idiota. Dio un vistazo rápido y todo estaba listo, mientras ella dormía para esperar y atacar a aquel sujeto, Brown se había encargado de todo ella sola y de forma exitosa, no estaba para nada feliz con el hecho de que hiciera las cosas por su cuenta, ya se lo recriminaría luego, pero por el momento, podía concentrarse en terminar aquello por lo que habían venido.
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Sin lugar para los débiles
Hayran KurguUraraka había llegado a aquel bar con la intención de distraerse, por alguna razón no le encontraba sentido a su carrera como heroína profesional y se sentía estancada en una relación que todos veían como perfecta, pero que no era así. Al encontrars...