Que el sufrimiento del cielo traiga lluvia al infierno

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Bakugou estaba oculto en un lado del fuerte, con los artefactos que le había hecho Yaoyorozu pudo tener una mejor visión de todo el lugar, iba acompañado de unos drones que le advertían de cualquier amenaza, además que iba armado de pies a cabeza, si iba a quedarse sin quirk se aseguraría de tener con él lo necesario para llevarse a todos los enemigos consigo.

Lo primero que tenía que hacer era deshacerse de toda la basura posible, de los que estuvieran en los alrededores, aunque eran demasiados y estaban dispersos, no estaban justo en la zona donde estaba aquel gas que eliminaba los quirks así que eso era un punto a favor. Frente a él habían cinco de ellos, luego de que actuara seguro darían la alarma, así que debía ser rápido y certero, y sin causar ruido que era lo peor, la presencia de Brown hacia falta.

Lucky apareció a un lado de él, le tendió los lentes que Yaoyorozu había hecho para él y con ello pudo analizar rápidamente el entorno de los alrededores del fuerte.

—Debo hacer 48 saltos en total, por más rápida que sea, será un minuto de gente muriendo frente a otros...sonará la alarma.

—Entonces, ya que va a sonar la alarma al final, dime ¿Qué tan fuerte es tu quirk explosivo?

—Si quieres una supernova, la tendrás.

—Doble, si vamos a darles un espectáculo ¡Será en grande!

Dicho aquello, Bakugou tomó una granada de humo que Yaoyorozu le había hecho, nuevamente con aquellos lentes pasó a visión de calor. Frente a él habían cinco. Cuando los atacara vendrían tres, dos por el lado izquierdo y uno por la derecha, así que debía reducir a aquellos en poco tiempo para encargarse de los otros.

Sin pensarlo.

Tomando el cuchillo y haciendo un corte preciso en una parte donde no hubiese forma de aferrarse a la vida.

Dejando en claro que el héroe de tiempos de prosperidad había cambiado para ser un héroe de guerra ¿Y eso qué era precisamente? Con la granada en mano, lanzándola hacia sus enemigos, y con el cuchillo en su mano izquierda, se lanzó hacia el primero, clavando el filo en su cuello y haciendo que fuera directo al piso comenzando a ahogarse con su propia sangre.

Un asesino en tiempos de paz era el héroe cuando azotaba la guerra.

Bakugou se negaba a ser un hombre que tuviera que cegar la vida de otro para poder salvar a los demás, pero desde su llegada a Damasco ese principio quedó muy escondido en su corazón, debajo de muchas heridas y traumas que escondieron aquel heroísmo en una caja con llave. La imagen de la científica Antoine era la que estaba frente a esa caja, la bala entrando en su cabeza, siendo este el único escape que quedaba para salvarle de toda una rutina de torturas que congelarían al ser humano con la temple más fuerte. La discusión entre su moral y lo que debía hacer ya había terminado hace tiempo, no iba a temblar, no más.

Uno de los soldados apuntó su arma contra él, Bakugou la tomó e hizo que el disparo fuera hacia arriba, rápidamente los demás lo rodearon pero el humo les quitó la visibilidad, el soldado de la FS no vaciló, tomó al hombre detrás de él y lo usó como escudo humano, mientras uno de los de Quimera vaciaba su arma automática, el cuerpo de su compañero era baleado sin piedad y haciendo de muro para el enemigo que había entrado.

Dos menos, quedan tres.

Lanzó el cuerpo a un lado y él se dejó caer, simulando lo que sería la caída de un cuerpo sin vida, los que quedaban apuntaron al otro que se había movido con más fuerza, momento en el que Bakugou aprovechó la poca visibilidad a su favor, cargó un Ap Shot, pero en esta ocasión no disparó una vez, sino dos veces, haciendo que dos de los soldados cayeran por el golpe, mientras aprovechaba que el otro retrocedía por la pequeña onda de choque, llevándolo hasta el suelo de una tacleada para así matarlo apuñalando en el pecho.

Sin lugar para los débiles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora