Tu perfume entre la nieve (Tian Guan Ci Fu) (Fengqing)

Capítulo 35 ~ Especial Final "Invierno"

Invierno.

La historia de un tulipán terco.

Una vez soñé con la casualidad.

Se detuvo frente a mí, acarició mi mejilla y notó la sonrisa que estaba gravada en mis labios.

"Sonríes" me dijo "sonríes como nunca te había visto hacerlo"

Y entonces, hallándome en evidencia de aquella felicidad desbordante y también ansioso por qué supiera la razón, le confesé que me había enamorado.

"Del invierno" le dije. Me había enamorado del invierno. De tí.

Y la casualidad me miró con tristeza, lastima y temor por mi corazón; me miró como una madre mira a su hijo cuando sabe que se he entregado a la perdición.

Abrazó mi alma.
Examinó mi corazón.
Me consoló.

"No puedo salvarte de algo en lo que ya has caído, pero puedo rogar por tí…" me dijo "Porque te lastimarás"

Y le sonreí confiado, porque sabía que ninguna herida, por muy mortal que fuera, sería más fuerte que ésto.

Y admití locura mezclada con sutil cordura, y admití haberme enamorado como un tonto y un demente. Y si de amor y locura he fallado, que los amantes y los psicóticos me envidien o me señalen, porque no habrá poder humano que me haga retroceder.

Y entonces desperté. Y te ví. Bella musa hecha de hielo y escarcha, buscando con tus manos el calor entre mis brazos.

"Amor…" te llamé. Y te besé la frente mientras susurrabas en sueños.
Y supe que todo estaría bien.

¿Quien puede ser más terco que las flores que sobreviven al invierno? Eso es. Un tulipán que nació y vivió de la primavera, cuyos pétalos jamás han conocido la escarcha y que ahora, soñador inconsciente y amante ideal, se entrega al invierno porque de él se ha enamorado.

He dejado todo lo conocido atrás y ahora, con tu mano en la mía, que la belleza de indescifrable me salude.

~~~~~~~~

Un año.

Doce meses.

Muchas lunas y cuatro estaciones.

Mil besos hechos de lo extraño y lo hermoso.
Otras mil caricias mediando entre lo que no se puede decir y lo que se dice todos los días.

Eres tú. Soy yo.
Somos.
Simplemente eso: Somos. En lo ilógico y lo que tiene más sentido que todo lo existente. En el cariño entregado a diario y en sus extrañas e infinitas formas de mostrarse, en la compresión adquirida de la experiencia y de las cortinas desveladas de tus emociones.
Somos lo que el tiempo y tus ojos han dejado ver a los míos.
Somos. Simplemente eso.

Doce meses.

Un año. Uno de tantos.

En esa mañana, la mañana del día en que se cumplía un año desde aquella plática en el templo de una diosa olvidada, donde quedó no sólo una declaración y un beso, sino también la verdad de lo que en algún punto todos los mortales llegamos a sentir; ahí, en ese lugar olvidado por el mundo pero que, como las cosas más valiosas de la existencia, es amado por solo unos pocos, dos almas encajan los recuerdos que han creado juntos al paso de estos doce meses.