Como todos los viernes, Mu Qing llega a casa más temprano de lo normal. Se ha acostumbrado a ello, convirtiéndolo en una rutina, no es como si le aburriera o le agotará, aquel día en particular es una salida a su monótona vida; sí, ama sentarse a leer en las tardes, después de terminar sus quehaceres en casa y las tareas del colegio, incluso admitiría que tiene un hobbie extraño de bordar cualquier cosa en cualquier pedazo de tela, aquello era su terapia personal que nadie conocía. Pero los viernes eran distintos.
Dejó preparada la comida y ordenando la casa, su madre le insistía en que no era necesario que lo hiciera, sobretodo en los demás días que ella y Mu Qing terminaban llegando a la misma hora a casa, a veces Mu Qing ganaba la discusión y realizaba los quehaceres, a veces su madre era tan terca que terminaban juntos, lado a lado, el uno cortando y el otro tal vez sazonando, la madre de Mu Qing sabe que es algo inútil insistir, siempre es de la misma manera, además, tiene que admitir que le agrada pasar tiempo con su único hijo, aún si fuera solo a la hora de la comida, y aunque Mu Qing no lo demuestre, ella sabe que él también lo disfruta, su hijo podría tener un carácter fuerte y malhumorado, pero nadie más que ella podría saber que en fondo de todo eso se guardaba un corazón de cristal resguardado en una coraza de piedra. Una coraza de piedra que parecía estarse rompiendo últimamente, ella lo había notado, desde hace 10 meses tal vez, sonreía de manera casi imperceptible al aire, como si algún recuerdo tomara su mente y le diera su calidez, tal vez el recuerdo de algo que lo hacía feliz, al parecer, y desde hace 1 mes quizás, refunfuñaba entre dientes antes de soltar un suspiro muy silencioso, como si algo lo abrumara o le molestara, hasta el punto de no salir de su mente.
La mujer deseaba saber que era lo que provocaba cada uno de aquellos cambios de humor, el uno dulce y el otro no tanto, siempre había pensado que debían ser dos cosas o tal vez...dos personas completamente distintas para provocar aquello en su hijo, que casi siempre respondía con un comentario sarcástico o poniendo los ojos en blanco ante cualquiera. En verdad era enigmático saber que clase de personalidades podían aturdir a su hijo de ese modo.
Cuando Mu Qing estaba colocándose una sudadera y unos tenis mucho más cómodos, dispuesto a salir de su casa, su madre llamó desde el primer piso.
Mu Qing bajó y la saludó, antes de decirle que saldría un momento, su madre suspiró antes de sonreír y decirle que no tardara tanto, después de todo, no le preguntaría a dónde iba si ella ya lo sabía perfectamente. A ella nunca le pareció sano en su hijo el hecho de que se esforzara en recordar lo que lo atormentaba desde hace meses, era cierto, el dolor y la culpa habían terminado desde hace un tiempo, pero el seguía visitando ese lugar como si al hacerlo consiguiera una absolución a su error del pasado, aún si ella misma le dijera que dejara de hacerlo, sabe que eso no lo detendría.Mu Qing se colocó la capucha de su sudadera y dejó sus manos en los bolsillos, el frío que alertaba sobre el próximo invierno estaba haciéndose notar cada vez más, los árboles con sus ramas desnudas se preparaban para la época en que el blanco los cubriría, el viento se llevaba las últimas hojas secas que quedaban en el piso.
Mu Qing amaba el invierno, lo admitía. Es verdad, el frío era a veces casi insoportable, a veces le incomodaba tener que usar tanta ropa para poder protegerse y odiaba usar gorros desde que su madre lo había visto usar uno de color azúl cielo que tenía un peludo pompón en la punta, ella nunca lo diría, pero Mu Qing sabe que se moría de ganas de decirle que se veía adorable usando aquello con sus mejillas rosadas; aún con todo aquello, a Mu Qing le encantaba el invierno, la nieve cayendo, el frío en la punta de sus dedos y el paisaje en medio un bello color blanco, en verdad era una de sus visitas más preciadas.
Mu Qing había tomado un camino distinto del normal en esa ocasión, era un poco más largo ya que rodeaba algunas residencias antes de dar con el sendero que daba a la colina del pueblo, pero para Mu Qing era mucho más placentero, en esa época, podría caminar por el borde de la calle observando las hileras de árboles dándole un adiós al otoño, porque de cierta forma y aunque Mu Qing negara el origen de aquello, también le gustaba esa estación.
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Tu perfume entre la nieve (Tian Guan Ci Fu) (Fengqing)
Fanfiction-Él es como un clavel en invierno- susurra Feng Xin - el maldito es fuerte, frío y orgulloso entre la nieve, y la escarcha helada, en lugar de maltratar sus pétalos, lo hacen jodidamente encantador... ~~~~~~ Sus destinos chocaron mucho antes de lo q...