Tu perfume entre la nieve (Tian Guan Ci Fu) (Fengqing)

Capítulo 14 ~ De recordar y perder.

—¿En verdad acabas de hacer que nos sacaran de una cafetería...— Mu Qing habló con cierta molestia —...solo porque no estabas de acuerdo en que el té es mejor que el café?

—¡Oye!— gritó Feng Xin —esta pelea empezó porque dijiste que el café es muy amargo.

—Y lo es, ¿O no? Además, solo era una opinión, idiota— Mu Qing ladeó los ojos y luego rodeó con sus manos el vaso de té que tenía y lo acercó a sus labios, tomó un sorbo y luego volvió a hablar —aún así, sigo pensando que el té es mejor que el café. No es mi culpa que no puedas aceptar algo como eso.

—Te odio— soltó Feng Xin y le dió un sorbo al vaso de café en sus manos.

Mu Qing rodó los ojos mirando hacia un lado, sonrió levemente sin que el otro lo notara, como si después de lo que había sucedido en la cafetería del instituto, lo último dicho por Feng Xin no tuviera demasiado sentido.

El peliplateado acercó de nuevo el vaso humeante a sus labios y aspiró el aroma del líquido. La calidez transmitida hacia sus manos le recordó el aire cálido proveniente de los labios de Feng Xin, y con aquel recuerdo vino también el tacto del moreno y la sensación embriagante de estar tan cerca de él, sin sentir el frío del invierno ya que la emociones del momento eran suficientes para disipar la sensación helada del ambiente.

Mu Qing resistió las ganas de dar un vistazo al perfíl del chico a su lado, tal vez con el temor de que los ojos de Feng Xin estuvieran en su dirección y al enfocarse en los suyos, brillarán de aquella manera como si supieran algo que Mu Qing aún no sabía, para luego darle una sonrisa ladína y quizá acercarse levemente al contrario y dejar que aquella calidez propia del moreno se filtrara en los sentidos de Mu Qing.

El peliplateado lanzó un suspiro imperceptible, pensando en si debía modificar aquella definición que tenía de Feng Xin como un "idiota" a la de un "idiota jodidamente romántico"

Pero sin importar nada, el castaño seguiría siendo un idiota, al menos para Mu Qing.

Ahora se preguntarán, ¿Cómo fue que los dos terminaron bajo el kiosko de un parque, bebiendo algo caliente, en lugar de estar en un cafetería, cómo había sido el plan inicial? Bueno, si le preguntaban a cualquiera de los dos, responderían únicamente con que el contrario era un imbécil.

Después de haber compartido más que solo él calor del tacto de sus dedos sobre la mejilla del otro, además de varios besos que, sin duda, ninguno de los dos podría olvidar y en medio de lo inexplicable y lo instintivo, Feng Xin había tomado la muñeca del contrario y habían salido de la cafetería del colegio.

Habían caminado lado a lado. El castaño había liberado su agarre en la mano de Mu Qing, en primer lugar porque la mirada del peliplateado aún se veía tímida y como si estuviera huyendo de algo. Cómo si la negación aún hiciera eco en los sentidos de Mu Qing, atando sus emociones entre intrincados nudos que solo podrían soltarse con dedicación y tiempo, pero el castaño, a su vez, sentía que un par de aquellos nudos ya se habían deshecho sin que el otro lo notara. Justo como cuando deseamos algo y al mismo tiempo nos negamos a tenerlo, pero el anhelo y el sentimiento es a veces más fuerte y se desata por sí solo.

La muestra de aquello había llegado en una simple caricia sobre el cabello del castaño, con los dedos de Mu Qing relajados y sus yemas presionando ligeramente sobre el inicio de su cabello y luego enterradas entre algunos mechones castaños. Feng Xin podría jurar haber sentido más de un suspiro entre sus labios. Tenía que admitir que aquellos gestos le habían resultado deliciosos.

Y en segundo lugar porque no quería presionar a Mu Qing, en medio de la complejidad del peliplateado habría siempre dudas que se debilitarían con el tiempo, no sería fácil ni mucho menos rápido y por aquella razón Feng Xin prefería dejar que el peliplateado aceptara primero lo sentido, y estaba seguro que después de eso, Mu Qing podría dedicarle más que una sonrisa leve y un brillo inconsciente en sus ojos.