Capítulo X: "Invitación"

456 61 1
                                    

A LA MAÑANA SIGUIENTE

LOS ANGELES, CALIFORNIA

No sabía que hora era, ni mucho menos en dónde estaba, de lo único que Lisa estaba segura, era que tenía un fuerte dolor de cabeza, que incrementaba cada segundo. Sus ojos estaban pesados y con cada movimiento que daba, sentía unas ganas insoportables de vomitar.

¿Por qué le estaba pasando todo eso?.

El sonido de una puerta siendo abierta llamó su atención, pero únicamente soltó un gruñido al escucharla cerrarse. Escuchó unos pasos y luego, una fuerte luz le dió por completo en el rostro, provocándole más dolor que antes.

— Veo que la bella durmiente, ha despertado. —Jennie comentó parada a un lado de la ventana de su habitación, mientras veía a Lisa cubrirse el rostro con la cobija—. Será mejor que te levantes o yo misma te sacaré de ahí.

— Déjame dormir, Jennie. —pidió Lisa, con molestia—. Además, ¿Qué haces en mi casa?.

— ¿Tú casa?. —preguntó Jennie, antes de reír. Caminó hasta la cama y tomó un extremo de la  cobija para retirarla y dejar a Lisa al descubierto. Haciendo que la más alta, se cubriera el rostro con ambas manos—. Perdóname Misa, pero estás en MI casa y debes de salir ahora o tus padres pensarán que te secuestré a tí y a tu hermana.

De pronto, todos los recuerdos de la noche anterior llegaron a la mente de Lisa. Por unos segundos, en su rostro apareció una sonrisa al recordar el tiempo de calidad que había compartido con Jennie. Sin duda, aquella noche quedaría en su memoria para siempre. No solo por el hecho de haber conocido más de Jennie, sino, porque por primera vez desde que llegó a la tierra, se había sentido sin presión alguna y únicamente se dedicó a disfrutar del momento.

— Vamos, sal de la cama. ¿O acaso quieres que te saque cargada?. —preguntó Jennie, con un tono de voz fuerte, haciendo que Lisa soltara un gruñido de molestia—. Ya son más de las diez de la mañana, no es hora para estar durmiendo.

— Sí, sí, pero no grites que me duele la cabeza. —dijo Lisa, recargando sus brazos en la cama e impulsándose con ellos, para poder sentarse. En el momento en que logró hacerlo, sintió que todo a su alrededor daba vueltas—. ¿Por qué se está moviendo todo y me duele la cabeza tan solo con escucharte hablar?. —preguntó con preocupación.

— Eso, se llama resaca. —dijo Jennie, poniendo los ojos en blanco. Giró sobre sus talones y caminó hasta su closet, sacando de el una toalla que segundos después le entregó a Lisa—. Vamos, ve a tomar una ducha, yo buscaré algo de ropa para tí.

Lisa asintio, intentando ponerse de pie, pero aquello se le estaba complicando un poco. Jennie al verla, decidió ayudarla y la encaminó hasta el baño que había en su habitación. Le abrió la puerta y la dejó pasar.

— Te dejaré la ropa en la cama para cuando termines. Luego, baja a la cocina. —pidió antes de cerrar la puerta. Lisa, asintió a pesar de que Jennie ya no estaba presente y giró viendo el baño con detenimiento. Era color blanco, con azulejos negros y todo estaba en completo orden, cómo si nadie lo hubiese utilizado antes.

Cuando terminó de inspeccionar todo el lugar, se despojó de sus prendas y entró a la ducha, completamente desnuda. En el momento en el que el agua caliente tocó su piel, sintió cómo sus músculos se relajaban y el dolor de cabeza, poco a poco desaparecía.

Quince minutos después, salió del baño con una toalla envuelva al rededor de su cuerpo y el cabello mojado. Lisa, observó la habitación, percatándose que al igual que el baño, todo estaba impecable. Las paredes eran de un gris bastante claro, con algunos detalles blancos y estaban libres de cualquier decoración, a excepción de la pared frente al escritorio, dónde se encontraban algunas páginas de periódico. Observó la cama y sonrió al verla cubierta completamente por una sábana negra y las almohadas grises.

En Busca De Mis AlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora