Capítulo XXXII: "El Reencuentro (P.2)

304 45 11
                                    

LOS ANGELES, CALIFORNIA

A LAS AFUERAS DE LA CIUDAD

Los ojos de Rosé, se empezaron a abrir de a poco acostumbrándose a la suave luz del lugar y sintió un enorme vacío en el interior, al percatarse que ya no estaban en aquel sucio salón, sino en un tipo de caverna que era iluminada únicamente por algunas antorchas a los costados.

Sus ojos, se pasearon por todo el lugar y los apretó con fuerza al sentir un dolor punzante en sus muñecas. Fue ahí, dónde se percató que estaba colgando de unas enormes cadenas. Empezó a moverse con la intención de soltarse, pero le fue imposible.

— Rosé, vas a lastimarte. —escuchó una voz a su lado izquierdo y ahogó un grito al ver a Lisa, encadenada al igual que ella. Su rostro, estaba fijo en el suelo, pero aún así, podía ver rastros de sangre correr por el—. Es en vano que lo hagas.

— Dios Lisa, ¿Quién te hizo eso?. —preguntó, con un nudo en la garganta.

— Tu padre. —respondió, escupiendo una gran cantidad de sangre al suelo—. Después de desmayarte, perdí el control y rompí las sogas que me tenían atada. Ataqué a tu padre, pero el fue más rápido que yo y me golpeó hasta dejarme inconsciente, luego desperté y ya estábamos en este lugar.

— Lo siento mucho. —respondió Rosé, dejando que un par de lágrimas bajaran por su rostro—. Pero no entiendo. ¿Cómo es que perdiste el control, si tienes el talismán puesto?.

— No lo sé, pero quiero pedirte algo. —Rosé asintió, sin quitar la mirada de Lisa—. Tus padres vendrán en unos minutos y te van a quitar las cadenas, porque es a tí a quien quieren. Así que necesito que me prometas que si intentan hacerte daño o corromperte, arrancarás el talismán de mi cuello.

— Lisa, si lo hago...

— Si Rosé, hay una gran probabilidad de que la maldad me envuelva por completo y ya no haya vuelta atrás. —Lisa, terminó por ella—. Pero si para protegerte debo de convertirme en el monstruo que dicen que soy, lo haré.

— No puedo permitirlo, Lisa. —dijo Rosé, negando con la cabeza.

— Tienes que hacerlo, Rosé. —Lisa, insistió—. ¿Recuerdas el día de la ceremonia, cuando fuiste a buscarme al jardín?. —la rubia asintió—. Ese día, te prometí que mientras estuviera contigo, nadie llenaría tu alma de maldad. Te prometí cuidarte y nunca dejarte sola. Y el momento de que esas palabras se vuelvan realidad a llegado. Así que prométeme que harás lo que te digo, si algo sale mal.

— Llo.oo..lo prometo. —Rosé, aceptó entre sollozos—. Haré lo que me pides. Solo si yo no logro mantenerlo en calma.

Lisa, asintió aceptando la condición de Rosé y se mantuvo en silencio pensando en todo lo que perdería al quitarse el talismán. Ya no vería a sus padres, a Rosé y principalmente a la chica que consideraba el amor de su vida. Un nudo se formó en su garganta cuando las imágenes de Jennie, llegaron a su mente y las lágrimas empezaron a bajar sin control, mezclándose con los rastros de sangre en sus mejillas.

Iba a perder a Jennie y todo lo bueno que tenía con ella. Ya no vería sus tiernas sonrisas, ni su rostro molesto, cuando Jisoo, hiciera alguna broma pesada o se burlara de ella. Sus manos, ya no se entrelazarían nunca más y sus labios, jamás se volverían a tocar. Ya no se perdería en aquel mar chocolate que tanto amaba y tampoco volvería despertar a su lado los domingos por las mañanas.

Le dolía tener que dejar su vida perfecta al lado de Jennie, pero se lo había prometido a Rosé y no podía fallarle. No a la chica que consideraba su hermana y siempre había estado a su lado. No podía defraudar a la chica que renunció a sus alas por acompañarla a la tierra para que cumpliera su misión.

En Busca De Mis AlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora