Capítulo XXIII: "Perdiendo el Control"

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Fragmento de la maldición de los divididos.

"...Traerás la muerte a todo el que tocas, a todo el que ves. Ese será tu castigo una y otra vez, hasta el fin de tus tiempos. Tú alma estará maldita y condenada a vivir entre miseria, hasta que decidas entregarte de nuevo al mundo de las tinieblas.

La injusticia a tu alrededor te hará perder la estabilidad y será en ese momento, en que el señor oscuro intente reclamar a su hijo."

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LOS ANGELES, CALIFORNIA

Lisa, cerró el libro con fuerza y lo cubrió con su mochila, sin poder continuar con la lectura. El descubrir quién era, le estaba causando mucho dolor y en especial repulsión a si misma. Se le hacía difícil creer todo el daño que podía causar con solo su existencia.

Lo peor de todo, es que en los últimos días, su cuerpo había empezado a sufrir de apariciones de marcas inexplicables que desaparecian en cuestión de minutos y las venas de su cuerpo, estaban teñidas por completo de negro. Estos acontecimientos habían orillado a los padres de Lisa, a realizar una investigación por cuenta propia y encontrar un solución a todo esto; pero hasta el momento no habían conseguido nada.

Lisa, abandonó sus pensamientos, cuando escuchó su teléfono sonar. Lo sacó del bolsillo de sus jeans y una sonrisa apareció en su rostro, cuando vió el nombre de Jennie, acompañado de su fotografía.

— Hola. —dijo cómo saludo, olvidando por completo lo que en su mente rondaba segundos atrás.

Hola, bonita..—contestó Jennie, haciendo sonreír aún más a Lisa—. ¿Cómo está todo en la cafetería?. ¿Tienes mucho trabajo?.

— De hecho, estoy en el campo de fútbol americano. —respondió, viendo todo el lugar vacío. El entrenamiento acababa de terminar y ya nadie se encontraba en el lugar, a excepción de ella—. La hija de Marcela va a dar a luz, así que de la emoción cerró la cafetería y me dió el día libre. Y cómo no tengo que hacer nada más, llamé a mi madre y vendrá por mi y por Rosé, para llevarnos a casa.

Eso es muy genial. —respondió Jennie—. De haberlo sabido, te hubiese traído conmigo. El hospital es demasiado aburrido y Jisoo no deja de tragar las galletas con chispas de chocolate. A este paso, terminaré sacándola de aquí, rodando. —Lisa, río cuando escuchó a Jisoo y a Jennie discutir del otro lado.

Dos horas atrás, Jennie había abandonado la universidad, justo después de que las clases terminaran. Había hablado con Marcela, con anterioridad, pidiéndole que le diera la tarde libre, y así poder acompañar a Jisoo al hospital para su chequeo médico. Sin problema alguno, la mujer mayor le dió el permiso e incluso le había entregado una caja de galletas con chispas de chocolate, para que la mayor pudiera comer algo mientras esperaba a ser atendida.

— ¿Ya han pasado con el doctor?. —preguntó Lisa, luego de que ambas chicas se calmaran.

Aún no. —Jennie soltó un suspiro audible—. Pero estamos por hacerlo. En este momento acaba de pasar la persona que estaba delante nuestra y cuando salga, será el turno de Jisoo.

— Eso es estupendo. —dijo Lisa, con sinceridad—. Espero que el doctor les tenga buenas noticias acerca de los avances de Jisoo.

Eso espero yo también. —comentó la castaña—. Porque ya me cansé de estar cuidando a Jisoo. Es una insoportable, que me obliga a darle de comer en la boca, solo porque tiene un dedo roto.

En Busca De Mis AlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora