Capítulo XXVIII: "Mi Ángel"

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REFERECIAS (FICTICIAS)

Convertido: Ángel que por decisión propia, se entrega a la oscuridad del maligno y sirve a él, cómo un súbdito más.

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HORAS DESPUÉS

EMIGRANT GAP, CALIFORNIA

La lluvia, caía con fuerza en el lugar, azotando los pocos árboles que habían cerca y haciendo tintinear el vidrio de las ventanas.

Jennie, quien en ese momento se encontraba completamente sola, se abrazó a si misma al escuchar el sonido de un trueno. Cerró sus ojos con fuerza y se hundió aún más en la cama, tratando de no escuchar el retumbar de los truenos.

"Vamos Lisa, sal ya". Pidió abriendo sus ojos tan solo unos segundos para ver hacía la puerta del baño en busca de una señal de Lisa, que hace más de treinta minutos se había metido a duchar y aún no salía.

Otro fuerte estruendo, la hizo dar un salto en la cama y cerró sus ojos de nuevo. Con su mano derecha, tomó una de las almohadas y la llevó a su pecho para abrazarla. Ésta, tenía el aroma de Lisa, lo que hizo que su miedo disminuyera tan solo un poco, era cómo tenerla ahí, a su lado.

Y mientras Jennie se aferraba a la almohada, la puerta del baño por fin se abrió. Una gran cortina de vapor, salió de allí junto a Lisa, que vestía unos pantalones de chándal grises y una sudadera azul bastante grande. Su mirada se dirigió a Jennie y al ver cómo reaccionaba al sonido de los truenos, decidió acercarse. Se subió a la cama y sin decir una palabra, se colocó frente a Jennie y la envolvió entre sus brazos.

— Ya estoy aquí, no tienes porque tener miedo. —le dijo Lisa al oido, usando un tono de voz suave para no asustarla—. No dejaré que nada te haga daño.

— Lisa. —susurró Jennie, tirando la almohada hacía otro lado y acercándose a Lisa, lo más que pudiera. Su cabeza, se escondió en el pecho de la más joven y soltó un suspiro al sentir su aroma natural, inundar sus fosas nasales—. Abrázame y no me sueltes, por favor.

— No tienes porqué pedirlo. —Lisa afirmó, cerrando sus ojos, sosteniéndola con fuerza.

Se mantuvieron en la misma posición, por más de una hora, mientras la lluvia continuaba afuera. En este tiempo, Jennie no hizo más, que agradecerle al universo por tener a Lisa a su lado y ayudarla a calmar su miedo a las tormentas fuertes. Su dulce aroma, sus caricias en el cabello y la calidez de su cuerpo, eran suficientes para hacerla sentir en paz y ver qué nada estaría mal, si la tenía consigo.

La lluvia empezó a disminuir poco a poco, hasta que se detuvo por completo. Lisa, quien todo este tiempo se había mantenido en completo silencio y sin hacer ningún movimiento, abrió sus ojos y una sonrisa apareció en su rostro, al percatarse que la respiración de Jennie, por fin había vuelto a la normalidad. Alzó un poco el rostro y colocó sus labios en lo alto de su cabeza, dejando un tierno beso, que provocó un suspiro en Jennie.

— ¿Te sientes mejor?. —le preguntó luego de algunos minutos.

— Si, todo gracias a tí. —dijo Jennie, con sinceridad—. Si no hubieses estado aquí, no se que habría pasado conmigo.

— No pienses en eso. —pidió Lisa, al darse cuenta de lo rígido que se había puesto el cuerpo de Jennie, después de decir eso último—. Yo estoy aquí y estaré a tu lado todo el tiempo que se me permita.

Jennie asintió, aunque en su interior sentía una fuerte impotencia y un odio así misma por temerle tanto a una tormenta. Sin poder evitarlo, una lágrima bajó por su mejilla y enseguida empezó a llorar, haciendo que su cuerpo se sacudiera.

En Busca De Mis AlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora