Capítulo XXVI: "Casualidad o Destino"

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EMIGRANT GAP, CALIFORNIA

Sentada en una de las muchas mesas del restaurante del hotel, se encontraba Jennie sosteniendo en una de sus manos una taza de café y en la otra su teléfono celular.

Una hora atrás, había despertado, gracias a los movimientos y gruñidos que Lisa soltaba por los rayos del sol, que entraban por la ventana de la habitación. Se levantó de la cama para bajar la cortina y al terminar, intentó volver a dormir, pero ahora Lisa estaba con los brazos y piernas extendidos, ocupando toda el colchón. Así que a Jennie, no le quedó de otra que renunciar a sus horas de sueño.

Después de tomar una ducha rápida y vestirse adecuadamente para el clima de frío de Emigrant Gap, bajó al lobby en busca de la recepcionista, para que pudiera recomendarle un lugar donde desayunar. Para su suerte, el hotel contaba con un restaurante en su interior el cual estaba en su debido funcionamiento.

Y ahora, ahí se encontraba, tomando una taza de un delicioso y humeante café, mientras veía las noticias del día.

— Buenos días. —alejó su atención del teléfono, cuando escuchó a Rosé saludarla mientras tomaba asiento frente a ella.

— Buenos días, Rosé. —dijo con una suave sonrisa—. ¿Cómo dormiste?. ¿Te dió muchos problemas Jisoo?.

Rosé, negó lentamente, sonrojándose ante el recuerdo de la maravillosa noche que había pasado con Jisoo. Desde el momento en que ambas se habían acostado en la cama, la mayor se acercó a ella y la abrazó con fuerza pidiéndole que no tuviera miedo, que solo quería dormirse abrazada a ella. Y así fue, porque incluso en la mañana, cuando Rosé despertó, pudo sentir los brazos de Jisoo, aferrados a ella, cómo si tuviera miedo a que se fuera a ir a la mitad de la noche.

— Todo bien, no me dió problemas. —respondió—. ¿Tú noche con Lisa, que tal?.

— Bastante tranquila. —comentó volviendo su atención al teléfono entre sus manos—. Por cierto, ¿Dónde están?. Recuerdo haberte enviado un mensaje cuarenta y cinco minutos atrás, diciéndote que quería a todas aquí abajo.

— Justo vienen entrando. —respondió Rosé, señalando con la mirada a las dos chicas que entraban al restaurante. Ambas con el cabello húmedo por el reciente baño, pero con cara de pocos amigos, debido a la resaca—. Al parecer, la ducha no les ayudó de mucho.

Jennie, giró su rostro y sonrió levemente cuando la mirada de ella y Lisa, se conectaron. Por Dios, incluso con esa expresión de molestia, seguía viéndose cómo una tierna bebé.

— Buenos días. —dijeron Lisa y Jisoo al unisono, tomando asiento en las dos sillas disponibles.

— Buen día. —Jennie respondió con seriedad, dejando su teléfono sobre la mesa y viendo a las dos chicas fijamente—. Veo que están lidiando con las consecuencias de sus actos.

— Jendeukie, por favor, no digas nada. —pidió Jisoo, sosteniéndose la cabeza con ambas manos—. No soporto este dolor de cabeza y mucho menos voy a soportar sus regaños.

— Lo siento mucho, pero me van a escuchar. —dijo Jennie, con un tono de voz fuerte—. Ayer por la noche, les pedimos que hicieran un simple favor. Algo tan fácil cómo buscar un hotel. ¿Pero que hicieron ustedes?, Irse a un bar a emborracharse y a dejar que un par de mujeres les dejaran marcas de labial por toda la cara. ¿Qué pretendían con todo eso?.

— Jennie, déjame explicarte. —Lisa habló—. Lo que pasó...

— Lo que pasó, fue que creímos que ese lugar era un hotel por su nombre, pero resultó ser un bar. —Jisoo dijo, interrumpiendo a Lisa, evitando que pudiera decir algo que la metiera en problemas con su hermana—. Lisa me pidió que saliéramos de allí, pero yo la reté a beber y le dije que si no aceptaba, sería una cobarde. Así que ella aceptó y por eso nos emborrachamos.

En Busca De Mis AlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora