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- Se los juro, ese niño es el mal - Emilio abrió mucho los ojos

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- Se los juro, ese niño es el mal - Emilio abrió mucho los ojos.

Alejandro intercambió miradas con Camilo.

- ¿Qué hizo ChimChim para que digas eso? - preguntó Alejo, comiendo de su hamburguesa.

- Ayudó a la señora de la tiendita de la esquina con unas cajas - enumeró con sus dedos -, luego me cedió el paso cuando él había llegado primero y luego cuando le dije que olía mal no me miró feo y sólo se limitó a limpiarse con servilletas, ¡y después se despidió como si nada! - negó lentamente - Es perverso.

Ambos chicos frente a él volvieron a intercambiar miradas, para luego comenzar a reír.

- En serio, sigo sin entender tu odio - Alejo negó divertido.

- Sí, Joaquín es un buen chico, no entiendo porqué lo odias - secundó Camilo.

- Sé que planea algo, nadie puede ser feliz todo el tiempo - entrecerró los ojos -. Cuando se revele y los asesine sin piedad, entonces me reiré de su sufrimiento.

La seriedad no duró tanto en aquella mesa bajo el gran manzanero, pues los dos menores soltaron carcajadas estruendosas que llamaron la atención de varios chicos cerca.

- Eres gracioso hyung.

- Gracioso será cuando te secuestre y te prostituya en un motel barato y luego te venda al mercado negro.

Las risas volvieron a resonar por todo el jardín, incluido las maldiciones del pelinegro sobre sus supuestos amigos que no hacían más que burlarse de él.

Llamando la atención de varios nuevamente, incluidos a los tres chicos al otro lado, mirándolos con curiosidad.

- ¿De qué crees que se rían? - preguntó un curioso Dylan, mirando al castaño quien reía con más ganas.

- Quizás Emilio hyung contó un buen chiste - Joaquín se encogió de hombros.

- Hablando de hyung - Ethan lo miró -. ¿Lo hiciste?

Las mejillas de Joaquín no tardaron en adquirir aquel tono rosado tan lindo.

- ¡P-por su puesto que no! Él me odia, es inútil.

- ¿Por qué dices eso? - preguntó Dy, estirando el brazo para agarrar su soda de fresa.

- Porque ayer me dijo que olía mal - abrió mucho los ojos -. ¡Y yo nunca huelo mal!

Los dos castaños se miraron, para luego reírse.

- ¡No se rían! - se quejó, soltando un bufido y cruzándose de brazos - Osh, me caen mal.

- Ya Joaquín, no te enojes - Dylan tocó su brazo, enviándole una sonrisa inocente -. La verdad no entiendo porqué te odiaría, no le has hecho nada.

- ¡Exacto! - Joaquín alzó ambos brazos - Ese chico me molesta. Siempre que quiero ser amable él es gruñón, y cuando me lo topo en la calle y lo saludo, él me ignora. ¡No lo entiendo!

- Vaya, Joaquín enojado - Ethan alzó ambas cejas - , y por un chico. Quién lo diría.

El castaño suspiró. - No significa nada.

- ¿Ah no? - Dylan compartió miradas con Ethan - ¿Recuerdas el día en que no podías dejar de ver cómo jugaba baloncesto y dijiste que tenía buen...?

- ¡Callate, callate! - se apresuró a cubrir su boca con sus manos sintiendo sus propias mejillas calentarse - Acordamos no volver a hablar de eso.

Ese día en especial fue muy vergonzoso para Joaquín, porque ese día se dio cuenta que también podían atraerle los chicos. Y Emilio Osorio fue el primero.

Pero aseguraba que no le gustaba actualmente.

- Cambiemos de tema.

- Sí... Recuerdan lo que hay el sábado, ¿cierto? - Ethan los miró.

- No, ¿qué hay? - Dylan lo miró atento.

- El paseo de perros.

- Ah sí, lo había olvidado - Joaquín suspiró -.

Será divertido, ¡ya quiero que llegue el sábado!

Será divertido, ¡ya quiero que llegue el sábado!

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✩Sweetie✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora