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- ¿Y qué le dijiste? - cuestionó Camilo mirando al azabache moverse desesperado por la habitación

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- ¿Y qué le dijiste? - cuestionó Camilo mirando al azabache moverse desesperado por la habitación. 

Emilio aventaba ropa y maldecía a cada segundo, corriendo hasta su baño, entrar, buscar cosas y regresar a la habitación donde sus dos mejores amigos se encontraban acostados en su cama. 

- ¿No es obvio? - respondió Alejandro por él - ¡Le dijo que sí! Sino, ¿por qué estaría tan alterado? 

- ¡Le iba a decir que no, pero me miró con ojos de perro pulgoso y desamparado de la calle y tuve que aceptar! - gritó desde el baño. Luego salió sosteniendo una colonia - ¿Qué debo hacer? 

- Ir - Camilo dijo obvio -. ¡Oye! 

Se quejó cuando Emilio le lanzó un zapato. Alejandro se empezó a reír, protegiéndose con una almohada cuando vio las intenciones del azabache de lanzarle el otro zapato. Emilio bufó, dejó la colonia en la mesita de centro y restregó su rostro con sus manos. 

- No sé qué hacer - se lanzó boca abajo en su cama -, no he ido a una cita en años. 

Ambos intercambiaron miradas. 

- Mira, sólo piensa en esto como una salida de amigos - Alejo le dio palmaditas en el trasero -. Y verás que no habrá problemas. 

- Si no querías ir no debiste aceptar - le siguió Camilo, acostándose boca arriba -, quizás deberías cancelar. 

- No puedo hacer eso - habló todavía escondido -, su primera cita le canceló y sería muy cruel que yo también lo hiciera. 

- ¿Y cuándo no lo eres? ¡Incluso faltaste a mi cumpleaños porque no querías salir de la cama! - se quejó Alejo, golpeándole el trasero. 

- Pero luego te llevé tus snaks favoritos y vimos el maratón de Star Wars durante toda la noche. Además, parecías muy entretenido perdiendo contra Soora en los videojuegos. 

- Ah sí, lo olvidé - rió para luego ponerse melancólico -. No debí apostar todo mi dinero. 

Emilio salió de su escondite y se sentó como indio entre ellos. Soltó un largo suspiro y frunció el ceño. ¿Qué estaba haciendo? Era una simple salida, no debía estar tan estresado con eso. ¡Ha tenido salidas antes! Eso no era nada. Claro que, posiblemente se sentía de esa manera ya que la persona con quien saldría era Joaquín. El mismo chico diabólico detrás de aquella perversa sonrisa. 

- ¿Qué harán? - preguntó Camilo - ¿Dónde será? 

- Joaquín dijo que quería ver la nueva película que salió, esa de la muralla china. 

- ¿Un cine? Entonces no es una cita. 

Emilio lo miró. - ¿Cómo? 

- Sí, las personas van al cine en sus primeras citas porque no están totalmente interesados en la otra persona - explicó -. Piensa, en un cine no harán nada, no hablarán y no podrán conocerse bien. Por eso es que el 80% de las citas es una caminata o una cena. Entonces, Joaquín sólo quiere ver esa película, y no está interesado en ti. 

Emilio lo miró sin expresión, procesando sus palabras. Quizás tenía razón y el pelirosa no quería salir en el sentido romántico con él. Pero ¿por qué se sentía molesto? 

- Pues haré que sí quiera hacerlo. 

- ¿Hacer qué? - Alejo lo miró confundido. 

- Salir conmigo. De verdad. 

- Hermano, eres más bipolar que mi madre cuando ve sus telenovelas latinas, mi hermana cuando le visita el tal Andrés y mi amorcito cuando lee sus libros sobre shipps homosexuales, todas juntas. 

- Y que Alejo, cuando Soo y Dy lo sobornan para robarle dinero. 

Emilio soltó una carcajada al escuchar el quejido de Alejo y verle golpear a Camilo con una almohada.  Entonces Emilio tuvo una idea. 

- ¿Estará Soora ocupada mañana?  Alejo le miró desconfiado. - Esa vaga nunca hace nada. ¿Por qué y para qué? 

- Necesito su ayuda - le sonrió inocente -. ¿Me prestarías a tu novia?         

Cuando el día de la cita llegó, Park Soora no tardó mucho en llegar a casa de Emilio, después de escuchar de Alejo "Emilio tiene una cita", la chica había tocado su timbre tan rápido como había llegado

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Cuando el día de la cita llegó, Park Soora no tardó mucho en llegar a casa de Emilio, después de escuchar de Alejo "Emilio tiene una cita", la chica había tocado su timbre tan rápido como había llegado. En esos momentos se encontraba con los brazos cruzados mirando al azabache desde el espejo. 

- Chicos - llamó su atención -. He terminado. 

- ¿Y qué tal? - Emilio se dio la vuelta y les miró dudoso. 

Alejo abrió la boca y Camilo se encargó de cerrarla, ambos con los ojos muy abiertos. Emilio llevaba unos jeans oscuros algo ceñidos, una chaqueta de mezclilla y una camiseta blanca dentro, su cabello negro iba despeinado intencionalmente y Soora se había encargado de aplicar un muy sutil maquillaje. Se veía tan lindo.

- Woah - fue lo único que Camilo pudo pronunciar. 

- Eres dinamita, nena - Alejo se acercó a su novia y rodeó su cintura por detrás, descansando su mentón en la curvatura de su hombro. 

- Soy hombre, pedazo de mierda. 

Soora rió. - Escuchame bien Emilio... 

- Emilio Oppa - corrigió ceñudo. 

- No, cállate - tapó su boca con sus manos -. Podrás ser mi Oppa, pero no te diré así. 

- Esta niña no tiene respeto por nadie - Emilio quitó sus manos rodando los ojos. 

Alejo soltó una risa besando fugazmente la mejilla de la chica para luego lanzarse a la cama junto a Camilo, quien miraba todo con diversión. 

- Cállate - dejó sus manos en su cintura mirándole ceñuda -. Como te iba diciendo... Cuando llegues a la cita, si él llega tarde dile que acabas de llegar, trata de ceder un poco y por favor, te lo pido como amiga, no seas gruñón. ¿Con quién saldrás? 

- Joaquín - Alejo respondió. 

Los tres taparon sus oídos cuando la chica dejó salir un gran grito, dando saltitos alegres y tomando las manos de Emilio sin dejar de saltar. 

- ¡No inventes! ¿Es el chico tierno del gran...? 

Emilio se apresuró a tapar su boca y miró a sus amigos con grandes ojos. Ambos entrecerraron sus ojos hacia ellos. 

- No te vuelvo a contar nada, mocosa.

- No te vuelvo a contar nada, mocosa

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✩Sweetie✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora