Emilio corría por un lado a otro en la cancha del parque a unas cuadras de su casa, rebotando la pelota naranja en el suelo varias veces antes de saltar y meterla en la alta canasta. Secó el sudor de su frente con su ante brazo y siguió encestando unas veces más.
Las imágenes de la tarde de ayer llegaron ante sus ojos. Joaquín demasiado cerca, sus ojos pequeños mirándolo atento, sus labios carnosos entreabiertos, su cuerpo demasiado cerca de él. La preocupación en sus ojos por haber caído encima suyo, y la forma tan tierna de reírse de él mismo.
Saltó con la pelota en manos, metiéndola de nuevo en la canasta. Se dejó caer con fuerza, doblando su tobillo izquierdo de una forma poco humana, sacándole un gruñido. Llevó ambas manos hasta él, cerrando los ojos con fuerza mientras trataba de controlar su respiración. Se tiró en la cancha, abriendo sus extremidades como una estrella de mar mientras trataba de controlar el dolor.
Estaba solo, su móvil estaba en la mochila que descansaba en la banca lejos él, por lo que no podía llamar a nadie.
Tendría que esperar a que Alejo y Camilo llegasen como lo habían prometido, pero el dolor comenzaba a fastidiarlo.
Miró el cielo azul, lleno de suaves y esponjosas nubes blancas. Demasiado calmado para una predicción lluviosa del noticiero de esa mañana. Escuchaba los pájaros volar cerca y sentía el viento pasar por las copas de los árboles. Todo era tan tranquilo.
- ¡Hyung!
Hasta que aquella voz rompió su burbuja de tranquilidad. Se obligó a girar su cuerpo para mirarlo, Joaquín caminaba hacia él con una gran sonrisa en su rostro. Llevaba un oberol bastante curioso y una gorra al revés.
- No pensé en encontrarte por aquí - dijo una vez se había acercado.
Emilio se acomodó para sentarse en la mejor posición en que su tobillo no le molestase.
- ¿Qué haces aquí?
- Ayudé a una abuelita con sus bolsas de mercado, vive por aquí así que decidí pasar un rato por el parque - se encogió de hombros.
Cielos, ese chico era tan amable que le daban náuseas. ¿Cómo lo había soportado tanto tiempo? O quizás era el sándwich de mala pinta que se comió antes de ir.
- ¿Jugabas baloncesto? - preguntó sentándose frente a él y tomando la pelota.
- Sí.
- ¿Puedo jugar también? - lo miró con un brillo en sus ojos.
Emilio apartó la mirada. - De que puedes, puedes, pero de que yo pueda... Está difícil.
- ¿Por qué? - Joaquín lo miró confundido. Mordió su labio, soltando un suspiro y mirándolo de nuevo.
- Creo que me fracturé el tobillo.
Quizás haberle dicho fue una mala idea, porque se había puesto histérico y decidió llevarlo al hospital. Lo había cargado aún después de que Emilio se negase varias veces y así lo llevó corriendo al hospital, estuvieron a punto de caer en muchas ocasiones, pero Joaquín nunca se rindió. Cuando algo se metía en su cabeza nadie podía sacarlo de ahí.
Ya estaban saliendo, Joaquín sostenía su cintura y Emilio sus hombros. Le habían puesto vendas, pues al parecer era menos grave, pero le dolía como el infierno.
- Ya puedes soltarme - le pidió, mirándolo serio.
- ¿Seguro hyung?
Asintió.
Y justo cuando Joaquín lo soltó y Emilio apoyó el pie gruñó de dolor estando a punto de caerse, si no fuera por los brazos de Joaquín.
- No te atrevas a volver a soltarme.
- Pero tú dijiste...
- Callado.
Joaquín cerró la boca.
- Así está mejor.
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✩Sweetie✩
Fanfiction«Mírenlo siendo tan lindo y adorable... debe ser un truco, quizás trama algo. Ese niño no es normal, es demasiado amable para ser real, debe ocultar algo realmente oscuro. iEs perverso! ¡El mal personificado! Si buscas en el diccionario la palabra "...