— ¡Voy! — gritó desde su habitación, tallando sus ojos adormilados y ocultando un bostezo con su puño. Los golpes en la puerta siguieron resonando por toda la casa haciéndose cada vez más fuertes —. ¡Que ya voy carajo!
Abrió de golpe, observando a la persona del otro lado con el ceño demasiado fruncido. Pero, al notar aquella cabellera rosada su expresión se relajó. Joaquín estaba parado en su puerta con la respiración agitada, mirándole con ojos grandes y el ceño ligeramente fruncido. Haciéndose a un lado le dejó pasar y cerró la puerta tras él, pasando un mano por su cabello revuelto mirándole con curiosidad.
— ¿Qué? — aclaró la garganta al escuchar su voz ronca y con un deje de molestia — Tiene que ser importante para despertarme tan temprano un sábado.
Lo cierto es que se había despertado ya hace un muy buen rato, pero tampoco había querido salir de la cama después de desayunar y arreglarse.
— Hyung, van a dar las cuatro de la tarde — murmuró, observándole incrédulo —. ¿De verdad seguías durmiendo?
Emilio miró el reloj colgado en la pared unos segundos para luego volver a mirarle, comenzando a dirigirse al sofá y dejarse caer en él. — Como sea, ¿a qué viniste?
Joaquín le siguió a pasos cortos y tímidos, con las manos entrelazadas tras su espalda y sus dientes atrapando su esponjoso labio inferior. Observó curioso las decoraciones del salón principal, todo tan distinto al interior de su casa. Todo estaba tan limpio y ordenado, con un ligero aroma a limón.
— Gatito, ¿quién esta...? Oh, ¿quién es tu amigo? — Joaquín se giró a mirar a la mujer que hablaba con pereza asomándose por el pasillo. Usaba bata de dormir, su piel era tan pálida y sus cabellos oscuros tan cortos, sus ojos se veían cansados y las ojeras bajo ellos le hacían lucir enferma.
— Es Joaquín Bondoni — contestó levantándose y acercándose a la mujer rápidamente, tomándole del brazo y dándole la vuelta con cuidado —. Regresa a dormir mamá, no debes levantarte.
Joaquín observó la manera en que Emilio le hacía regresar a alguna habitación en el pasillo, caminando a paso lento y hablándole con voz calmada y gentil. La mujer hablaba en murmuros altos y Emi le contestaba entre dientes como si le estuviese reclamando que no le avergonzara. Juró haber escuchado también el murmuro de la señora Osorio decir algo sobre un gato, pero fue tan bajo que quizás pudo haberlo imaginado. Sonrió tiernamente sin dejar de mirar por donde se habían ido. Miró a Emilio salir de la habitación y cerrar la puerta cuidando de no hacer ruido, para luego soltar un suspiro y regresar con él a la sala.
— Lamento eso.
— ¿Tu mamá — lo pensó unos momentos antes de preguntar —... está enferma?
— No, sólo cansada — explicó tranquilo, su voz haciéndose grave y ronca tras haber soltado un bostezo. Agitó su cabeza cerrando los ojos con fuerza limpiando algunas pequeñas lágrimas —. Anoche llegó tarde del trabajo.
Joaquín asintió. — ¿Puedo... Sentarme?
— Ni sé qué haces ahí paradote.
Sonrió divertido por la respuesta, dando dos pasos al frente y sentándose a su lado. Emilio le miró aburrido acomodándose en el sofá para quedar frente a frente.
— ¿Qué haces aquí?
— Dy salió con Alejo hyung para ayudarlo con algo sobre una chica, Et tiene una cita y As hyung salió con Vam hyung y su familia — encogió los hombros mirándole cauteloso —, y yo estaba aburrido así que pensé en venir a visitarte. ¿Te molesta?
Negó, luego pareció pensarlo y acabó asintiendo lentamente.
— Fui tu última opción, me dueles Bondoni.
Joaquín rió levemente, acercándose a su hyung un poco más, hasta que sus rodillas rozaron. Estaba por hablar, pero un maullido perezoso y suave llamó su atención. Al bajar la mirada se encontró con un gato blanco con manchas en las patas negras como botas, mirándole curioso. Logró reconocerle después de unos segundos, sonriendo levemente ante el recuerdo.
— Tú... Aún lo conservas — murmuró estirando el brazo hacia el gatito, observándole oler sus dedos y restregar su cabeza contra su mano —. Creí que lo regalarías o algo así.
— Eso iba a hacer, pero a mamá le gustó y no pude decirle que no. Además a Samay le gusta tener con quien jugar.
Joaquín asintió lento. — ¿Cómo se llama?
— Mr. Botas.
— Es tan lindo — rió tiernamente —. ¿Tu mamá le nombró?
— Sí... Claro... Ella fue — aclaró su garganta disimuladamente.
Sintió a Joaquin removerse en el sofá y luego sus manos halar suavemente la manga de su camiseta, entonces le observó. Aquellos pequeños ojos le miraban atentos y los labios esponjosos le sonreían dulcemente. Sus ojos se dirigieron hacia esos gruesos belfos, relamiendo los suyos propios inconscientemente.
— Hyung — la mano agitándose frente a sus ojos lo sacó de su ensimismamiento
—. ¿Pasa algo?
Negó repetidas veces, apartándose de Joaquín. Los ojos curiosos del pelirosado le observaron en silencio durante un largo rato.
— Hyung... Eres mi amigo ¿verdad? — le miró asentir lentamente — Los amigos se ayudan entre ellos aún cuando se trata de algo estúpidamente loco... ¿Cierto?
— Sólo di lo que quieres, cachetón.
Le miró sonrojarse ante el apodo y atrapar su labio inferior entre sus dientes. Bajó la cabeza inflando su mejilla derecha unos segundos y después le miró cauteloso.
— ¿Podrías besarme?
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✩Sweetie✩
Fanfic«Mírenlo siendo tan lindo y adorable... debe ser un truco, quizás trama algo. Ese niño no es normal, es demasiado amable para ser real, debe ocultar algo realmente oscuro. iEs perverso! ¡El mal personificado! Si buscas en el diccionario la palabra "...