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¿Qué? ¿Un beso?

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¿Qué? ¿Un beso?

— No... Yo... Es decir... — Joaquín agitó la mano y negó frenéticamente — ¿Pero qué estoy diciendo? Olvidalo.

Emilio seguía en transe. Con los ojos muy abiertos y las mejillas coloreándose de a poco. Había dejado de escuchar lo que el nervioso Joaquín trataba de explicar, haciendo maniobras con sus manos y mirando por todas partes para no tener que mirarle el rostro. Sus mejillas se habían calentado ligeramente y se movía en el sofá con desesperación.

¿UN BESO?

— Es decir... ¿Por qué lo harías? Es una locura, los amigos no se besan — siguió enredándose con sus palabras —. Sólo somos amigos ¿no? Sí, sólo eso...

— Cachetón...

— No me odie hyung, sé que fue muy tonto pedirle eso... Porque tú no querrías ¿no? Digo, en el caso de que aceptaras, lo cual no creo posible... Digo, no es como si quisiera yo besarle... Alejo dijo que... No debí de... ¡Por los cielos! ¡Soy tan tonto!

— Joaquín...

— ¡Por favor no me odie hyung y no me deje de hablar! — cubrió su rostro enrojecido con sus manos alzando un poco la voz — ¡Si me deja de hablar me sentiré muy triste!

— ¡Carajo Joaquín, cállate! — había alzado la voz haciéndole brincar del susto. Le miró temblar de los nervios y soltó un sonoro suspiro — No te odio cachetón, nunca lo haría.

— P-pero... Antes parecía que...

— Joaquín, nunca te odié — tocó su hombro suavemente —. Sólo... Eres un poco fastidioso ¡Es que tú eres tan lindo y amable que me da náuseas! Es que ¿cómo mierdas puedes ser amable todo el tiempo? Dejas que las personas te pisoteen fácilmente y eso... ¡Eso me irrita! A veces me irritas y sólo me dan ganas de...

Cuando Joaquín salió de su escondite y le miró con el entrecejo arrugado y un ligero puchero en sus labios, se dio cuenta que la había cagado.

— ¿Yo... Te irrito? — se había levantado de un tirón, con los puños apretados y mirándole con molestia — ¿Te doy náuseas?

Me lleva la...

Le observó apretar los labios y dar la vuelta para salir de su hogar; estuvo por cerrar de un portazo pero al recordar que la señora Osorio seguía descansado decidió por cerrar con cuidado. Pero mirándole muy seriamente para que supiera que en serio estaba enojado. Restregó las manos en su rostro soltando una maldición para luego levantarse rápidamente e ir tras él.

— ¡Espe-! — pero se había ido.

Con el corazón alocado y la respiración agitada sujetó su cabello gruñendo exasperado. ¿En serio? ¿De verdad había hecho enojar al gran amable y dulce Joaquín con una tontería como sea? Por un demonio, lo que faltaba.

Al darse vuelta mirando al lado izquierdo de la calle logró enfocarlo, justo ahí, sentado en la acerca mirando a la calle. Escuchó a su corazón retumbar fuerte contra su pecho y tragando saliva se acercó lentamente. Joaquín murmuraba cosas intentibles entre dientes y jugaba con una pequeña margarita entre sus dedos, arrancándole los pétalos, uno por uno.

— Jo..

— Olvidé que había perdido las llaves de mi casa — murmuró — y mi hermano no está. No tengo a donde ir.

Emilio quiso reír por el puchero molesto y sumamente adorable que había hecho, pero a cambio de eso sonrió divertido, sentándose junto a él.

— Yo... Lo siento.

— No, tienes razón — le miró ceñudo —. Es tonto, todo esto... Yo soy tonto.

— No lo eres.

— Lo soy — negó inflando sus mejillas con aire para luego expulsarlo en un resoplido —. Siempre ha sido así... L-las personas creen que pueden usarme y yo... Yo les dejo... E-es que no puedo decir que no... No sé por qué, siempre ha sido así.

— ¿No puedes decir no? — le miró asentir lento arrancando otro pétalo — Joaquín... ¿Puedo besarte?

Le miró con grandes ojos sorprendido y mejillas teñidas.

— L-los amigos no se besan.

— Acabas de negarme algo. Sí puedes decir no — le sonrió —. Y siendo sinceros, me dolió un poco.

Sus ojitos se abrieron sorprendidos nuevamente, brillando emocionados al tiempo en que una gran sonrisa se dibujaba en sus gruesos labios. Emilio no pudo evitarlo, soltó una risa al verle emocionarse por algo como eso. Joaquín, siempre tan lindo, tan tierno... Tan Joaquín.

— ¡Emilio hyung! ¡Acabo de negar algo! — sin darle tiempo de responder se había abalanzado a su cuerpo tomándole desprevenido, haciéndoles caer a ambos sobre el césped del jardín delantero

— Eish, Jo...

Joaquín había acunado su rostro entre sus manos y acercado su rostro rápidamente, tomando sus labios entre los suyos en un tímido beso. Uno torpe y rápido. Tan rápido como un pestañeo, pero había logrado hacerles sentir muchas cosas. Ambos, mirándose con las mejillas teñidas y los ojos abiertos en sorpresa.

— Y-yo... Lo siento... M-me emocio-

Emilio tomó sus mejillas y de un rápido movimiento le acercó a su rostro, volviendo a unir sus labios. Una presión, sólo era una simple presión. Hasta que, Joaquín abrió la boca dejando que sus carnosos labios se almodaran perfectamente con los delgados de Emilio. Tan suave y delicado, moviéndose lentamente y con torpeza, como si quisieran grabarse sus sabores.

— No eres sólo mi amigo Joaquín — murmuró al separase, volviendo a besar sus labios —. Me — beso—... gustas — beso.

Joaquín le sonrió tanto, mostrando sus dientes y ocultando sus ojos tras mejillas teñidas, murmurando un: — Me gustas, hyung — antes de besarle nuevamente.

Joaquín le sonrió tanto, mostrando sus dientes y ocultando sus ojos tras mejillas teñidas, murmurando un: — Me gustas, hyung — antes de besarle nuevamente

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✩Sweetie✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora