- Joaco - Asher llamó -, ¿qué dices?
- ¿Ah? Perdona hyung, me distraje.
- Sí, comiéndose a Emilio hyung con la mirada - Dylan rió ante la expresión de horror del pelirosa, pasando el brazo por los hombros de Alejo, quien se pegó a su cuerpo casi al instante.
- ¿Qué? Claro que no.
- ¿Y por qué te sonrojaste? - Alejo alzó ambas cejas, enviándole una mirada sugerente y apuntando sus mejillas.
Joaquín tocó sus mejillas con los ojos bien abiertos, como si estuviese espantado ante la idea. Escuchando sus risas burlonas, haciéndole sentir avergonzado.
- Yo... No sé qué decir - confesó, rascando su nuca con nerviosismo.
- Sólo di que te gusta.
Infló sus mejillas con aire para después dejarlo salir con un resoplido.
- Pero yo no le gusto.
- No lo negaste - Dy alzó ambas cejas con una sonrisa burlona apuntándole de manera infantil.
Joaquín se sonrojó de inmediato, escuchando los leves ruidos inhumados que Alejo soltaba.
Dirigió sus ojos hacia donde Emilio y Camilo se encontraban hablando, entonces los ojos felinos de su hyung le enfocaron y apartó la mirada rápidamente, sintiéndose tan nervioso que comenzó a jugar con sus dedos para tratar de distraerse.
- Ahí viene - el murmuro de Dylan muy cerca de su oído le envió escalofríos, girándose a mirarle con las mejillas teñidas -. Suerte Minnie ~
Estuvo por decir algo más, pero la voz de Emilio llamándole casi perezosamente le hizo estremecer.
Caminando por el lugar, hablando o riendo, todos se encontraban entretenidos entre ellos. Pero por primera vez, Joaquín no estaba riendo. Se mantenía sin expresión, mirando el suelo, teniendo miles de pensamientos en su cabeza.
Estuvo así desde la corta conversación con el pelinegro. No fue más que un simple saludo y un "¿te diviertes, hyung?" De su parte obteniendo un asentimiento distraído. Estuvo esperando que dijera la razón de haberle llamado, pero se mantuvo en silencio un paso alejado.
Desde la lejanía Camilo les había mirado ceñudo con los brazos cruzados y Alejo tallaba su tabique con las mejillas llenas de aire, como si estuvieran estresados sobre algo. O conteniéndose para golpear a alguien.
- ¿Alguien quiere helado?
- Sí, suena bien.
- ¿Quién va a comprarlo?
Intercambiaron miradas cómplices para luego mirar al pelinegro y al pelirosa, quienes estaban callados.
- ¿Por qué no van ustedes? Sería más rápido.
Emilio miró a Joaquín esperando por una respuesta, a lo que el pelirosa asintió lento, mirando la heladería.
- Bien, vayan, vayan - alentó Alejo sacudiendo las manos y dándole un guiño para nada disimulado a Emilio, quien le miró ceñudo.
Ambos empezaron a dirigirse hacia el local, Emilio con las manos en los bolsillos y Joaquín con los nervios creciendo. Nunca se había sentido así de nervioso a su lado.
Y comenzaba a tener un presentimiento extraño, como si algo malo fuese a suceder.
Al entrar al local se dirigieron hacia los contenedores donde estaban los helados, viendo a un hombre acercarse con una sonrisa amable. Pero toda la amabilidad se fue a la mierda en cuento le enfocó.
- Oh, no pensaba en verte por aquí - habló con una mueca de disgusto, mirándolos a ambos.
- Es una heladería, cualquiera puede venir.
Emilio se sorprendió ante el tono grosero y brusco que había usado Joaquín. ¿Dónde quedó la amabilidad? Que alguien le explique pronto, porque no entendía qué estaba pasando.
Tampoco sabía por qué se había acercado más a Joaquín y había entrelazado su meñique izquierdo con el ajeno, pero se sintió bien. Sintió al pequeño meñique de Joaquín apretar el suyo como si eso le diera fuerzas, como si lograra sentirse tranquilo sólo con eso.
- ¿Y quién es este? - el hombre apuntó a Emilio con la cuchara para helados - No me digas que es...
- No es de su incumbencia señor - cortó, con la mandíbula tensa -. Sólo haga su trabajo y sirvanos ocho helados.
- Eh... Sí - dudoso sin dejar de mirarle ceñudo, Emilio dio un paso al frente -. Dos de fresa, uno de nueces, dos de vainilla, uno de chocochispas, uno napolitano y... ¿Tú qué quieres?
- Chocolate - miró al señor serio.
- Chocolate, por supuesto - el señor empezó a servir -. El favorito de tu madre, ¿no puedes dejarla dormir en paz?
- Señor...
- Yo no soy quien la nombra en cada cosa sin ningún sentido en cada momento - cortó Joaquín. Emilio lo miró ceñudo.
¿Qué estaba pasando?
- Quizás si tú no fueras lo que eres ella estaría aquí, pero no, tenías que ser... - miró sus meñiques entrelazados - ... Y acabar con su vida.
Emilio frunció más.
- El que yo sea lo que soy no mató a mi madre - Joaquín murmuró apretando los puños.
El señor les tendió los helado, dejando la cuchara en un vaso con agua y enviándole una mirada de muerte a Jimin.
- Soy tu tío y debes hablarme con respeto.
Ahora Emilio estaba confundido y sorprendido. Además de incómodo y enojado.
- Lo respetaré cuando usted respete mis decisiones - Joaquín sacó su billetera soltándose de su agarre y le entregó lo que debía -. Vámonos Emilio.
Había jalado de la manga de su camiseta apenas dándole tiempo de sostener los helados, caminando en silencio detrás de un muy enojado Joaquín Bondoni. Pero, antes de salir se giró hacia el señor dándole su mejor sonrisa para después levantarle el dedo medio, huyendo tan rápido como podía tratando de no dejar caer los helados después de hacerlo.
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✩Sweetie✩
Fanfiction«Mírenlo siendo tan lindo y adorable... debe ser un truco, quizás trama algo. Ese niño no es normal, es demasiado amable para ser real, debe ocultar algo realmente oscuro. iEs perverso! ¡El mal personificado! Si buscas en el diccionario la palabra "...