Emilio miraba caminar a Joaquín a lo lejos, él saludaba a las personas mucho más alegre que de costumbre, mucho menos tímido. Habían pasado dos semanas que no hablaban desde que le entregó los chocolates y el asunto de la enfermería. No es que se estuviese quejando, es que de alguna forma se estaba acostumbrando a la compañía de ese pequeño engendro.
Había pensado en acercarse él mismo, pero su orgullo podía por sobre todo. Quizás era lo malo de ser orgulloso.
El receso había comenzado y Emilio se apresuró a salir del salón de su última clase para dirigirse directo con sus mejores amigos para poder quejarse libremente de lo malparido que había sido su profesor. ¡Un examen sorpresa! ¡El hijo de puta había puesto un examen sorpresa!
- ¡Alejo! - llamó a su amigo por su apodo, al verlo a unos metros - ¡Ale!
Pero tropezó con una persona que salía del salón por donde estaba por pasar, provocando que ambos cayeran junto a los libros que la otra persona llevaba en manos. Emilio se quejó sobando su trasero, alzando la vista hacia la persona para gritarle por no haberse fijado. Aunque en realidad, él tenía la culpa.
- Joaquín - sonó sorprendido. Pero sacudió la cabeza -. Lo siento, no te vi. El pelirosa le sonrió sobando también su trasero.
- Descuida, fue mi culpa - empezó a recoger los libros.
Emilio no supo por qué su mano se dirigía hacia uno de los libros, pero lo estaba haciendo. Lo estaba ayudando. Después de todo había sido su culpa. Le ayudó a reunir todos los libros, hasta que Joaquín sostenía una pequeña pila en brazos y Emilio otra. Entonces se levantaron, mirándose.
- Nadie se volvió a ofrecer, ¿cierto? - preguntó, haciendo una mueca por lo pesados que estaban. Eran libros de tapa gruesa y muchas, pero muchas hojas. Asintió.
- Creo que se ha hecho costumbre que yo los lleve.
-¿Y no te molesta? - le miró extraño - Si yo fuese tú los mandaría a la mierda. Rió.
- No sabía que decías groserías.
- Y yo no sabía que fueras tan ingenuo.
Joaquín se detuvo, mirándole confundido.
- ¿Ingenuo?
- Es obvio que nadie se ofrece porque saben que tú lo harás - explicó -, eres demasiado amable para decir que no. O muy tonto.
Las cejas de Joaquín se juntaron, sus labios se aplanaron y por primera vez en todo ese tiempo en conocerlo, le miró molesto.
- Si soy tonto o ingenuo eso no es ningún problema tuyo. ¡Y devuelveme los libros!
Puso los libros sobre los suyos y después se los quitó, empezando a caminar a zancadas firmes mientras murmuraba cosas que Emilio no alcanzó a escuchar. Lo vio irse, frunciendo el ceño.
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✩Sweetie✩
Fanfic«Mírenlo siendo tan lindo y adorable... debe ser un truco, quizás trama algo. Ese niño no es normal, es demasiado amable para ser real, debe ocultar algo realmente oscuro. iEs perverso! ¡El mal personificado! Si buscas en el diccionario la palabra "...