Había pasado una semana. Una semana en la que Joaquín había permanecido encerrado en su habitación, abrazando a su almohada como si temiera fuese a irse, sin comer y únicamente saliendo para ir a refrescarse. Su hermano había estado yendo y viniendo, retirando los platos todavía llenos que solía dejarle para que comiese algo, dejando que Dylan y Ethan entraran a su habitación para hacerle compañía. Cuando sus mejores amigos llegaban les sonreía como si nada estuviera pasando, como si encontrarse con su único familiar, aquel familiar que les dio la espalda cuando más lo necesitaban no le afectaba en absoluto. Ni siquiera se había atrevido a decirle a su hermano.
Un par de suaves golpecitos sonaron en su puerta, para luego escucharla abrirse. No necesitaba preguntar, pues sabía perfectamente que era su hermano. Dándose la vuelta, observó la pared como si fuese lo más interesante en esos instantes.
- No tengo hambre - murmuró -. Y hoy tampoco iré al instituto.
Escuchó un suspiro y una silla moverse.
- Está bien, yo tampoco fui.
Se sorprendió, girándose para ver a un chico azabache sentado en la silla de su escritorio leyendo una libreta suya. Se sentó rápidamente, mirándolo sin saber cómo reaccionar.
- Tu hermano se parece a ti - pasó de hoja, leyendo las letras -... Incluso es muy amable. ¿Estudia?
- Sí... - respondió en un murmuro.
- Tú pagas sus estudios ¿no? El tuyo y el de tu hermano.
- Sí.
Asintió. Entonces se giró a verlo con una pequeña sonrisa en sus labios.
- ¿Cómo te sientes?
- Bien.
- ¿Por qué no has comido?
Joaquín hizo una mueca. - No tengo hambre.
- ¿Durante una semana? - Emilio negó lentamente haciendo sonar su lengua. Se levantó y mostró una bolsa de plástico, poniéndola sobre la pequeña mesa de centro - Traje comida.
- Hyung...
- Tienes que comer Joaquín, mira cómo estás - le miró seriamente -. Ya no tienes carne, y creéme que eso no es mejor. Quiero que tus cachetes vuelvan, ¿así crees que me gustas?
Joaquín abrió los ojos sorprendido. - ¿Y-yo te gusto?
Mierda.
- ¿Uh? - se hizo el desentendido, parpadeando varias veces. Rascando su cabello y abriendo la bolsa - No sé de qué hablas. Déjate de tonterías y ven a comer.
- No lo negaste - canturreó, caminando hasta él y sentándose en el suelo, mirándole con una sonrisa coqueta.
- Tampoco lo confirmé - lo imitó, sacando un par de palillos, acercándose hasta golpear su cabeza con ellos, escuchando sus quejas -. No digas tonterías, niño y come.
Joaquín sonrió mostrando sus dientes y abriendo los palillos, para luego abrir el ramen y empezar a comer.
- Tamfién me guftas - habló con la boca llena, sonriéndole.
- No hables con la boca llena, mocoso. Rió, limpiando sus labios después de tragar.
- Dije que también me gustas - le sonrió de aquella forma coqueta, escondiendo sus ojos y alzando sus cejas, con sus mejillas sonrojadas.
Entonces ¿POR QUÉ MIERDAS ME LASTIMAS ASÍ HIJO DE LA CHINGADA? No, ya, bye. Vete mucho a la verga.
Emilio lo miró mientras sorbía los fideos ayudándose de los palillos. Esperó a que todos pasaran por su garganta y luego tomó agua. Pero no dijo nada, sólo lo miró fijo.
- ¿No dirás nada hyung?
- ¿Esperas que te diga que también me gustas y tengamos un felices para siempre? Pues niño, eso pasa en las películas y libros, esto es la vida real.
A pesar de sus palabras, Joaquín seguía sonriendo.
- Pero sí - continuó, apartando la mirada con mejillas levemente teñidas -. Me gustas.
- ¿Y tendremos un felices para siempre?
Por favor. - Baja de tu nube.
Joaquín rió. Se levantó y rápidamente rodeó la mesa, acercándose a él y abrazarlo por detrás, enredando sus piernas también en su regazo, como un koala.
- ¿Qué haces? - cuestionó tratando de escapar.
- Se llama abrazo - acomodó su barbilla en el hueco de su cuello aspirando aquel dulce aroma de su colonia -. Se hace cuando quieres a una persona.
AAAHH PERVERSO.
- Quítate y déjame comer - trató de liberarse, pero el pelirosa lo atrapó más.
- No.
- Joaquín.
- No.
- Voy a matarte - advirtió, tomando sus brazos. Sin hacer ningún amago por alejarlo, sorprendiéndose ante lo fuerte que eran.
- Ya lo has hecho.
- ¿Cómo así? - le miró sobre sus hombros - ¿Estoy hablando con un fantasma? ¿Por eso eres tan feo?
Tocó su brazo lentamente, como si estuviese comprobando. Haciéndole reír con ganas.
- Tú no piensas que soy feo, ¿o sí?
- ¿Quieres la verdad?
- Uh... Sí.
- Eres... Demasiado... Uhm... L-lindo...
- Hyung también es lindo - dijo contra su cuello, enviándole escalofríos -. Y sólo mío.
- ¿Estás marcando territorio?
Rió
- No - lamió su cuello, haciéndolo estremecerse y sonrojarse tanto que le causó gracia -. Ahora sí.
Hijo de puta, no me provoques Bondoni.
- Eres perverso.
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✩Sweetie✩
Fanfiction«Mírenlo siendo tan lindo y adorable... debe ser un truco, quizás trama algo. Ese niño no es normal, es demasiado amable para ser real, debe ocultar algo realmente oscuro. iEs perverso! ¡El mal personificado! Si buscas en el diccionario la palabra "...