«Mírenlo siendo tan lindo y adorable... debe ser un truco, quizás trama algo. Ese niño no es normal, es demasiado amable para ser real, debe ocultar algo realmente oscuro.
iEs perverso! ¡El mal personificado!
Si buscas en el diccionario la palabra "...
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Joaquín le tendió el vaso de yogurt a la chica frente a él con una sonrisa amable, la chica dio una leve inclinación.
- Que tenga un buen día - le dijo, acomodando su gorra del uniforme -. ¿Qué desea ordenar?
- Uhm... - un hombre miró el menú - Deme... Uno de mora azul.
- A la orden - se dio la vuelta, estirando el brazo para agarrar un pequeño vaso de cartón para luego llevarlo bajo una máquina de yogurt.
Ese día era domingo, y los domingos trabajaba en la tienda de helados de yogurt de la familia de Dylan para ganar uno que otro dinero. El castaño se encontraba atendiendo la caja del otro lado, regalando sonrisas amables al igual que Joaquín lo hacía. Llevaban trabajando durante un par de horas, y el turno de Joaquín ya casi terminaba.
Después de entregar su último yogurt, se recargó en la caja, mirando a las personas comer felizmente junto a sus familiares o amigos. Le gustaría que su madre estuviese ahí junto a su hermano menor, comiendo lo que más le gustaba. Como una bonita familia.
- Mira quienes vienen ahí - Dylan lo codeó para que mirase la puerta.
La campanita anunció la llegada de nuevos clientes, dejando entrar así a tres chicos.
- Sí, claro - miró a los otros dos -. ¿Qué quieren ustedes?
- Dos de fresa, Asher también quiere - dijo Camilo, mirando su móvil.
- ¿Y tú Emilio?
El pelinegro alzó la vista, mirando el menú por sobre la cabeza de Joaquín, quien lo miraba fijo. Poniéndolo nervioso.
- Lo que sea, no importa.
- Joaco, dale el especial - pidió Dylan.
Joaquín asintió, girándose para preparar el pedido. El especial eran tres sabores combinados, con chispas, galletas, M&Ms, nueces o cualquier cosa que quisieras ponerle como extra.
- ¿Alguna decoración? - le sonrió.
Emilio lo pensó. - No importa.
Aplanó los labios, metiendo la cuchara cuadrada en el recipiente de nueces pequeñas, bajo la atenta mirada del paliducho frente a él. Lo miró dudoso, a lo que Emilio asintió aburrido, viendo como las nueces cubrían su helado de yogurt. Se lo tendió, dibujando una sonrisa que hacían sus ojos desaparecer. Emilio tomó el yogurt, con la cuchara recogió un poco, llevándola cerca de su nariz, oliéndola como un lindo conejo y luego la llevó a la boca.
- ¿Y bien? - preguntó Alejo - Está bueno, ¿cierto?
Emilio cerró los ojos asintiendo con una pequeña mueca en los labios.
- Sabía que te gustaría - Alejo rió, golpeando levemente sus hombros.
- Aquí están los suyos - Dylan tendió los otros -. ¿Y qué les trae por aquí?
- Bueno, les hablé sobre tu grandioso local familiar y quisieron venir a probar.
- No tenías que...
- No es nada - agitó la mano quitándole importancia.
El reloj hizo un TIC anunciando el final del turno de Joaquín, a lo que el castaño sonrió ampliamente, quitándose la gorra y rodeando el escritorio para salir.
- Nos vemos luego Dy - se despidió.
- ¡Joaco, espera un momento! - Alejo lo llamó, haciendo que se detuviera - ¿Por qué no te acompaña Emilio? Después de todo van por el mismo camino, ¿no?
- Ah... - lo miró - C-claro.
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