Especial

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- ¡Suéltame Joaquín! - Emilio gritó golpeando sus muslos intentando bajarle de su espalda, pero el castaño se había aferrado con sus piernas y brazos - ¡Al menos no muerdas!

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- ¡Suéltame Joaquín! - Emilio gritó golpeando sus muslos intentando bajarle de su espalda, pero el castaño se había aferrado con sus piernas y brazos - ¡Al menos no muerdas!

Escuchó la risa burlona en su oído y después sintió un par de dientes mordisquear su hombro por sobre la tela de su camiseta; gruñó con molestia y se sacudió cual perro con la intención de hacerle caer, pero era como si en vez de tener a su novio sobre su espalda tuviera una garrapata.

Cuando Joaquin en serio se proponía algo era persistente e incluso irritante, como en esos momentos donde su única meta era marcar la piel de su hyung con mordiscos.

No era inusual, Joaquín solía atacarlo para dejarle marcas por todas partes con la excusa de gustar lo suave y nívea que era su piel. No era un secreto que Joaquín tuviese algo con dejarle manchones ya sean rojos o violetas, era como si quisiera marcar territorio.

Emilio ya se había acostumbrado, pero igual dolía. De todas maneras solía vengarse dejándole también marcas en sus muslos.

- ¡Quítate de encima, perro pulgoso! - volvió a sacudirse logrando hacerle caer finalmente sobre la cama.

Se giró a mirarle y de un rápido movimiento se lanzó encima escuchando sus escandalosas risas cuando comenzó a hacerle cosquillas.

Deteniéndose cuando los dedos de su novio sujetaron sus mejillas y le obligó a fundir sus labios en un beso lento un poco agitado por haber corrido por todo el departamento intentando bajarle de su cuerpo.

Joaquín enredó sus brazos en su nuca y tomó fuerza para hacerle girar, colocando sus formadas piernas a los costados de su regazo.

Emilio dejó descansar sus manos en sus muslos acariciándole como solía hacer, disfrutando del sabor de sus deliciosos belfos moviéndose sincronizados sobre los suyos propios. Cuando finalmente se separaron Joaquín miró directamente sus ojos, sonriendo con labios cerrados antes de inclinarse y dejar besitos alrededor de su mejilla, creando un camino hasta detenerse en el lóbulo de su oreja, el cual atrapó entre sus dientes chupándolo un poco también.

- Gatito... - apenas había pronunciado, pues Emilio había comenzado a jugar con sus mofletes haciéndole abultar los labios y cerrar los ojos - Quierwo...

No pudo evitar reír ante lo tremendamente adorable que se veía, apachurrando una vez más sus mejillas para besar sus labios seguidos de sus mofletes, su barbilla y terminar por acariciar sus narices entre sí con suavidad. Joaquín sonrió con ojos cerrados, dejando salir suaves risitas risueñas.

- ¿Qué quieres, sweetie?

Emilio observó su rostro enrojecer de la vergüenza y sus ojos desviarse hacia otra dirección, atrapando su labio inferior entre sus dientes para finalmente esconderse en la curvatura de su hombro. Sintió los labios ajenos tocar su piel sutilmente junto a su respiración un poco agitada por haberse movido tanto.

✩Sweetie✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora