107.

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Observabas tu reflejo a través del espejo que colgaba de la puerta de tu habitación, tus manos viajaban por distintas partes de tu cuerpo y se detenían en ciertas zonas que te causaban un conflicto interno, estrujabas con una mueca disgustada lo que creías era un exceso de piel sobre tus caderas y, sin poderlo evitar, un lastimoso suspiro escapó entre tus labios.

Jimin, que se encontraba tumbado en la colchada superficie de tu cómoda, levantó su mirada con suma curiosidad al escuchar el sonido pesaroso que provocaste.

- ¿Sucede algo, cariño?

En su voz percibiste un ligero atisbo de lo que creías era preocupación, sin la intención de llenar la mente de tu novio de problemas ajenos, sacudiste tu cabeza en una negativa y erguiste los hombros en una gesto desdeñoso.

- Nada, Jiminie. - te apresuraste en decir, echando un último vistazo a tu aspecto antes de emprender marcha en dirección a tu novio.

Al llegar al pie de la cama, Jimin se acercó al borde de la misma y extendió sus brazos para estrujarte entre ellos en un cálido abrazo.

Permitiste que sus extremidades te envolvieran y te apretaran tanto como tu novio desease, agradeciste internamente el gesto, sintiendo como tu corazón aceleraba su marcha y como un estremecimiento recorría cada centímetro de tu columna.

- Sabes que puedes confiar en mí, ¿Cierto? - susurró a tu oído, en un casto murmullo.

Asentiste en silencio, enredando tus brazos alrededor de su cuello y escondiendo tu rostro entre la curvatura del mismo y hombros.

Sus dedos descendieron hasta llegar a tus caderas y se presionaron para arrastrarte sobre el acolchado, captaste al instante lo que trataba de hacer, elevándote sobre tus rodillas para quedar a horcajados sobre su regazo sin romper en ningún momento el contacto de su abrazo.

- ¿Por qué no quieres decírmelo? - inquirió con angustia, trazando delicados círculos sobre la piel de tu cintura.

Un suspiro satisfactorio abandonó tus labios, provocando que tus mejillas se calentaran y sonrojaran debido a la vergüenza de permitir que aquel sonido emergiera.

- N-No pasa nada, Jiminie.. - respondiste, un tanto tajante.

Las caricias en tu cintura viajaron a tus caderas y posteriormente a tus muslos, los cuales de tanto en tanto eran estrujados suavemente, ocasionando que rafagas de calor se extendieran en todo tu cuerpo.

Las manos de Jimin se sienten ansiosas bajo el toque, como si desease avanzar un poco mas pero, de lo contrario, era como si algo lo estuviera conteniendo.

Una persistente sensación de inseguridad asaltaba tus pensamientos, haciendo que llevaras tus manos a las contrarias para detener el toque con delicadeza.

- No Jiminie, no hagas e-eso..

El arrepentimiento surcó tu mirada cuando sus orbes te observaron sorprendidos y un tanto dolidos por haber detenido sus acciones de una manera casi abrupta.

- A eso me refiero.. - empezó a hablar, divagando entre sus pensamientos momentáneamente -  Desde hace un tiempo no me permites tocarte o acariciarte, cuando intento acercarme a ti por las noches huyes de mí y solo besas mis mejillas a modo de consuelo, como si estuvieras disculpándote por algo.

Sus palabras fueron vociferadas con intranquilidad, sus labios temblaban ligeramente debido al nerviosismo que evocaban sus emociones. Su mente era un torbellino de pensamientos con los cuales el miedo y temor entretejía una terrible maraña oscura y densa.

De repente, un quejido lastimoso surgió desde lo profundo de su garganta, acompañado de un brillo desesperanzado en su mirada.

- ¿H-Hice algo malo..?

Jimin's ReactionsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora