Capítulo XXVIII

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Estaba encerrado en su cuarto completamente aburrido, sus padres le habían ordenado quedarse ahí hasta que lo mandaran a llamar y él no tenía ni la menor idea de qué estaba pasando. Pudo haberse escapado pero no se sentía con el humor para lidiar con su madre echando chispas por desobedecerla, ella había sido extremadamente enfática en que eso era importante y por tanto, debía comportarse y hacer lo que le ordenaba sin cuestionar por primera vez en su vida.

— Katsuki, ponme atención — exigió su madre de pie a unos pocos metros de él.

Su hijo ignorando totalmente sus palabras decidió que al parecer ese era el momento perfecto para organizar el set de cuchillas que le habían regalado en su anterior cumpleaños, la mujer rubia se acercó al adolescente y plantó fuertemente su mano sobre la mesa dónde estaban las armas.

— Escúchame mocoso, esto es importante.

Rendido, soltó un fuerte suspiro y se volteó en dirección a su madre que lo veía con el ceño fruncido y sus brazos cruzados. Su vestimenta era un claro apoyo para su aura intimidante que habría hecho retroceder a cualquiera, excepto a su hijo, claro.

— Hoy vendrá el rey de Kleós junto con su hijo menor y tú estarás con nosotros para presentarte — explicó con expresión seria haciendo énfasis en cada palabra que decía mientras movía sus manos.

— ¿Y a mí eso qué? Solo puedo irme mientras él viene y ya está. — declaró con simpleza el rubio dispuesto a volverse de nuevo a lo que hacía antes.

— No, no, no. Que el rey haya venido hasta aquí es una muestra de confianza gigante, y más aún — su madre estaba exaltada, era evidente, y cada vez subía más el tono de su voz. Bakugō sabía que no estaba enojada con él, simplemente el estrés la estaba consumiendo. — Que viene con su hijo, podríamos asesinarlos. — exclamó con sus ojos muy abiertos.

— Pero no lo haremos, obviamente — se apresuró en aclarar ella, su hijo la veía con una ceja alzada ligeramente divertido.

— ¿Estás escuchando, Katsuki? — lo regañó su madre cuando notó que el rubio intentaba contener la risa.

— Claro.

— Está bien. Así que entiendes por qué necesito que estés ahí ¿verdad? — preguntó una vez más queriendo asegurarse por completo, Bakugō asintió. — Excelente hijo, vendré por ti en unas horas. ¡No te muevas de aquí! — añadió cuando estaba apunto de abandonar la habitación y se fue.

No estaba seguro de cuanto tiempo había pasado ya, pero creía que por lo menos ya habrían transcurrido unas horas. Estaba comenzando a exasperarse pero intentaba mantenerse firme en cumplir las peticiones de su madre, justo cuando el debate en su mente había terminado oyó un golpeteo en su puerta.

— Adelante.

— Su madre lo llama, amo. — dijo una mujer pelirroja joven asomando su cabeza hacia el interior del cuarto sin abrir la puerta completamente, el rubio asintió y la mujer inclinó su cabeza y se retiró.

Nunca había sido de su agrado que los demás lo llamaran amo, se sentía extraño. Más de una vez intentó aclarar ese tema con las demás personas pero hacían caso omiso a sus palabras y no abandonaban su costumbre. Sabía que en gran parte se debía a sus padres, aunque él representara una figura importante en su clan la palabra final la tenían sus padres,  y los demás en el clan los respetaban vehementemente como para ignorar sus deseos.

Sabía exactamente hacia dónde debía ir, así que no tardó mucho en llegar. Sus padres estaban de pie junto a la puerta principal del clan pero no veía a nadie más allí.

Rise of the Dragon | KiriBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora