Capítulo XVI

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Cuando Bakugō dejó la habitación, fue informado de que los demás ya se habían ido del castillo, no le dio mucha importancia y sólo se fue hacia el campamento.

Ya estaba comenzando a anochecer y se sentía muy hambriento, apenas llegó se sentó a comer; se sirvió un plato lleno de cebada, pan de centeno y carne de cerdo.

Cuando estuvo satisfecho decidió que se iría a dormir, no era demasiado tarde pero se sentía somnoliento. Pero no pudo hacerlo ya que se encontró con los dos cambia formas que hacían un escándalo por quién sabe qué, aunque casi siempre eran ruidosos, no era nada extraño en ellos. Notaba un poco decaído al pelirrojo en cuanto lo vio y eso lo extrañó, ¿acaso había pasado algo?

Optó por no darle mucha importancia, tal vez el cansancio que tenía lo había confundido. Sí, era eso.

— ¿Ya te vas? Eres un amargado — se quejó Kaminari de brazos cruzados apenas vio a Bakugō pasar.

— Tengo sueño, idiota — se excusó el rubio cenizo en un tono brusco, listo para irse de ahí.

— ¿Es enserio? Son las nueve — dijo extrañado el de cabellos dorados, Kirishima no había dicho ni una palabra y tampoco parecía interesado en hacerlo, sólo se mantenía de pie tras Kaminari.

— Me importa una mierda, imbécil — ya estaba exasperandose, pero siempre pasaba, nada de que preocuparse.

— Vamos, seguro Kirishima sí quiere que te quedes — intentó de nuevo con una sonrisa y tomó a Kirishima por los hombros para ponerlo frente al rubio cenizo.

El pelirrojo estaba sorprendido porque lo nombraran repentinamente en la conversación y no reaccionó a tiempo para quitarse de ahí, ahora había silencio en el ambiente y una tensión que seguro pudieron haber cortado con un cuchillo. Bakugō se sentía incómodo, no tenía nada que decir y al parecer el pelirrojo no quería decirle algo tampoco.

Kaminari al ver la situación se arrepintió instantáneamente de lo que había hecho, pero cómo pudo haberse hecho siquiera una idea de que eso pasaría, si el pelirrojo siempre escogía pasar tiempo con el rubio cenizo cuando se le daba la ocasión.

— Yo... ahm, creo que... ¿quieren hablar? — dijo algo inseguro, no recibió respuesta y él pensó 'esa es la señal para irme'. Asintió para sí mismo y dijo una última cosa antes de irse: — Bueno, ¡adiós!

Ahora estaban solos y la incomodidad en el ambiente fue mucho peor, el rubio se debatía entre irse o quedarse para preguntarle qué le pasaba, aunque la primera opción sonaba muy tentadora.

Kirishima no podía siquiera mantener el contacto visual, así que bajó su vista y la fijó en el abdomen descubierto del contrario, pero no por mucho pues se avergonzó por completo así que decidió que la mejor opción era el suelo.

— Ah... ¿Estás bien, pelo de mierda? — Fue Bakugō quién rompió el silencio, con tal vez la combinación de palabras equivocada.

Por los nervios, no estaba seguro de si le diría lo que vio ese día y por eso se comportaba así, porque era algo que pesaba mucho en su corazón pero sabía que no tenía nada que reclamar.

— Sí.

— ¿Crees que soy imbécil? No me mientas idiota — respondió basto, Bakugō podía estar preocupado pero seguía teniendo su carácter brusco.

— ¡No! Es enserio, sólo... estoy cansado — tal vez si hubiera dicho eso con más convicción hubiera engañado al rubio.

— ¿Por qué no quieres decirme la maldita verdad? — cuestionó el rubio cenizo tomando su brazo.

Rise of the Dragon | KiriBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora