Capítulo III

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A penas se adentró en el castillo, fue interceptado por un sirviente un poco más bajo que él y algo escuálido.

— Señor Katsuki, déjeme guiarlo, soy Izuku Midoriya — dijo el pequeño chico que se veía bastante joven para ser un sirviente haciendo una reverencia.

Fue un camino bastante corto, el final de su recorrido fue en un gran salón vacío a excepción de un gran trono dorado con otros dos más pequeños cada uno a su lado  y arriba de ellos una pintura de la familia real de Kleós que parecía ser antigua pues todos los herederos eran niños en la imagen. Además de las decoraciones elegantes del salón y las pequeñas bases esparcidas por todo este para poner pequeñas antorchas para la iluminación.

En el trono del centro estaba sentado con una perfecta postura el príncipe de Kleós acompañado de su usual rostro inexpresivo.

El monarca iba vestido con las más finas y caras ropas pero nada extravagante; una camisa manga larga blanca con un chaleco de terciopelo azul con cuello alto, decorado con botones y costuras doradas, junto a un pantalón negro y botas que parecían ser de uso exclusivo para actividades al exterior.

— Mi Rey — dijo el pequeño sirviente apoyándose en una rodilla y bajando su cabeza.

Bakugo volteó a verlo con burla conteniendo su risa.

— Puede retirarse, Midoriya — declaró el monarca.

El delgado sirviente no tardó en atacar la orden y se levantó para dejar el salón cerrando delicadamente sus puertas. Ahora que tenían privacidad Todoroki se levantó de su trono para dirigirse hacia el rubio.

— Siempre tan estrafalario, Katsuki — dijo el bicolor mientras pasaba su mano por la capa del rubio. — También considero que deberías cubrirte un poco — susurró en su oído deslizando su mano por el abdomen desnudo del contrario.

— Claro, tendré en cuenta tu sugerencia mitad-mitad — respondió tomando con fuerza la mano del príncipe deteniendo su recorrido — Ahora deja de tocarme puto idiota — dijo sin soltar la mano del monarca y ejerciendo más fuerza de la necesaria muy probablemente lastimandolo.

El príncipe terminó por alejarse un poco y el ojirubí soltó su mano.

— Ese chico se veía demasiado joven para trabajar, Todoroki. — declaró severo el rubio.

— Tiene 15.

— Aún así. ¿Por qué se lo permites?

— Los reclamos deberían ir hacía su madre no hacía mí, yo no fui quien fue consumido por el vicio del opio al punto de vender a mi hijo — contraatacó viendo serio al contrario. — Al menos aquí tiene una vida decente. ¿Eres un santo ahora o debo recordarte todas las cosas que has hecho en tus veintisiete años de vida?

El rubio soltó un chasquido en señal de fastidio pues Todoroki tenía razón, sólo no se sentía cómodo con esa situación. El ambiente había cambiado y ahora hablarían del por qué el líder de un poderoso clan viajó hasta ahí.

— Sabes que ese chico es muy importante, ¿no es así? — musitó con delicadeza el soberano de Kleós.

— Claro que sí, bastardo. ¿Me tomas por idiota? Por eso está alejado de ti. — respondió irritado en un tono altanero, nada apropiado para ser usado con un miembro de la familia real.

— Supongo que él no lo sabe.

— Claramente no.

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Rise of the Dragon | KiriBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora