Rise of the Dragon | KiriBaku

Capítulo XXXVIII

Llevaba paseándose por toda la habitación desde hace al menos una hora, a ese punto ya pensaba en lo desgastadas que estarían sus pobres botas. Se había repetido una simple oración en su cabeza durante todo ese tiempo, algo que ansiaba decir en voz clara y firme, él creía que ya la tenía lo suficientemente grabada como para decirla sin ningún titubeo al momento de la verdad, pero la realidad es que no era así. No se sentía capaz siquiera de decirla en voz alta para sí mismo y ver que tal sonaban esas palabras al salir de sus labios.

"¿Quieres ser mi novio?" se repitió una vez más mentalmente tratando de visualizar la situación, pero inmediatamente se cubrió su rostro con sus manos avergonzado.

En verdad nunca se había declarado a nadie, porque nunca había sentido ninguna clase de atracción hacia otra persona que no fuera Bakugō. Y ahora se ponía en el lugar de las contadas chicas que alguna vez le dijeron de sus sentimientos románticos hacia él, siempre se había encargado de ser cuidadoso con sus palabras y estaba seguro de que probablemente en un par de semanas - en el peor de los casos - olvidarían la pena que les hubiera causado su rechazo, así que no se preocupaba mucho por eso.

Pero ahora era diferente, y aunque Bakugō por alguna razón decidiera alejarlo con amabilidad todo se iría al carajo definitivamente para el pelirrojo. Había contemplado la opción de guardarse su propuesta para sí mismo, y vaya que sí lo hizo, fueron días en los cuales un conflicto se desarrollaba en su interior, entre arriesgarlo todo por ganar o hundirse en la miseria. Sin embargo, había un sentimiento pulsante en su ser que no lo dejaba quedarse satisfecho con la idea de guardar silencio, necesitaba decírselo aún cuando solo fuera para que el rubio cenizo estuviera enterado de sus verdaderos sentimientos.

Los anteriores encuentros que había tenido con Bakugō podrían parecer suficientes para que el corazón del pelirrojo dejara de estar tan inquieto y viera de una vez por todas que sí era correspondido, pero él sabía que nada de eso era una prueba real. Una cosa era que el rubio estuviera cómodo y hasta contento en un cierto punto con su contacto físico, pero no tenía la misma seguridad de la reacción del contrario si le pedía estar en una relación, aún cuando ya le había dicho de su amor por él suponía que tal vez solo ignoraba ese detalle ya que nunca había vuelto a hablar de ese tema, ninguno de los dos.

"¿Puedo ser tu novio?". Eso sonaba mucho mejor.

Exasperado, se lanzó de lleno a la cama y hundió su rostro entre las mantas, a los pocos segundos se levantó rápidamente algo alterado, moviendo sus ojos de un lado a otro en busca del ramo de flores que había conseguido para acompañar su confesión. Suspiró de alivio al ver que estas estaban completamente intactas unos centímetros más allá de dónde se había lanzado antes, se recostó una vez más en el mismo lugar con su cabeza hacia un lado y su vista fija en la pequeña piedra roja que destallaba bajo los tulipanes blancos que la cubrían.

Kirishima era alguien que amaba los detalles, la más mínima cosa podía significar un gran regalo para él, pero era algo seguro que a Bakugō no le gustaban las sorpresas.

La tensión en la habitación se podía sentir con cada respiración profunda que Kirishima intentaba tomar para calmarse. Mientras yacía en la cama, sosteniendo el ramo de flores cuidadosamente elegidas, repasó mentalmente cada palabra que planeaba decir. La ansiedad se mezclaba con la emoción, y su corazón latía con fuerza.

Finalmente, decidió levantarse y poner en marcha su plan. Caminó hacia el espejo, acomodando su pañoleta y asegurándose de que su cabello rojo cayera de manera casual sobre su frente. Hoy no había tenido tiempo de hacerse su peinado habitual. Se miró a sí mismo, intentando encontrar la valentía que necesitaba para dar el siguiente paso. Con un suspiro decidido, tomó las flores y estuvo a punto de salir de la habitación.