Capítulo XXXII

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Grandes filas de comida estaban extendidas por una larga mesa, desde tasones con toda clase frutas hasta un gran pavo relleno que aún humeaba al estar recién salido del horno.

Bakugō veía desde su lugar la exageradas cantidades de alimentos con una mirada de desaprobación que reflejaba su enojo y la disconformidad que todo eso le causaba.

— ¿Quién fue el maldito idiota que ordenó todo esto? — preguntó irritado a una de las sirvientas que venía cargando una jarra de jugo de arándano agrio.

— Fue el príncipe Todoroki, señor — respondió apurada la chica y no muy contenta por como hablaba de su joven amo.

— Claro, ese imbécil — murmuró estresado con su mano en el puente de su nariz.

Como si les hubiese puesto cita, Kaminari, Mina y Sero habían llegado a primera hora al castillo para visitar al pelirrojo y ya estaban junto a él esperando ver a su amigo.

— Espero que tengan hambre — dijo resignado Bakugō volteando hacia ellos, los cuales tenían brillos en sus ojos al ver que podrían probar de esa comida.

— Les dije que era buena idea no comer ese pan duro de la encimera — habló Mina completamente emocionada.

Con un movimiento de su mano llamó a otra de las sirvientas y le pidió el favor de que trajera a Kirishima para desayunar, ella asintió y automáticamente se dirigió hacia la habitación donde dormía el pelirrojo.


[...]

— Disculpe.

Sin estar despierto completamente, el pelirrojo se incorporó y talló sus ojos para ver con más claridad. Frente a él había una chica castaña con el uniforme que usaban los sirvientes del castillo y una bandeja en su mano.

— Disculpe — lo llamó una vez más ella al notarlo disperso. — El señor Bakugō me ha enviado aquí a despertarlo, le pide que vaya a desayunar junto a los demás. — Explicó amable.

Ante la mención del rubio cenizo no pudo evitar dar un pequeño salto algo alterado al recordar los sucesos de la noche anterior, algo nervioso se removió en la cama para asegurarse del obvio detalle de que Bakugō ya no estaba ahí.

— Claro, no tardo en ir.

La muchacha asintió y salió del cuarto en cuánto oyó su respuesta. Kirishima se vestía a paso lento, demasiado enfocado en lo que sucedía en su cabeza. Él era alguien sensible, y eso era algo que no estaba avergonzado de admitir, lo sabía y había aprendido a sobrellevar las decepciones a su propio ritmo.

¿Por qué no lo había despertado para que se fueran juntos? ¿Estaba huyendo de él, tal vez?

Un camino que deseó hubiera sido más largo, llegó a su fin rápidamente y ya estaba en el comedor donde sus amigos lo recibieron con abrazos y palabras de preocupación. La penetrante mirada de esos orbes rubí lo hacían sentirse pesado, y lo llenaba de angustia que no se acercara a él ni siquiera para decirle "buenos días", aunque eso era un comportamiento normal en el contrario al que él ya había creído acostumbrarse.

— Bueno idiotas, siéntense a comer que se va a enfriar.

No tuvieron problemas en obedecer y ya estaban todos en su silla tomando lo que desearan de la mesa. Bakugō se sentó frente a él y tomó un plato al que le sirvió avena que acompañó con un vaso de jugo de arándano agrio.

Rise of the Dragon | KiriBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora