Capítulo VII

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— Vinieron por usted. — anunció un guardia de cabello verde que bajo las escaleras para ir a abrir su celda.

Kirishima se levantó de la cama y esperó a que el escuálido chico lo sacara de ahí. El turno de Yaoyorozu se había terminado hace unas horas así que había tenido que irse a su siguiente posición en los calabozos que estaban al norte del castillo, le dijo que no estaría mucho ahí pues hace poco había llegado una carta con un mensajero de su clan diciendo que irían por él.

Durante el trayecto, el pelirrojo intentaba mentalizarse para tener su usual actitud alegre frente a Bakugō ya que no quería que las cosas se volvieran incómodas entre ellos.

— Espere aquí, ya harán pasar a las personas que vinieron a recogerlo — el chico pecoso hizo una leve reverencia y se fue del cuarto al que lo llevó cerrando sus puertas tras él.

No era una habitación demasiado grande, estaba amoblada y tenía pinturas colgadas por las paredes, había una mesa redonda en el centro de la habitación acompañada por cuatro sillas y frente a ella una chimenea que ahora estaba apagada. Mientras esperaba, Kirishima se sentó en una silla que tenía cerca y empezó a jugar con sus manos para hacer que el tiempo pasara más rápido.

El sonido de las puertas siendo abiertas bruscamente sacó de sus pensamientos al pelirrojo, un chico rubio entró rápidamente al cuarto lanzándose sobre él envolviendolo en un abrazo.

— ¡Oh Dios, mío! ¡Estaba tan preocupado por ti! — exclamó con un poco de angustia Kaminari mientras frotaba sus mejillas sin soltarlo.

— Deja de asfixiar al niño, seguro pasó por mucho — regañó Mina al preocupado muchacho jalandolo del cuello de su camisa para alejarlo del pelirrojo.

Kirishima no podía negar que se sentía un poco decepcionado, esperaba que Bakugō fuera quién iría por él pero aún así se sentía feliz de ver a sus amigos, así que se compuso de su sorpresa y se rió suavemente.

— Estoy bien — aclaró viendo a los dos muchachos frente a él. — Yaoyorozu cuidó de mí — ellos solo asintieron pues ya sabían quien era la chica ya que Kirishima había hablado de ella antes.

— Ellos no nos dejaban verte — dijo con un pequeño puchero el otro cambia formas. — Intenté venir varias veces pero nunca me dejaron pasar — siguió con una mueca triste.

— Pero ya está mejor y eso es lo que importa — intervino Mina dándole un fuerte abrazo a Kirishima, al que luego se unió Kaminari.

La muchacha había notado la expresión de sorpresa en el rostro del pelirrojo al verlos entrar así que dedujo rápidamente a qué se debía.

— Bakugō no pudo venir, así que te recogimos nosotros en su lugar — dijo Mina mientras salían de la habitación e iban dónde estaba su carruaje.

— ¡Ah sí! Está herido y en todo este tiempo la doctora no ha dejado que se mueva de esa camilla — continuó el rubio como recordando algo.

— ¿Qué? ¿Qué le pasó? — cuestionó confundido el pelirrojo.

Los otros dos jóvenes se tensaron un poco luego de la pregunta, Kirishima algo confundido no entendía que era lo que había dicho mal.

— Verás... — empezó el rubio con suavidad dándole una rápida mirada a la muchacha para que lo ayudara.

— ¿Recuerdas cuándo estábamos en Joy Valley? — preguntó Mina aún un poco tensa mirando hacia cualquier dirección menos en la que estaba el pelirrojo.

Ahora el turno de incomodarse era para Kirishima, ¿acaso el universo conspiraba en su contra para recordarle ese hecho en cada oportunidad que tuviera?

Rise of the Dragon | KiriBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora