Capítulo XXIX

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— Bueno, ¿los vas a traer o no? — preguntó en un tono altanero el rubio cenizo.

El príncipe por su parte lo veía con una ceja alzada y cruzado de brazos no muy lejos de él, estaba enojado por el tono insolente de Bakugō. Llamó al pequeño sirviente, que parecía que no tenía otra tarea a parte de perseguir al príncipe por todos lados y le susurró algo en su oído, para cuando se alejó, el chico pecoso ya estaba abandonando la habitación a toda prisa.

— Ya vienen.

Bakugō le lanzó una mirada mordaz y volteó de nuevo donde estaban Mina y Kaminari.

— ¿Dónde está Kirishima? — preguntó Kaminari algo confundido, pues no hace mucho el príncipe había llamado a unas personas que habían tomado a Kirishima y se lo habían llevado.

— Debe estar en la enfermería — respondió escueto Bakugō, no se se sentía cómodo con la idea de que Todoroki tuviera a Kirishima en algún lugar que él no conocía pero tampoco podía quejarse.

Todoroki seguía alejado de ellos y mantenía su mirada fija en el rubio cenizo, unos minutos después una chica rubia se acercó a ellos para guiarlos al lugar en donde debían esperar.

— ¿Crees que nos ayudarán? — preguntó Kaminari algo nervioso durante el trayecto.

— Tal vez, supongo que querrán algo a cambio.

Mordía el interior de su mejilla con el fin de calmarse pero solo estaba lastimándose y dispersando su atención. Se sentaron y aguardaron en silencio. Aunque no pasaron más de diez minutos, cada segundo se sintió como una eternidad para Bakugō. Las dos personas de Avere Circum ya habían llegado y no eran exactamente desconocidos.

El muchacho de cabello lila desaliñado caminaba con una mirada vacía que le daba un toque intimidante a su aura que era aún más remarcada por sus fuertes ojeras, a pesar de su apariencia, cada paso que daba lo hacía con extrema elegancia y con su cabeza en alto, en frente suyo iba una chica más baja que él con un color de cabello morado fuerte por sobre sus hombros y dos pequeñas marcas rojas sobre sus mejillas.

— ¿Van a ayudarlo? — saltó apenas estuvieron lo suficientemente cerca del rubio cenizo.

El muchacho lo miró con una ceja arqueada y claro disgusto reflejado en su rostro, no tenía la mejor imagen del ojirubí y le molestaba la insolencia con la que se refería a ellos. Por su parte, la chica se mantenía inexpresiva y no dijo nada.

— He de suponer que es claro, — habló el hombre dando un paso quedando al frente de su compañera — que esto no es un acto de buena voluntad.

Eso era algo que Bakugō sabía por adelantado pero no le importaba, lo único importante en ese momento era ayudar a Kirishima.

— Claro.

— Procedo a presentarnos — continuó el joven con las fuertes ojeras. — Mi nombre es Hitoshi Shinsō, líder del clan Avere Circum. — Se señaló a sí mismo y luego volteó a ver a la muchacha tras él. — Y ella es Kyōka Jirō.

Ante la mención de su nombre la chica hizo una reverencia en silencio y se situó de nuevo junto a Shinsō ya que se había alejado un poco de su lado. A pesar de la mirada expectante del líder de Avere Circum para que realizara la debida presentación de sus acompañantes, Bakugō por supuesto no hizo nada y continuó con lo que realmente le interesaba.

— ¿Qué quieren?

— Es usted muy directo, ¿se lo han dicho alguna vez? — respondió Shinsō con una sonrisa, divertido por la actitud del contrario. — Pero está bien, vamos al punto.

— Queremos que tomen nuestro puesto en la guerra que está por estallar — intervino por primera vez Jirō sumamente seria.

Eso lo tomó por sorpresa, Mina y Kaminari que seguían en sus asientos también estaban sorprendidos y se susurraban algo al oído.

— Ustedes firmaron la alianza — declaró severo el rubio cenizo. — No pueden solo retirarse.

— Nadie va a retirarse, puede estar usted muy tranquilo respecto a eso — respondió el de cabello lila con esa sonrisa que parecía haberse tatuado en su rostro. — Los ayudaremos, claro que sí. Pero no tengo especial interés en que las personas de mi clan pierdan su vida por este reino. Que bueno, no me importa, siendo sinceros — terminó con una leve risa viendo al rubio frente a él.

— Proveeremos variedad de recursos para el reino pero no formaremos parte de las líneas de batalla — explicó Jirō para luego sacarse la larga túnica que cubría su vestimenta, una blusa negra junto a unos pantalones vaqueros grises ajustados rotos que tenían cadenas colgando, y unas botas negras de cordón que casi llegaban a su rodilla. — Si usted acepta el trato, obviamente.

El cambia formas y la chica de tez rosacea veían a su líder preocupados, no sabían que tanto estaba dispuesto a arriesgar solo para curar al pelirrojo.

— Pero claro que hay otras opciones en la mesa — dijo una vez más Shinsō al no tener respuesta. — Por ejemplo, lo queremos a él — señaló a Kaminari que no se sentía cómodo con su repentina mención en la conversación y Mina junto a él lo tomó por el brazo con su mirada fija en las personas del clan contrario.

— Sería un sujeto perfecto para nuestros experimentos — explicó el joven desaliñado con total calma. — Y ustedes al parecer, no le dan un uso adecuado.

— Él no es una maldita herramienta para que le demos un uso adecuado — profirió con rabia Bakugō haciendo comillas en las últimas palabras. — Es una persona.

— Claro — respondió Shinsō seguido de una risa que estaba irritando exageradamente al rubio, sólo hacía que sus ganas de golpearlo aumentaran cada vez que abría la boca. — Los dejaremos pensar su decisión — puso su mano sobre el hombro de Jirō y se dieron vuelta para abandonar la habitación.

Suspiró ruidosamente y pasó sus manos por su cabello estresado.

— ¿Qué vas a hacer? — preguntó Mina levantándose de lugar para ir junto a él.

Ninguno de ellos intervendría en la decisión del rubio cenizo, a pesar de su cercanía, respetaban la autoridad que su amigo representaba para todo el mundo dentro y fuera de su clan.

— No lo sé — admitió Bakugō. — Tal vez podamos tomar su puesto, creo que podemos — dijo para convencerse.

Aunque eran un clan bastante poblado llenar la ausencia de Avere Circun no sería sencillo, significaba más armas, más guerreros y provisiones.

Tendría que entrenar a muchas personas en su clan ya que muchos de ellos no sabían cómo pelear, contrario a la creencia popular: que dictaba que cada una de las personas pertenecientes a Bellum Fera eran sanguinarios dementes que tenían como único propósito la guerra y la violencia.

— No entregaremos a este idiota a esos putos psicópatas, obviamente — declaró para dejar completamente en claro que eso nunca se había visto como una opción, aunque eso sus amigos ya lo sabían.

Había algo de revuelo en el castillo y mientras intentaba meditar su decisión vió varias mujeres vestidas de blanco que iban de aquí para allá llevando y trayendo cosas como paños, hierbas, frascos, y unas vendas que llamaron su atención, ya que iban manchadas de sangre, lo que hizo que naciera pánico en su interior y se sintiera aún más presionado por tomar la decisión correcta rápidamente.

— Está bien — exclamó de la nada Bakugō restregando su rostro y dando palmadas a los costados de sus piernas. — Lo haremos, pelearemos por ellos.

Mina apretó sus labios en una línea al escuchar al líder de su clan, no estaba de acuerdo pero no replicó nada.

— Llámenlos, alguien dígales que ya tomamos una decisión.

Rise of the Dragon | KiriBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora