Piel Escarlata. [JaeYong]

La Bruja sangrando bajo el beso del Vampiro.

"Reza a tu Dios, 
abre tu corazón. 
Lo que sea que hagas, 
no tengas miedo de la oscuridad. 
Tápate los ojos, 
el diablo está adentro". 
                                                                Night Of The Hunter - 30 Seconds To Mars. 

─────────☾ † ☽ ────────

Haciendo caso omiso a la voz de su cabeza que no dejaba de preguntarse dónde mierda estaba, TaeYong sonrió, avanzando lentamente por en medio de aquel enorme y vasto campo lleno de la roja flor del infierno.

La sensación que producía la tierra húmeda bajo sus pies descalzos era sumamente relajante, aumentando aquellos cosquilleos constantes que se expandían por su piel cada vez que las gotas de rocío sobre los pétalos de las flores caían a sus piernas desnudas y se deslizaban en un camino descendente hasta desaparecer en la tierra.

En aquel lugar tan mágico como etéreo, el viento soplaba con suavidad, alborotando su rosado cabello y haciendo ondear aquella blanca y holgada camisa blanca que llevaba puesta como una única prenda que cubría hasta la mitad de sus muslos, escondiendo sus manos por completo.

Su inconsciencia no dejaba de decirle que debía estar alerta, que ese lugar era desconocido. Pero aquel mismo inconsciente se escuchaba como un susurro lejano que no le impedía, en lo absoluto, el disfrutar de todas esas sensaciones que la fría naturaleza le estaba brindando en un cuadro de sombras, diamantes y sangre.

Piel caliente.

Corazón alborotado.

A pesar de las nubes que se movían lentamente en el cielo, las pequeñas y tintineantes estrellas que adornaban el manto nocturno seguían saludándolo desde lo alto, en clara compañía de una hermosa luna menguante de plata que parecía una delgada sonrisa sobre su cabeza.

Podía identificar a Venus, la Osa mayor y el cinturón de orión, aunque era la luna la que se robaba toda su atención.

La luna, y aquella sombra que comenzó a aparecer en una de sus puntas.

¿Qué...?

Confundido, TaeYong se detuvo en seco, ladeando un par de grados la cabeza mientras miraba con detención a la luna en lo alto del cielo.

¿Qué era aquella sombra?

¿Por qué la luna se estaba oscureciendo?

¿Un Eclipse penumbral?

Hacía años que no había uno y, según su calendario lunar, aún faltaban un par de años.

¿Por qué...?

Pero las preguntas quedaron perdidas en su cabeza una vez que aquella sombra comenzó a verse como un manto rojizo que, lentamente, se fue apoderando de la sonrisa de la luna en una danza hipnotizante; a destiempo del ritmo rápido del viento que fue aumentando su intensidad hasta obligarlo a encogerse en sí mismo en el llamado abrazo de la mariposa.

La luna se tiñó de rojo, y lo mismo pasó con los pequeños diamantes de las estrellas, dejando a la vista un cuadro de lluvia de estrellas y rubíes por doquier.

Aquella vocecita susurrada dentro de él le dijo que temiera al intenso color escarlata, pero otra parte de él se sintió sumamente fascinada.

Y era hasta reconfortante el estar sumergido en aquella marejada conchevino.