Un fantasma al acecho.

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"Eres demasiado bonita para mí. 
Bebé, lo sé. Es verdad. 
Luces mejor cuando recién te despiertas
que cualquiera que me haya cogido. 
Bebé, tuve buena suerte contigo. 
No sabía que llegaríamos tan lejos. 
Y es sólo el comienzo. 
Bebé, me tienes preocupado. 
Tu amor me está asustando. 
Nunca nadie se ha preocupado por mí 
tanto como tú lo haces. 
Te necesito aquí".

Scary Love - The Neighbourhood. 


─────────☾ † ☽────────


Sosteniéndose el cabello en alto con ayuda de la zurda, YoonOh se humedeció los labios y sonrió. Su mirada puesta sobre el brujo pelirosa que yacía dormido a su lado; respirando pausadamente y luciendo completamente tranquilo y, como un arrumaco para su propio ego, satisfecho. Demasiado satisfecho.

Bueno, él no estaba muy lejano de ello tampoco.

Sonrió ante el recuerdo.

Dios, TaeYong era sumamente receptivo. Y realmente era una jodida dicha el admirar cada una de las reacciones que tenía con el más mínimo toque, beso, mordida; el cómo se deshacía siendo la perfecta reinterpretación de Venus con sus mejillas sonrojadas, sus ojos plagados de estrellas, su piel bañada por la luz de la luna, sus labios manchados por los rojos pétalos de las rosas, y sus altos gemidos melodiosos.

Mierda. YoonOh no recordaba cuándo había sido la última vez -si es que había existido alguna vez- que disfrutó a ese nivel el darle placer a alguien. Porque sí, joder, una cosa era tener sexo y disfrutar al saber que la otra persona está en sincronía contigo respecto al hecho de rascarse la picazón sexual de encima, pero eso de únicamente preocuparse por hacer disfrutar al otro como lo había hecho con TaeYong, en donde ni siquiera se sintió desesperado por beber un poco de sangre para poder llegar "al final" del acto, como burdamente se diría, sólo deleitándose con las reacciones del otro, casi llegando a un nivel de placer que va más allá de lo biológico/físico, era algo bastante... especial. Por decirlo de alguna manera.

Cristo. Cristo. Cristo.

Aún podía sentir en la yema de sus dedos el calor del cuerpo de TaeYong, en sus labios la dirección de aquel caliente torrente sanguíneo, contra sus dientes aquel acelerado y delicioso latido de tan dulce corazón.

Independiente de si la sangre de TaeYong era un veneno para él, mierda, sólo Satanás sabía cuánto deseaba morderlo. Y no, no para tener sexo, maldición, sino que para unirse a él de un modo... ¡Ah! Maldición. Ni él sabía cómo ponerlo en palabras.

Lo sentía en su alma. Lo sentía y necesitaba más. Quería más de aquel brujo. Quería embriagarse, drogarse con aquel desesperante chico que lo sacaba de sus casillas y lo hacía sonreír bajo sus palabras ariscas y sus palpables coqueteos imposibles de ignorar.

Bien. Había caído por completo.

El problema era que eso ya era un problema por su cuenta.

Y todo por culpa de esa bruja de mierda perteneciente a su pasado.

Se volvería loco.

Suspirando con pesadez, YoonOh frunció el puente de su nariz y, con suma delicadeza, apartó unos rebeldes mechones rosados de la frente de TaeYong, despejando su rostro.

Piel Escarlata. [JaeYong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora