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30/10/2020 — Cabeza

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30/10/2020 — Cabeza

El dolor de cabeza era ensordecedor, sentía que iba a desvanecerse en cualquier momento. Buscó en el bolsillo de su pantalón su cajetilla de cigarros y prendió uno, el sexto de la noche. Fue en vano, ni siquiera la nicotina que tanto le ayudaba a tranquilizarse en esos momentos en los que el estrés era incontrolable, parecía estar funcionando. 

Era un completo fastidio, no había nada que pudiera ayudarlo en aquellos momentos. Maldijo no contara con alguna "Guía para afrontar los contratiempos de la paternidad" o algo por el estilo, le sería de gran ayuda justo ahora. 

─Por Dios, Shikamaru. ¿Puedes dejar de comportarte como un niño? Vas a hacer que la sala apeste a cigarrillo ─lo regañó Temari, con su tono firme característico. El nombrado clavó su mirada en ella por unos instantes, ¿cómo podía estar tan tranquila? ¿Acaso estaba viviendo en una realidad alterna?

─¡Mamá! ¿Puedes ayudarme? ¿Crees que debería dejarme el cabello suelto? ¿O me lo amarro en dos coletas como siempre? ─la voz de Shikamari, su primogénita, aumentó su malestar. Sí, el fatídico día, aquel tan temido por todos los padres, había llegado: su hija iba a tener su primera cita. 

La kunoichi de dieciséis años se asomó por la puerta de la sala, ya estaba vestida acorde para la ocasión. Su padre la observó, estremeciéndose al verla tan parecida a Temari durante su primera cita. No importaba si el color de sus cabellos era distinto, Shikamari era la viva imagen de su progenitora. 

Y eso le enfureció, pues sabía lo que la belleza de las mujeres provocaba en los hombres. Ni siquiera le importaba si conocía a Inojin desde el momento en el que llegó al mundo, o si era el hijo de su mejor amiga. Era un hombre, cortejaba a su hija, iba a querer estar con ella... Simplemente pensar en todo eso lo saturaba.

─¿Estás segura de que quieres salir con él? Yo a tu edad encontraba a las mujeres en exceso problemáticas ─dijo casi sin pensar, en un último esfuerzo por persuadirla, por evitar que se marchara. Un último esfuerzo por asegurarse de que siga siendo su niñita.

─Eso no fue lo que mamá nos contó ─no supo en qué momento su otro hijo, Shikadai, había llegado. Estaba de pie a un lado del sofá, recargando el peso de su cuerpo en la pared que había tras él─. Ella nos dijo que tenías nuestra edad cuando la besaste por primera vez.

Las mejillas de la pareja rápidamente se tiñeron de un notorio color carmín, reacción que los caracterizaba bastante cuando alguno de sus descendientes indagaba en cuanto a su relación sentimental. Los gemelos Nara no pudieron evitar sacar a relucir esa sonrisa sarcástica que habían heredado. En un reflejo espejo, ambos se sentaron en el sillón, dejando a su padre en el centro.

Dos pares de ojos aguamarina, cargados de curiosidad, se posaron en el rostro de Shikamaru, quien hacía su mayor esfuerzo por mantener la compostura. Con un profundo suspiro, apagó el cigarro que tenía en la mano, dejándolo en el cenicero de la mesa. No hubo necesidad de palabras, todos ya sabían qué era lo que iba a acontecer. 

─Miren, el beso que le di a su madre fue algo inesperado. Me dejé llevar por las circunstancias, y eso no quiere decir que... 

─¿El beso que me diste? ─Temari cortó la interlocución de su marido. Llevaba los brazos en forma de jarra, apoyados en los costados de su cadera, y su ceño se había fruncido ante la ofensa─. Te recuerdo que nuestro primer beso sucedió porque yo tuve la iniciativa. Si hubiera tenido que esperarte, ni siquiera estaríamos casados aún.

─Eso es una exageración ─espetó el azabache, en su defensa, pero ya era demasiado tarde. Ahora era Temari el foco de la atención, él había perdido su oportunidad. 

─No hay mucho que contar. La guerra había finalizado, la Alianza Shinobi había logrado quedarse con la victoria, y todos estábamos envueltos en júbilo. Ni siquiera lo pensé, me abalancé sobre su padre y lo besé por sorpresa. Y listo, fin de la historia ─explicó la kunoichi, esperando que eso contentara a los jóvenes para que los dejaran en paz. Pero la insistencia en sus miradas no cesaba─. ¿Qué me ven? Ya les dije que eso fue todo. 

─¿Y luego qué? ¿Papá te invitó a salir? ─indagó la mayor de los hermanos, intentando visualizar distintos escenarios en su mente. Para ella, la historia de amor que había entre sus padres era fascinante. 

─Ni creas, tuve que esperar tres años más antes de que me invite a cenar por primera vez ─Una suave risa se escapó de todos, menos del patriarca de la familia. Iba a acotar algo, para limpiar su honor o algo por el estilo, pero fue interrumpido por Shikamari. 

─¡Se me va a hacer tarde! Mejor seguimos hablando de esto en otra oportunidad ─la azabache se levantó con gran velocidad, dirigiéndose presurosamente a su habitación para terminar de alistarse. Antes de desaparecer, se asomó una vez más─. Espero que Shikadai no haya heredado las habilidades de ligue de papá.

─Qué problemática ─murmuró el menor, cruzándose de brazos ante la ofensa. Parecía que la conversación había llegado a su fin, que ya no había nada más que decir.

Shikamaru terminó por resignarse, después de todo, no había nada que pudiera hacer para evitar lo inevitable. Además, la plática que habían tenido le había hecho darse cuenta de algo: él mismo era un hombre, y jamás había hecho nada que agrediera a Temari. Así que, en retrospectiva, confiaba en su hija lo suficiente como para saber que todo estaría bien.

Writetober ─ ShikatemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora