# 05

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La suave brisa que soplaba esa tarde de primavera movía delicadamente los pastos donde estaba recostado, provocándole un agradable cosquilleo que lo invitaba a desperdiciar su tarde haciendo absolutamente nada

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La suave brisa que soplaba esa tarde de primavera movía delicadamente los pastos donde estaba recostado, provocándole un agradable cosquilleo que lo invitaba a desperdiciar su tarde haciendo absolutamente nada. Algunas formaciones nubosas adornaban el tono turquesa del cielo, haciéndolo rememorar aquellos momentos de su infancia en donde observar las nubes había sido su pasatiempo predilecto. Incluso recordó su incesante deseo de volverse una para lograr evadir toda responsabilidad que la vida de shinobi traía aparejada.

─Al final se durmió ─una voz femenina lo sacó de sus ensoñaciones, pudo sentir su chakra acerase a él─. Y veo que vas por el mismo camino ─Temari se sentó a su lado, llevaba a una pequeña niña, que dormitaba sobre su pecho.

─Gracias otra vez por ayudarme con el entrenamiento de Mirai, eres la mejor ninja de estilo viento que conozco ─respondió sin sacar su mirada del firmamento. Pudo escuchar como ella se recostaba a su lado, manteniendo a la morocha sobre sí misma.

─No hay de qué, me gusta pasar tiempo con Mirai ─le explicó observando su perfil de soslayo. Lo conocía mejor que nadie, podía ver que estaba sumido en sus pensamientos, ajeno a lo que acontecía a su alrededor─. ¿Qué es lo que te tiene tan nefelibata últimamente? ─peguntó intrigada, ya hacía una semana que lo descubría en ese mismo estado.

─¿De dónde salió esa palabra? ─indagó divertido. Por supuesto que sabía que esa expresión se utilizaba para hablar de alguien que tenía la cabeza en las nubes, y la comparación no pudo causarle más gracia. Sin embargo, la rubia no acostumbrara a utilizar un lenguaje tan anticuado.

─Soy hija del Kazekage, tuve una educación muy exigente ─explicó dando a entender que en esa educación estaban incluidas cuestiones como el griego antiguo. Shikamaru alzó una ceja en señal de asombro─. Aún no respondiste a mi pregunta ─insistió ella. El menor se limitó a analizar sus facciones con la mirada antes de responder.

─Serías una buena madre ─soltó de repente, ocasionando que la contraria casi se ahogara con su propia saliva. Hacía casi un año desde que habían contraído nupcias, pero jamás había surgido la charla sobre los hijos.

─¿Es otro de tus comentarios machistas? ─espetó con falsa molestia intentado recuperar la compostura. Temas como la maternidad y los niños eran muy sensibles para Temari, los recuerdos de su desgarradora infancia aún la azotaban a modo de pesadillas recurrentes.

─Para nada ─tragó duro al hablar, sabía que se estaba metiendo en un terreno peligroso, debía poner su mente a trabajar si es que quería seguir viviendo.

─Entonces... ¿es una propuesta? ─el sonrojo en sus mejillas no le pasó desapercibido, se veía más hermosa que de costumbre. Estaba descubriendo lo mucho que amaba esa faceta de su esposa.

─Sí ─vio que el monosílabo no bastaba para que ella se animara a soltar palabra, así que continuó─. Siempre sentí que tenías un aura maternal algo extraña, y tus interacciones con Mirai no hacen más que confirmármelo ─En efecto él siempre estuvo al tanto de cómo la rubia cuidaba a de sus hermanos se durante su juventud. Cuando se encontró a sí mismo comparándola con su propia madre se sintió perder ante un rotundo jaque mate. ¿El saldo de la partida? Enamorarse hasta los huesos de la princesa del desierto.

─Olvídalo ─dijo de repente, captando su atención─. No soy buena con los niños, ni siquiera sé cómo debe actuar una madre.

─No puedes decir eso mientras cargas a mi ahijada de esa forma tan dulce ─las escenas que protagonizaban esas dos mujeres desde el momento en el que se conocieron no dejaban de sacarle sonrisas, era todo lo que podía pedir y más.

─Justamente porque es tu ahijada y no mi hija, no es lo mismo ─intentó convencerlo de que ella era la que tenía razón, pero esta vez el azabache no iba a darse por vencido tan fácilmente.

─Deja de mentirte a ti misma ─su voz segura no dejaba lugar a vacilaciones ─, los dos bien sabemos todo lo que hiciste por Gaara y Kankuro. Además, no hay una única forma de maternidad, y ya te he dicho lo terrorífico que es que te parezcas tanto a mi madre ─sus argumentos eran sólidos, la kunoichi se sentía arrinconada.

Temari rompió el contacto visual para dirigir su mirada al cielo, parecía estar buscando en él las respuestas que reposaban en el fondo de su corazón. Uno de sus más grandes temores era ser incapaz de poder ejercer el rol de madre, y no porque tuviera algún impedimento biológico, sino por los fantasmas de su horrida niñez. No iba a ser capaz de olvidar las noches que pasó llorando con el rostro escondido en la almohada, pidiendo a su madre que viniera a salvarla de todo el sufrimiento que padecía.

─¿Acaso tienes miedo? ─indagó su marido con preocupación, incluso para él ver a la fémina sintiendo miedo era casi una imposibilidad. El silencio que obtuvo de su parte confirmó sus sospechas. La tomó por la cintura y la hizo girar, haciendo que tanto ella como Mirai quedaran recostadas sobre su pecho ─Vamos, mujer, deja de atormentarte. Todo lo que viviste no va a hacer más que volverte la mejor madre del mundo, porque sabes mejor que nadie lo que la falta de una figura materna significa.

La intensidad con la que los orbes negros de Shikamaru la observaban hizo que recuperara su semblante orgulloso y prepotente. Todavía no sentía suma seguridad en cuanto a tener hijos, pero si sabía que no permitiría que sus niños experimentaran todo lo que ella vivió en sus primeros años. Sin mediar palabra se levantó y se encaminó a su hogar.

─Vamos, deja de holgazanear ─llamó su atención sin detener su paso ─, Mirai debe merendar a esta hora─. Con la parsimonia que lo caracteriza se puso de pie, despertó a la niña y la cargó siguiendo a Temari. Una leve sonrisa surcó su rostro al pensar que su mayor aspiración en la vida era volverse una nube; ahora estaba allí, casado con la mujer más hermosa que haya conocido jamás, pensando en lo feliz que le haría formar una familia a su lado. Milagros como ese solo podían ser logrados por la terquedad de la mayor de los hermanos de la arena.

Writetober ─ ShikatemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora