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22/10/2020 — Camelias

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22/10/2020 — Camelias.

Las luces neón que decoraban el salón de la casa de Sakura le provocaban dolor de cabeza; quizás el alcohol que había ingerido también tenía cierto grado de responsabilidad, pero no iba a detenerse a pensar en eso. La música estaba tan fuerte que hacía retumbar las ventanas, aunque eso no parecía incomodarle a nadie, a fin de cuentas, estaban en su fiesta de graduación.

Shikamaru, desde su como asiento en el sillón y con una lata de cerveza en la mano, dio una mirada rápida para ver a sus compañeros de escuela: Sasuke, Sai y Gaara estaban recostados sobre una de las paredes, platicando tranquilamente; Neji y Shino miraban con desdén a Naruto, Kiba y Lee, quienes estaban bailando en el centro de una gran ronda; Tenten y Sakura arrastraban a Hinata a cantar con ellas en el karaoke; no podía ver a Chouji, pero seguramente estaría en algún lado con Karui, quien había venido desde su ciudad natal para compartir esa noche con él; de Kankuro no había rastro, supuso que estaría fumando en el jardín trasero.

Mientras estaba perdido en su mente, Ino lo llamó con la mano, guiñándole un ojo. Esa era la señal que había estado esperando desde que empezó la noche. Hizo fondo blanco con la bebida que tenía, creía que la necesitaría para darse valor. Se levantó del sillón y caminó en dirección a la habitación de la dueña de casa. Pudo ver aquello que necesitaba aguardándole en la mesa de luz, justo donde su mejor amiga le dijo que lo dejaría. El reflejo de una figura femenina se asomaba por entre las ventanas, también se había encargado de llevar a su “Julieta” al balcón del lugar; no sabía cómo lo había conseguido, tampoco iba a indagar en ello.

Exhaló con profundidad, tosiendo un poco para aclarar su garganta. Tomó las flores que estaban en la mesita y atravesó el ventanal para llegar al balcón. Efectivamente, ahí estaba Temari, mirando a ningún lado en particular, simplemente disfrutando de la oscuridad de la noche─. Ino, al fin vuelves, estaba comenzando a aburrirme ─dijo sin verlo, intuyendo que se trataba de su amiga.

─Vaya, no sabía que me llamaba Ino, menos mal que me lo aclaraste ─la vio sobresaltarse un poco para luego mirarlo de frente. La sonrisa que le regaló se contagió en sus labios, esa era su forma de saludarse─. ¿Así que estás aburriéndote?

─Bueno, supongo que es normal, soy la mayor de todos los presentes ─Era un hecho, ella ya estaba cursando el tercer año en la universidad, tenía las preocupaciones propias del mundo adulto; él, y sus compañeros de clase, acababan de graduarse, la universidad era, todavía, algo lejano.

─¿Y por qué no te fuiste? Es decir, me alegra que te hayas quedado pero, ¿por qué? ─La vio desviar su mirada al firmamento, no porque le causara incomodidad verlo a los ojos, sino porque se sentía cómoda en su compañía. Ellos se conocían hacía años, tenían una relación muy cercana y se entendían a la perfección.

─Porque mi mejor amigo me pidió que viniera ─sonrió de lado, sabía que se estaba refiriendo a él. Ese era el agobiante apodo que le había puesto, la etiqueta que le carcomía la paciencia. Él hacía mucho tiempo que había dejado de verla como una amiga; le era desconocido que ella pensaba igual, y que llamarlo de esa manera era una medida desesperada para hacerlo reaccionar.

El silencio se hizo presente, ella no sabía qué más decirle, y él estaba buscando valor para acomodar todas sus ideas y ser lo más claro posible. No fue hasta que se detuvo en apreciar cómo brillaba su perfil con el reflejo de la luna, hasta que se dio cuenta de la belleza natural que emanaba de ella, que comprendió que no tenía que detenerse en pensarlo tanto.

─Temari… ─la llamó por su nombre, extendiendo una camelia blanca ante los luceros incrédulos de ella. Hizo ademán para que la tomara, el cual fue interpretado a la perfección.

─Shikamaru, ¿qué significa esto? ─las únicas personas que le habían regalado flores alguna vez eran sus hermanos y la Yamanaka, simplemente no podía salir de su asombro.

─Por favor, déjame terminar antes de decir algo ─Lo cortés no quita lo valiente, por lo que debía atreverse a explicare sus intenciones─. Esa camelia es un regalo de mi yo de siete años, el color blanco simboliza sentimientos de estima, gratitud y admiración. Sabes que siempre te admiré cuando éramos niños, también te estoy muy agradecido por todas las veces que me cubriste para que no me metiera en problemas con mi madre.

Repitió la acción de hace unos instantes, entregándole esta vez una camelia rosada. Las mejillas de la mayor se volvieron carmín, pero no podía apreciarlas con claridad debido a la escasa iluminación─. Esta es del Shikamaru de unos quince años, significa el deseo de tener más cerca a la persona a la que se la regala. Me asusté mucho cuando te graduaste, temí que nos alejáramos o que consiguieras nuevos amigos y te olvidaras de mí…

─Nunca podría olvidarme de ti ─no le importó incumplir con su pedido, era necesario decirle aquello. Asintió con la cabeza, tomando la segunda flor y mirándolo con expectación.

─Y esta… ─inició, tomando la última de las tres, la camelia roja, y entregándosela en la mano. Sus dedos se rozaron en ese momento, permitiéndoles sentir la conexión que había entre ellos─, simboliza el amor y la esperanza. Esa es de este Shikamaru para esta Temari, y quiere decir que te amo y que me haría muy feliz estar contigo. Sé que soy menor que tú y que tuvimos vivencia distintas, pero no soy un niño inmaduro y estoy seguro de que podría hacerte muy feliz.

─Ya, cállate un poco ─dijo socarronamente, tomándolo por el cuello de la camisa con su mano libre y besándolo como nunca antes había besado a alguien. Ellos no necesitaban más que eso para saber que, de ahora en adelante, estarían juntos. Todo gracias a los consejos de Ino y una larga tarde explicándole a su amigo el significado de las flores. 

Writetober ─ ShikatemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora