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12/10/2020  — Hambre

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12/10/2020  — Hambre.

A medida que iba avanzando por el kilométrico pasillo principal, aumentaba la necesidad palpable que tenía de llegar a su destino. Necesitaba verla con urgencia y desesperación, sentía que enloquecería si no se encontraba con ella en los próximos segundos. ¿A quién diablos se le ocurrió hacer ese castillo tan colosal? No lo concebía.

Cada vez que alguno de sus compañeros de trabajo se le acercaba debía buscar una manera ingeniosa de evitar que la conversación se extendiera demasiado. Comenzaba a creer que los demás podían ver lo ansioso que se encontraba, y eso no hacía más que incrementar su nerviosismo.

Aunque en cierto modo sabía que lo que estaba haciendo era inapropiado, indebido y que incluso podría causarle la muerte. Sabía que estaba cometiendo el que probablemente sería el mayor error de su vida, pero no podía verlo así. Para él ese acto tan fuera de lugar simbolizaba lo más hermoso que pudiera sucederle.
Finalmente pudo llegar a la habitación a la que, con la que tanto esmero, había estado buscando. Siguiendo con la precaución que lo caracterizaba, se concentró en bloquear la puerta, no sea cosa que a alguien se le ocurriera interrumpirlos. Echó un vistazo rápido, las cortinas violáceas estaban perfectamente acomodadas, imposibilitando que pudiera verse lo que sucedía en medio de esas cuatro paredes desde el exterior.

“Si las paredes hablaran, me cortarían la cabeza”, pensó Shikamaru, acercándose con lentitud a la cama matrimonial que había allí. Llevaba un recuento aterradoramente exacto de la cantidad de veces en la que se había escabullido a la habitación de Temari, princesa de Sunagakure; esta era la número cuarenta y ocho.

Comprendía que, de ser descubiertos, la furia de los cinco reinos caería sobre ambos. Pero su mente prefería desconectarse de los miedos, de los mandatos, de aquello que era correcto y de aquello que no lo era. Ahora solo podía pensar en el hambre voraz que sentía, y sabía que solo los labios carnosos de aquella rubia podrían saciarlo.
El primer beso que se dieron funcionó como platillo de entrada, estuvo tan cargado de deseo, lujuria y pasión que casi les arrebata todo el aire que había en sus pulmones. Sus miradas cómplices se buscaban en la oscuridad, y sus dedos, en sin perder el tiempo, recorrían el cuerpo del contrario, aún con la ropa puesta.

La ultima neurona racional que quedaba en él se activó, poniéndolo en alerta, haciéndolo que se arrepintiera de estar ahí─. Sabes que esto que estamos haciendo es un error, ¿verdad? ─su voz sonó ronca, sexy, tal y como a la mayor le gustaba.

─Lo sé, y tú también lo sabes. Pero eso nunca te ha detenido, ¿por qué ahora sí? ─no pudo evitar morderse el labio, se sentía extasiada cuando era capaz de tener un encuentro íntimo con él.

─En un mes va a celebrarse tu boda, debes casarte con el príncipe de Konoha para mantener la paz entre las naciones ─El semblante de ambos cambió, la pasión había ocupado un segundo lugar, ahora solo podían estar preocupados. Se sentaron en el lecho, enfrentados. Temari buscó la mano del contrario, necesitaba sentirlo con ella, y él se aferró con fuerzas, como si estuviera evitando que cayera al vacío.

─Es un matrimonio arreglado, Shikamaru. Ya sabes que yo te amo solo a ti ─Fue acallada por el delicado beso que el contrario depositó en sus labios, el cual duró unos escasos segundos.

─Y yo te amo a ti, pero lo nuestro jamás podrá ser. Aún si lograras posponer este matrimonio seguiría siendo tu guardián, tu lacayo, aquel que debe velar por tu seguridad, mas no puede ser el dueño de tus suspiros ─Cuando fue contratado por el Rey Rasa para servir como soldado personal de la princesa, aceptó gustoso, era uno de los trabajos mejor pagados de toda la nación. Jamás se hubiera imaginado que terminaría enamorándose de ella. Ojalá hubiera declinado esa propuesta, de solo pensar en ver a su amada siendo desposada por Naruto Uzumaki, príncipe y heredero al trono de la Aldea de la Hoja, sentía un inmenso ardor en su pecho.

─No pienses en eso ahora, por favor ─las manos de Temari se posaron en las mejillas de Shikamaru, profundizando el contacto visual que sostenían─. No hay certezas en nuestro futuro, pero siempre tendremos el recuerdo de todos los momentos en los que nos juramos amor eterno aquí, en mis aposentos. Yo soy capaz de aferrarme a eso, soy capaz de aferrarme a ti, por siempre y para siempre. Puede ser que deba compartir la cama con otro hombre, pero mi alma y mi cuerpo te pertenecerán siempre a ti.

Esas palabras no solo calmaron un poco sus pensamientos, sino que aumentó su libido. Saber que ella era su mujer y siempre lo sería (sin importar cuantos hombres la desposasen), provocaba en él una sensación abrazadora. Sentía el corazón latirle con fuerza, pero también era consciente de que sus instintos más bajos habían aflorado.

Volvió a atacar sus labios, aferrándose a ellos con ahínco, besándolos, lamiéndolos y mordiéndolos hasta saciarse. Mañana se preocuparía por esa inminente boda, ahora debía dedicarse a disfrutar el poder estar con ella. Debía atesorar cada segundo, pues pronto era posible que se esfumaran con el viento.

Writetober ─ ShikatemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora