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24/10/2020 – Camuflaje

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24/10/2020 – Camuflaje

No recordaba hacía cuánto tiempo no pegaba ojo, sentía que, con cada minuto que pasaba, las neuronas de su cerebro se apagaban más y más. Eso, en conjunto con las graves lesiones que había recibido aquel día, le dieron la autorización para pasar esa noche en una de las tiendas de emergencia destinada a los miembros de la cuarta división. Era sabido que necesitarían que su mente trabajara como normalmente lo hacía, además de que sus jutsus de posesión de sombra no servirían en una noche nublada como esta, por lo que no se sentía tan culpable de ir a descansar.

Debido a lo alejado que estaba del campo de batalla, infirió que estaría a solas, pero el sonido de un sollozo lo alcanzó antes de que pudiera adentrarse en el lugar. Maldijo por lo bajo, no estaba en condiciones de lidiar con shinobis desanimados, mas tampoco podía permanecer fuera hasta que quien sea que estuviera adentro terminara con su llanto.

De repente, el sonido desapareció. Shikamaru sintió como una mano lo tomaba del cuello de su chaleco, evitando que pudiera hacer algún movimiento. Tragó duro, aunque su cuerpo se aflojó al ver ese inconfundible peinado rubio asomándose desde la tienda. Su rostro quedó a escasos centímetros del de Temari, quien no sabía si debería soltarlo o secar sus lágrimas primero.

─Diablos, Shikamaru, pensé que eras el enemigo ─admitió con pena, rompiendo su agarre, y retrocediendo unos pasos. El menor se quedó en blanco por unos instantes, una vez que su cerebro logró entender qué estaba sucediendo, se lanzó sobre ella. La abrazó con toda la fuerza que poseía en ese momento, apegando sus cuerpos. La sintió estremecerse ante su contacto, lo que le hizo confirmar que necesitaba eso tanto como él.

─Me alegra tanto verte, estaba muy preocupado, no sabía si estabas bien o no ─la voz le tembló un poco producto de la emoción del momento. Ambos habían sido designados para formar parte de la división de combate a larga distancia, sin embargo, por cuestiones de estrategia, terminaron por separarse.

─Eh, ¿acaso me crees tan débil como para pensar que no estaría bien? ─dijo ruda, como siempre, intentando mantenerse a la distancia. Esa había sido su táctica durante los últimos años, un intento desesperado por desmentir sus sentimientos, fallando rotundamente en el proceso. El menor pasó de responderle aquello, bien sabía que era su forma de alejarlo.

─¿Qué haces aquí? Deberías estar en el campo de batalla, ¿estás herida? ─la conocía lo suficientemente bien como para saber que no escaparía de una pelea. Ella iría al frente, liderando a los demás, dando órdenes y efectuando ataques certeros. Era alguien capaz de llevarlos a la victoria, por lo que estaba anonadado al descubrirla llorando.

─Vi a mi padre, es decir, lo revivieron con el Edo Tensei ─el azabache contuvo la respiración, captando de inmediato el rumbo que tomaría la charla. Con sutileza, acarició sus cabellos, no le interesaba que tuvieran rastros de sangre seca y polvo (el suyo debería estar igual o incluso peor)─. Gaara luchó contra él, ¿sabías qué en la arena que protege a mi hermano está el espíritu de mi madre? Yo acabo de enterarme ─prosiguió, vacilante, como nunca había sido.

─Eso… no sé ni qué decir… ─murmuró entre dientes, seguía con el mismo problema de un principio, ¿cómo podía hacerla sentir mejor? No tenía idea, Temari era quien siempre lo motivaba a él, nunca se había dado el caso inverso. Ella quiso despegarse de su pecho, y él la dejó hacerlo; mas se mantuvo junto a ella, sosteniendo sus manos, demostrando que estaba ahí.

─Tengo miedo, Shikamaru. Cuando apareció mi padre no pude hacer nada, ¿qué pasa si me vuelve a suceder lo mismo mañana? ─En ese momento el Nara lo entendió todo, seguramente el Kazekage había visto lo afectada que estaba su hermana mayor y, por eso, la había mandado a relajarse. Después de todo, ¿de qué le servía un shinobi que no estuviera en sus sentidos?

─No pienses en eso, sabes que eso es imposible. Te
conozco, Tems, eres la kunoichi más cruel. Además, si te paralizaste no fue por miedo, sino porque reviviste tu infancia. Yo también pasé un mal momento cuando tuve que enfrentarme a Asuma… ─la tomó del mentón, haciendo que levantara su mirada para llevarla en dirección a sus ojos rasgados. No le interesó que sus mejillas se volvieran de un color carmín─. Si yo pude superarlo, estoy seguro de que tú también lo harás.

─Estas cosas no deberían afectarme, recibí un entrenamiento emocional muy estricto ─balbuceó, le quemaba estar tan cerca de él. No podía evitar ver sus labios, una intensa necesidad de apoderarse de ellos se hizo presente.

El joven sonrió, recordando el cómo lo había regañado por llorar luego de que su primera misión como líder de escuadrón fracasara. ¿En qué momento habían dejado de fastidiarse el uno al otro? ¿En qué momento dejó de verla como “la rubia problemática de Suna”? No lo tenía en claro, tampoco le interesaba demasiado─. Basta ya, eres fuerte, vas a estar bien. Y yo voy a estar a tu lado en el campo de batalla, así que deja de ser tan…

─¿Problemática? ─le arrebató la palabra de la boca. Él asintió y ella le regaló una de esas sonrisas capaces de derretir el corazón de cualquiera. Era el Nara quien quiso besarla en esa oportunidad, pero se contuvo; besarla ahora significaría sumar más emociones que podrían llegar a jugarles en contra al día siguiente, debían de evitar eso.

─Vayamos a descansar, aprovechemos el tiempo que tenemos ─finalmente la soltó, porque sabía que la muchacha ya tenía en claro que estaba ahí para ella. Se encaminó a una de las camillas que había en el refugio médico, siendo seguido por la mayor.

─Bien, eso será lo mejor, tenemos una guerra que ganar mañana ─su corazón se alivianó, era evidente que había logrado levantarle el ánimo a la kunoichi de Sunagakure. Ahora tenía una nueva motivación para ganar esa maldita guerra: una vez filanizada, dejaría de camuflar sus sentimientos por ella, y se animaría a besarla.

Writetober ─ ShikatemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora